Fueron 15 minutos de furia que bajó del cielo y tomó por sorpresa la tarde gris y calurosa del domingo. Viento, granizo y algo de lluvia se precipitaron sobre el oeste y el norte del conurbano rosarino, y en Roldán causó mayor estrago: en ese municipio hablan de unos 500 inmuebles averiados seriamente, y numerosos vehículos dañados por imperio de unas piedras de hielo del tamaño de un huevo de gallina. La tormenta activó el operativo de restauración tanto en Roldán como también en Funes, Capitán Bermúdez y Fray Luis Beltrán. El mismo fenómeno golpeó en localidades del centro santafesino como Gálvez y San Carlos Centro.
“Hemos sufrido una pedrada histórica para la ciudad, en mis 53 años vi una caída de granizo como la que ocurrió este domingo a la tarde. Ocasionó muchos daños materiales, por suerte no tenemos heridos de gravedad ni que lamentar ninguna fatalidad, sólo algunas heridas leves en cuero cabelludo o superficiales en piel, que fueron solucionadas en el Samco local”, resumió ayer el intendente roldanense, Daniel Escalante, en una conferencia de prensa donde campeaba todavía la angustia que conlleva un temporal tan virulento como inesperado.
El panorama en esta ciudad del departamento San Lorenzo exhibe viviendas sin techo, vidrios rotos, chapas de fibrocemento y persianas plásticas agujereadas por la pedrea.
Igual que sucedió en Rosario con la furibunda pedrea de noviembre de 2006, en Roldán el granizo dejó su huella en todas las fachadas que miran al sur. También, en incontables vehículos que estaban a la intemperie pasadas las 3 de la tarde del domingo.
“Es un hecho inédito para la ciudad, estamos trabajado desde ayer (por el domingo). En lo inmediato se solucionó lo más grave, que era la entrada de agua a las viviendas”, dijo Escalante, ya en gestiones con el Gobierno provincial para desplegar la asistencia necesaria a las familias damnificadas.
Agentes de Defensa Civil y Bomberos Voluntarios recorrieron en las últimas horas las calles en busca de identificar los vecinos más afectados por la tormenta. El barrio Villa Las Flores fue una zona muy castigada. Allí varias viviendas precarias quedaron desguarnecidas, y los 30 milímetros de lluvia terminaron de arruinar todo lo que había en el interior de cada una.
En tanto, la Secretaría de Acción Social organizó un operativo para entregar alimentos, ropa, colchones para las familias que quedaron a la intemperie y debieron autoevacuarse o proteger sus viviendas con lonas, como solución de emergencia. Y la policía también se sumó al patrullaje, sobre todo durante la noche ya que la tormenta dejó a la ciudad sumida en la oscuridad por falta de energía eléctrica.
“Las piedras que destruyeron techos y vidrios parecían proyectiles y muchos se autoevacuaron. Vamos a asistirlos coordinando con Provincia la entrega de elementos. También le pedimos ayuda a la comunidad que pueda hacer donaciones”, se sinceró el jefe municipal en la rueda de prensa.
El subsecretario de Defensa Civil, Sergio Callegari, acotó: “Nos comunicamos con Protección Civil, quienes estuvieron al tanto de la situación y con Desarrollo Social estamos articulando para empezar con esta segunda fase que es la asistencia a muchas familias que perdieron muchas cosas desde lo material”.
En el anecdotario roldanense quedará esta fecha como el final de la Casa Amsler, una añosa ruina cuya estructura se mantenía en pie, aunque ya tenía permiso de demolición otorgado por el Concejo. En pleno centro, Urquiza y San Martín, el inmueble estaba deshabitado hacía cinco décadas, pero hasta entonces y desde mediados de siglo XX albergó como "casa de ramos generales" una actividad comercial constante y diversa, tanto que era un espacio referente de la ciudad en esos años. La tormenta de anteayer acabó por voltear sus viejas paredes y la mitad de su estructura.