“Bresson es al cine francés lo que Dostoievski a la novela rusa y Mozart a la música alemana”. La afirmación corresponde nada menos que a Jean-Luc Godard y para confirmarlo nada mejor que acercarse al ciclo denominado “Redescubrir a Robert Bresson”, que a partir de este miércoles inicia la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avda. Corrientes 1530) con cuatro de sus clásicos más representativos, en copias nuevas restauradas en 2K y enviadas especialmente desde París gracias a la colaboración del Institut Français d'Argentine.

“Hay pocos genios en la historia del cine. Bresson, Mizoguchi, Buñuel…”, señaló a su vez Andrei Tarkovski. Para el gran director ruso, Bresson era "probablemente el único cineasta que consiguió una correspondencia plena entre su práctica artística y la concepción formulada con anterioridad de modo teórico. No conozco ningún artista más consecuente en este sentido. Tal fusión de forma y contenido, tan magníficamente organizada, probablemente solo existía además en el caso de Alexander Pushkin”.

Nacido en 1901 y muerto en 1999, Robert Bresson filmó solamente trece films a lo largo de 50 años de trabajo, lo que da la pauta del rigor y la intransigencia de su obra que jamás respondió a nada –modas, tendencias, intereses comerciales- que no fueran sus propias exigencias expresivas. De un despojamiento y una austeridad extremas, sus films tienden a lo que Bresson llamaba “el movimiento interior”, una escritura cinematográfica que le permitió abordar, como ningún otro realizador, problemas de trascendencia espiritual. “Ver un film de Bresson es una experiencia única”, sintetizó el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante. “Y si hubieran de desaparecer todos los realizadores franceses y fuera necesario escoger uno solo como superviviente, escogería a Robert Bresson”.

El carterista 

El ciclo se inicia este miércoles con El carterista (Pickpocket, 1959), una de las grandes películas de la historia del cine por la singularidad de su construcción y la influencia que ejerció sobre muchos cineastas posteriores. “Es un film de manos, de miradas, de objetos”, decía Bresson, quien a su vez reconocía haberse inspirado en un pensamiento de Pascal: “El alma ama la mano”. Para el director, su protagonista “es un joven tentado por el robo, lucha contra la tentación, luego cede. Se forja teorías sociales que lo excusan, pero al mismo tiempo está fascinado por el gesto mágico que es capaz de ejecutar”. Según el crítico Richard Roud, “hay algo altamente sexual tanto en el acto de robar carteras como en la manera en que Bresson filma estos actos. Durante el primer robo en el hipódromo, uno siente que Michel está atravesando una experiencia casi orgásmica a medida que va penetrando la cartera, y luego escapa”.

Al azar Baltasar

El jueves 3 llega otra de las cumbres del cine de Bresson, Al azar Baltasar (Au hasard Balthazar, 1966), “uno de los films más significativos de toda la historia del cine”, según Godard, y “una de las experiencias emocionales más elevadas e intensas que pueda dar el cine”, en palabras del crítico estadounidense Andrew Sarris. Se trata de una parábola sobre dos inocentes, una muchacha campesina llamada María (interpretada por la debutante Anne Wiazemsky, que por entonces no era actriz: luego lo sería con Godard) y un asno que parece reproducir en su cotidianeidad las estaciones de la Pasión de Cristo, hasta llegar a lo que el propio Bresson definía como “el período místico que precede a la muerte”. Fue Marguerite Duras quien señaló que “lo que se hizo hasta ahora en poesía, en literatura, Bresson lo ha hecho con el cine. Podemos pensar que, hasta él, el cine era parasitario, procedía de otras artes. Y que con él hemos entrado en el cine puro. Y de un solo golpe. Quizás sea éste uno de los films que más se corresponde con la creación solitaria, y por lo tanto con la creación propiamente dicha”.

Lancelot du Lac

El viernes 4 está programado Lancelot du Lac (1974), uno de los films menos vistos de Bresson, pero no por ello menos geniales. Veinte años le llevó al director poder concretar este film sobre el Medioevo, en el cual llevó hasta el último extremo su noción sobre el “movimiento interior”. Asimismo, la justa entre caballeros, con sus pesadas armaduras, está considerada por el crítico Jonathan Rosenbaum como una de las secuencias de acción más excitantes de la historia del cine. “La diversidad de ritmos en Lancelot du Lac es tan importante como en una sinfonía. Con la diferencia de que esos ritmos no están inscriptos en el guion como lo estarían en una partitura, y que los encuentro instintivamente, ya sea durante las tomas o en el curso del montaje”, señaló Bresson. “Habiendo renunciado hace años a la música de acompañamiento, doy preponderancia a los sonidos. Pero lo real no basta para suministrar lo verdadero. Hay que agregarle algo de uno mismo, y recién ahí se alcanza un realismo fuera de lo común: durante los combates, los sonidos singulares de las lanzas y las flechas sobre las armaduras”.

El dinero

Finalmente, el sábado 5 se verá El dinero (L’argent,1983). Votado como el film más importante de la década del ’80 en una encuesta internacional de críticos y cineastas, esta adaptación libre de un relato de Tolstoi (Billete falso) hace de una serie de mentiras, robos y engaños un mecanismo de una fatalidad abrumadora, cuyo baño de sangre final es apenas la exteriorización de la naturaleza del Mal. El dinero fue el último film dirigido por Robert Bresson. “…Mis no-actores, vírgenes de todo arte dramático, hablan sólo lo necesario, y la voz humana, el más hermoso de los sonidos, ocupa naturalmente su lugar en ese mundo de sonidos que hace contrapeso al mundo de las imágenes”, señaló Bresson. “Dije y escribí no hace mucho que los sonidos tenían que convertirse en música. Hoy creo que el film completo debe ser música, una música, la música de todos los días, y me sorprendí en este film, El dinero, cuando me lo proyectaron durante el montaje, porque veía sólo los sonidos, no las imágenes que desfilaban ante mis ojos”.

El domingo 6 hay nuevas funciones de El carterista, Al azar Baltazar y Lancelot du Lac, para ver o volver a ver el cine de un autor de una singularidad como hubo muy pocos.

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