En la historia del fútbol por lo general se cuentan las ganadas, las que pasaron a la historia por sus proezas, y en la materia gris suelen quedar los rastros de gloria y las alegrías. Pero que pasa cuando en las páginas de la biografía también hay derrotas y un duro transitar al margen de los laureles. A dónde va a parar todo eso. Parte de ese cuestionario existencial es el que utiliza el historiador -riverplatense- Klaus Gallo, como motor para escribir su libro, Piel de gallina.
Gallo se centra en los años aciagos de River Plate. Una etapa que va desde 1957 hasta 1975, y que mantuvo al club de Núñez durante 18 años esquivo a la consagración. Ahí pone la lupa el autor. Un poco como homenaje a su padre, que le contó los primeros calendarios de ese derrotero, y otro poco como reconocimiento a los hinchas de su generación, que alcanzaron a ver el tramo final de este sendero ausente de festejos.
“La idea de escribir este libro tiene que ver con mi iniciación como hincha de fútbol. Empecé a ir a la cancha con mi viejo a ver a River en 1970. Para ese momento, River ya llevaba 12 años sin salir campeón. Yo veía la frustración de mi viejo y de los demás hinchas y eso se me quedó grabado. Desde entonces, siempre miré ese período con interés y curiosidad. Me parecía insólito que, con la calidad de jugadores que tenía River y las muy buenas campañas de la mayoría de esos años, no se lograra ganar un solo campeonato. Para mí son años sin trofeos pero no se los puede ver como un fracaso. Hay una paradoja ahí, una cuestión que me quedó pendiente”, le cuenta Gallo a Líbero. “Como historiador que soy de profesión, decidí meterme de lleno a investigar para verlo más de cerca y tratar de entender. Para River, como para Boca, es raro no ganar campeonatos con cierta asiduidad, pero para otros equipos es lo más normal, y eso no hace a sus hinchas menos devotos. A veces al contrario, de ahí la cultura del aguante. Esta es mi manera de hacerle el aguante a River, aunque sea un aguante retrospectivo”, dice.
El libro transita periodos que alternan mejores y peores momentos en la institución millonaria. Los archivos que recorre Gallo, entre tantas otras cosas, muestra el alcance de 11 subcampeonatos, la fatídica final de la Copa Libertadores del '66 que River perdió contra Peñarol de Uruguay, la cual impulsó el bautismo con el mote de “gallina” -primero en sentido peyorativo y luego, como huella imborrable y de pertenencia para los hinchas-, y el arribo de Angel Labruna, para cambiar la historia de una institución que estaba necesitada de volver a empaparse de campeonatos y terminar con un ciclo de desgracias.
“Desde que River cortó esa racha en 1975, se sucedieron una serie de ciclos exitosos como los del Bambino Veira, el Pelado Díaz y, obviamente, el actual con el Muñeco Gallardo. No veo un contraste sino una continuidad con la historia de River respecto del tan mentado 'ganar, gustar, golear'. Ganar es solo una parte de la ecuación, por supuesto que fundamental, pero como dice Hernán Crespo en la cita que elegí para el comienzo del libro, 'el título te permite el goce pero el valor está en el intento, no en el logro'", explica el autor.
Gallo recorrió revistas, charló con los protagonistas de esos momentos, miró partidos en YouTube y pesquisó una etapa del club millonario, con el afán de reconstruir un pedazo de historia, para luego poder entender todo lo que vino después, hasta este presente glorioso que se vive con Marcelo Gallardo. “Estoy convencido de que algo parecido viviríamos muchos años más tarde, tras el descenso. ¿O nuestra caída a la B Nacional no fue el trampolín hacia el 9 de diciembre del 2018?”, se pregunta Andrés Burgo en el prólogo.
“Durante la investigación para el libro, lo que más me costaba era ver las caras de tristeza de cracks como Luis Artime, los hermanos Onega, Pinino Más y el Indio Solari en los diarios y revistas que revisaba cada vez que se perdía un campeonato. Ver la derrota en la final de la Copa Libertadores de 1966 contra Peñarol por Youtube es un ejemplo de esto. Hay un trauma ahí, que se relaciona también con ver a mi viejo, normalmente una persona más bien contenida, agarrarse la cabeza desesperado frente al televisor cuando yo era chico. Pero la verdad es que tampoco fue un gran sacrificio. Me encantó trabajar en el libro, disfruté de investigar, de buscar fuentes varias, de entrevistar a protagonistas y testigos de la época a los que tuve acceso, como Tito Onega, Alejandro Sabella, el Pato Fillol y Carlos Morete, entre varios otros”, cuenta Gallo.
--¿El libro fue una forma de devolverle a tu viejo la pasión que te legó?
--Sin duda. Por él soy de River. Fue el primero que me llevó al Monumental y el que compró el abono a la platea en 1975, cuando Angelito Labruna volvió a dirigir a River con la promesa de sacarlo campeón. La pasión por River nos unió siempre. Cuando ya no íbamos juntos a la cancha ni convivíamos, todos los domingos a la noche hablábamos largo por teléfono para comentar los partidos. Mi viejo murió hace tres años y yo empecé a trabajar en este libro al muy poco tiempo. Tiene mucho de nostalgia personal, de pura pasión futbolera y de tributo a él, a mis amigos gallinas de décadas y a ese River de 1958 a 1974, que para mí no fue menos grande por no salir campeón.