“En el primer diálogo con alguien solo intento sobrevivir”. Así habla uno de los personajes -a veces nerviosos, a veces astutos- que habitan las viñetas de Paula Sosa Holt. Podría no parecer una frase tan extraña, apenas la declaración de una chica introspectiva, excepto que quien la enuncia es una perrita chihuahua, vestida con un jardinero, fan de El Mató a un Policía Motorizado y novia de otro perro: un cocker spaniel cinéfilo. La autora de estos personajes desconcertantes, explica que le parecía divertido plasmar algunas de las conversaciones que comparte con su pareja en la cotidianeidad. Que muchas de esas frases podrían pertenecer a la intimidad de cualquier pareja de su generación. Y que entonces, por qué no atribuírselas a algún tipo de personaje más universal, de fácil acceso. Tan mundano como un par de perros de ciudad.
Así nacieron sus protagonistas, Pip y Pep, dos canes antropomorfos que están más preocupados por los últimos estrenos de Netflix y por sus trabajos free lance, que por el paseo diario. Una pareja bordeando la treintena que, a través de pequeños momentos cotidianos, referencias pop y conversaciones de tinte existencialista, experimenta la vida en convivencia y algunas de las vicisitudes de la maduración en nuestra era. “Soy muy fan de las películas del género coming on age”, dice Paula en la voz de Pip, por si quedaba alguna duda de su espíritu, dibujada como una versión de la película Boyhood de Richard Linklater.
Estudiante de edición y correctora de estilo en revistas y editoriales, Paula Sosa Holt empezó dibujando sin mucha pretensión, retratando personajes de sus series favoritas o reversionando efemérides diarias que encontraba en internet. Casi por accidente, a pura incursión, se convirtió decididamente en dibujante de historietas. Y de pronto, también, en un pequeño fenómeno de Instagram con miles de seguidores que comparten sus dibujos. Ahora, este par de perritos -apenas una de las tiras que sube a sus redes, entre un repertorio extenso de heroínas melancólicas, humor observacional y remixes de películas o héroes del rock- se han convertido en su primer libro editado en papel. Reflexivos, eternamente adolescentes, devoradores de cultura pop, aunque inicialmente fueron pensados como viñetas individuales y auto conclusivas directo para su consumo online, ahora viven en un encantador mini librito a todo color.
En palabras de su prologuista, la dibujante Sole Otero, son dos perros más humanos que el humano promedio. “Disfruto mucho de hacer tiras de observación, que sean recortes de un momento”, confiesa Paula. “Es como estar haciendo zapping y ver un fragmento de algo, no necesariamente para hacerte reír. En este caso estás espiando la vida de una pareja en pequeños instantes. Yo creo que cualquier pareja entre 25 y 35 años se podría identificar con varias cosas de estos perros”.
Con esta lógica, entre el zapping de tv y la fragmentación de internet como forma de narrar, la estética de la autora es también la de un humor gráfico subvertido. Entendido con otras normas. Pequeños momentos, simpáticos pero sin conclusión, más sensibles que irónicos, hiper particulares y a veces desconcertantes. Heredera confesa del humor oscuro del comediante Louis CK y el descreimiento del dibujante Simon Hanselmann: sin remate y sin moraleja. Y tal como tantos historietistas de sus generación: ilustraciones pensadas con la lógica del scrolleo en internet pero resignificadas para el papel. Por eso, con entendimiento de este espíritu contemporáneo, el libro fue editado por el nuevo sello editorial de Maten al Mensajero, una ampliación de la revista que llegó hace unos años a los kioskos con el objetivo de hacer circular distintos tipos de narrativa en serie, ya sea cuentos cortos, poesía, no ficción y por supuesto historieta. Pip y Pep es el primer libro de una colección dedicada a autores que han ido dándose a conocer a través de plataformas de internet, en ese lenguaje de primer impacto visual y pensado para verse apenas en una pantallita de celular. Ellos lo han bautizado como “historietas en un acto” y lo han pensando como una forma de trasladar ese lenguaje al papel y convertirlo en un objeto integral. “Le dimos principal importancia a la historieta porque la consideramos una forma de narrativa elevada que no está en ningún punto más abajo de las otras que publicamos. En el caso de Paula, la idea es que no es una transposición de la web sino un laburo de pensar un libro para el papel con este material. Todos estos cuadros juntos hacen sistema, pero también lo podes abrir en cualquier página y entenderlo. La idea era encontrarle la vuelta a trabajos de autores que no habían sido pensados originalmente como novela gráfica”, explica Santiago Khan, a la cabeza de la editorial.
Fue en un taller con PowerPaola -quien además la alentó a compartir su trabajo en internet- que Paula Sosa Holt descubrió el lenguaje de la historieta. Como muchos otros en ese camino, ella había empezado estudiando ilustración infantil, a la que adeuda sus colores pastel, sus animalitos parlantes y cierta refrescante ingenuidad. Pero pronto se dio cuenta que el virtuosismo y solemnidad necesarios para el oficio no encajaban con las historias que ella tenía ganas de contar. “Una de las cosas que más me gusta es retratar en papel los momentos incómodos de la vida real”, cuenta ella. Por ejemplo, el momento en que una chica tímida y un gato intentan tener sexo en un ascensor. Apenas un adelanto de lo que será su primera novela gráfica: la historia de amor complicado entre una chica y un gato que será editada este año por el sello independiente Wai Comics. Pero mientras eso sucede, entre las redes sociales y las ferias independientes, se la puede encontrar con insólitos fanzines auto editados como La depresión de Lisa Simpson o con versiones coleccionables, melancólicas y en colores pastel de Star Wars o de los Cazafantasmas. Ilustrando para revista Barcelona o para pequeños sellos editoriales y bandas indie. Porque, confiesa ella: “la vida es eso que pasa mientras elegís qué ver en Netflix. Pero mientras tanto, también hay que hacer algo más productivo”.