“Nací Pintor. Sí. A las pocas horas de haber nacido ya tenía mi primer cuadro (foto familiar). De pequeño fui niño prolijo. Mi madre me envía a la Escuela siempre de punta en blanco. Mi padre en ese momento era diplomático (enmarcaba Diplomas en una casa de marcos).” Así comienza su presentación el artista Benito Laren, en sintonía con su obra, que juega todo el tiempo en el campo de la literalidad en un mundo de ficción.
Todo en el artista es una puesta en escena: sus apariciones públicas con pelucas y anteojos negros, su nombre artístico (Benito Eugenio Laren), su universo, Larenland, su obra y sus textos. Mezcla de lenguaje kitsch con actitud pop, la obra de Laren circula entre la parodia, lo satírico y el humor. Como los personajes de sus retratos (Marilyn Monroe, Mirtha Legrand, Amalia Amoedo y Michael Jackson,entre otros) Laren quiere ser rico y famoso.
Autorreferencial y al mismo tiempo ausente, la obra de Laren es una ficción, como su figura. Siguiendo el tono humorístico y desmesurado de los brillos y el vidrio coloreado, el curador Claudio Ongaro Haelterman cita a Hegel en el texto curatorial (filósofo de una complejidad y una profundidad que está en la vereda opuesta a la obra expuesta) y afirma: “En Benito hay una relación con la fábula que trasciende el simple chiste. De ahí el nombre de la muestra: Fabu-Laren. Benito no recrea el mundo: lo inventa.”
La parodia tiene sus propios límites, entre ellos, la creación en el sentido de producir algo nuevo, ya que es en sí misma una recreación. Pero lo que sí genera el artista es, como él lo llama, un Avistaje (obra de 1990), una mirada aérea, a través de sus anteojos de grandes dimensiones en donde se reflejan unos preciosos platos voladores en una noche negra de estrellas diminutas. Allí empieza el viaje que propone el artista. Ver como un marciano, un extraterrestre, mirar desde la extrañeza la política (obra Visita Guiada), la historia, Esa noche vieron luces y la llegada del hombre a la luna. Su viaje estrellado también tiene citas a la historia del arte con Antonio Berni, Cándido López, Pablo Siquier. Campante aliado está inspirado en Cándido López, Pan trae y Acumulación solar, en alusión a Xul Solar.
Los títulos de las obras se estancan (o juegan, según desde donde se lo mire) en la literalidad y la linealidad: Libertando bajo la lluvia es el título del retrato que hizo de San Martín; El general va al grano es el nombre de la obra de retrato de Belgrano o Desde mi temperamental ventana, obra que el artista marca como el inicio de su carrera pictórica “...en septiembre de 1985. Se titula así por haberla realizado con témperas”.
La exposición Fabularen es una retrospectiva de casi cien obras donde reina su técnica del vidrio coloreado. Dos obras se despegan un poco de todo el repertorio de la parodia: Puerto Madero (obra de 2014) de una riqueza pictórica y superposición de universos verosímiles, conformados por sus propios materiales y la imponente Bicicleta financiera, donde la idea, la consistencia y el diseño se recortan con peso propio.
Benito Laren formó parte de la llamada generación del Rojas, grupo originario de la mítica galería del Centro Cultural Ricardo Rojas, un pequeño pasillo dentro de la sede del Área de Extensión Cultural de la Universidad de Buenos Aires, que devino enorme por permitir el nacimiento en 1989, a cargo del artista y curador Gumier Maier, de una nueva estética. La recuperación de la democracia y el fenómeno del menemismo eran el marco donde artistas como Liliana Maresca, Batato Barea, Marcelo Pombo, Pablo Suarez, Miguel Harte desarrollaron su obra. El texto inaugural escrito por Gumier Maier, Avatares del arte, definía la propuesta como “un desplazamiento del imaginario artístico, una práctica que se entiende como trabajo (creativo), ligado a la idea de disfrute, más cercano al oficio que a la era creación, más próximo al ingenio que a la expresión subjetivada.”
La propuesta implicaba un programa estético que se enfrentaba con la concepción más comprometida del artista con lo político y lo social, para poner el acento ya no en la producción de sentido de una obra sino en el modo de producción de sentido: a través de materiales sin valor monetario o pictórico sino elementos industriales, masivos, kitsch, brillantes, decorativos, como el plástico, el brillo, los canutillos, chapitas de cerveza, esmalte sintético y brillantina. Varios apodos, muchas discusiones sobre cómo llamarlos, surgieron entre críticos y galeristas. “Arte trash”, por su trabajo con deshechos, “arte bright”, por el brillo, “arte light”, por la “liviandad” de sus materiales y su poética y “arte guarango”, refiriendo a un arte emparentado con una época, la Argentina consumista y pretenciosa bajo las políticas de Carlos Menem. Benito Laren define hoy a su arte como “Pop ¡Oh! Art” y explica: “ En enero de 1987 comencé a pintar sobre vidrio con una pintura muy espacial (hacía cuadros del espacio). Al ver las imagenes mis tías exclamaron ¡Oh! Por tal motivo llamé a esta forma de expresarme el Pop ¡Oh! Art”.
Fabularen también presenta Benito ni chita en el mono ambiente, una instalación de un mono sobre una cama, rodeado de dorados y plásticos. La literalidad tiene límites que la metáfora desconoce. Alrededor de los platos voladores, queda latente la duda sobre las posibilidades de la risa y la pregunta sobre cuánto puede durar un chiste. O si se habrá hecho rico. Pero por lo menos, Benito Eungenio Laren ya es famoso.
Fabularen se puede visitar hasta el 25 de junio en Colección Fortabat, Olga Cossettini 141, Puerto Madero. De martes a domingos de 12 a 20.