¿Que entra dentro de qué?
Desobedeciendo a las reglas volumétricas, límites de compresiones, compactación y densidades que la física cree tener definidas, cosas y cuestiones de gran tamaño entran dentro de otras de insignificantes dimensiones.
Una madre podrá habitar dentro de su bebé durante el embarazo y sistemas planetarios pueden orbitar sin problemas dentro de algunas almas desestructuradas.
Décadas de recuerdos entrarán cómodamente en la nostalgia de una reducida fotografía, y la fe más genuina y potente dentro del pensamiento de un pequeño niño.
Un telescopio podrá entrar dentro de un microscopio, y la inmensidad de la felicidad puede caber dentro del más pequeño y simple de los sueños.
El peso de la eternidad puede entrar sin apretarlo dentro de un engaño de un minuto y medio, y el vacío absoluto dentro del pecho de un ser sometido a grandes presiones.
Inmensos asuntos globales como el egoísmo de una sociedad caben sin inconveniente dentro de pequeñas cuestiones fragmentarias como la mirada triste de un adolecente, y las más grandes y plenas libertades las encontraremos dentro de cada una de las más diminutas decisiones valientes.
Una familia puede entrar abrazada sobre una baldosa, y toneladas de afecto podrán verterse dentro de una herida profunda de un alma sin rebalsarse una gota.
Para un espíritu libre lo gigantesco entrará sin forzarlo en lo minúsculo y lo colosal en lo insignificante.
Para una mente abierta los volúmenes y proporciones son detalles menores sin importancia, siendo los propios pensamientos los límites dimensionales de cada asunto.
Somos infinitos existencialmente y sin embargo cabemos dentro de un suéter.