Nora Frank es presidenta de la Fundación Protección Ñacanina --de reptiles y anfibios-- y lleva semanas muy activa, haciendo lo que normalmente no hace: rescatar fauna víctima de incendios.
La reacción de la fauna es esconderse. “Los primeros en morir son ranas y reptiles sin patas como las víboras; y las arañas, insectos y ciempiés, que mueren todos --explica--. A los yacarés los vemos en las lagunas que se van secando por incendios y sequía, estancados en el barro con las tortugas”.
Esta estudiante de biología explica que los mamíferos tienen un poco más de chance: pueden correr pero hay cantidad de carpinchos y ciervos muertos. Las que tienen más facilidad son las aves, pero en Esteros del Iberá el tordo amarillo es una especie endémica --solo existe allí-- y no se lo volvió a ver. Sospechan que se estaría extinguiendo o acaso emigró, pero quizá no pueda vivir en otro hábitat. Además hay cazadores ilegales que aprovechan la vulnerabilidad de las especies por el incendio.
Para una ambientalista como Frank, todo esto se vive con un estrés máximo, empatizando con el que sufre la fauna misma: “Los monos asustados salen después de tres días ya agusanados, medio moribundos. Cuando se van las llamas, la fauna queda en shock muy asustada: hemos rescatado un potrillo que vio a su madre quemarse; no levanta la cabeza, solo mira el suelo y se tambalea, está traumado. También hemos ido al paraje CaáCatí y les dejamos alfalfa y maíz a esos pobladores que viven aislados y no pueden alimentar su ganado; hay hectáreas y hectáreas donde está todo negro; son gente de la que no se acuerda el Estado. Nos encontramos con un señor que adoptó un loro que le escapaba al fuego, le explicamos que eso no se podía, y nos lo dio para llevarlo al Centro de Conservación de fauna Aguará”.
El otro problema es que la fauna se desplaza por sed, buscando el verde y el agua que perdieron y cruzan mucho las rutas (Frank subraya la necesidad de manejar más lento). Tuvieron que rescatar un oso melero muy difícil de ver --en peligro de extinción-- que camina lento: “Iba cruzando la ruta y fue chocado, pero se lo pudo recuperar y ya lo soltaron”.
También la sorprendió ver a dos aguara popés, un mapache también llamado osito lavador, la “figurita” más difícil de la fauna correntina: “Estaban buscando peces en la tierra seca”. También se cruzó con ciervitos de los pantanos que perdieron a la madre --nunca se ve solas a las crías-- y están rescatando tortugas de agua (las de tierra murieron casi todas).
Frank y su equipo hacen rastrillajes en las cenizas donde queda fauna rescatable: “La tierra está muy caliente y se te queman las botas; los incendios se han relajado por las lluvias pero siguen; el viernes comenzó a quemarse el Parque Nacional Mburucuyá”.