Al horror, pérdidas y sinrazón de toda guerra se le añaden también los intereses laterales que se van tocando. No es eso diferente en el actual conflicto bélico y en sus repercusiones en el mundo del deporte.
Si bien la mayor parte de la sociedad se direcciona en el omnipresente fútbol y las consecuencias indeseadas y posibles para el próximo Mundial, deportes muy importantes como la natación, sienten también sus coletazos.
Es que el millonario ruso-ucraniano Konstantin Grigorishin, alma mater al menos material de la nueva ISL (International Swimming League), acaba de anunciar que se suspenden momentáneamente los pagos a los nadadores, participantes de las más recientes competencias de la ISL, reservadas a una élite mundial de poco más de 300 deportistas.
La competencia que había adoptado un formato nada convencional para un deporte individual de tiempo y marca, como es el de equipos y el triunfo por puntos y no por registros, no había merecido aún y a pesar del inédito procedimiento ninguna crítica en el mundillo de técnicos y nadadores, muy presumiblemente por el efecto balsámico del dinero.
Sin embargo, y con la primera defección masiva en los pagos, se empiezan a escuchar las voces de algunos nadadores, si bien no aún de alguna estrella, sino la de los integrantes de los equipos menos poderosos, como por ejemplo de Aly Tetzloff de los Tokyo Frog Kings. Este no sólo se quejó de no haber recibido desde octubre pasado pago alguno, sino que además denuncia que por el contrario, ya se le ha pagado a las principales estrellas de los mejores equipos.
Un bochorno hasta hoy ocultado por los mismos nadadores participantes. Si la situación de cese de pagos no se revierte rápidamente, la ISL corre un serio riesgo dado que su razón de ser y formato apelan por ahora solamente al beneficio económico de los nadadores invitados, o por lo menos al de los pesos pesados deportivos.
* Ex Director Nacional de Deportes.