En la magia del poder los cargos son menores. Esta verdad descoloca al pensador con sueldo fijo que, dudando con soberbia, compara un quirófano improvisado en un barrio marginal con la unidad entre mitología griega y la mística del armado político.

Desde que la rubia conecta con el gorila en la terraza del Empire State Bulding, durante la escena de King Kong, la diosa de los ciclos de la primavera sigue con atención la magia del establishment. Ese lema despierta una fantasía para la mitología griega y la nueva comunicación política ajusta sus variables para un proyecto presidenciable.

La triada, en la tierra de Discepolo, seduce a un sector de la aristocracia tilinga con complejo de sangre azul que camina por el conurbano popular, con un broche en la nariz, confundiéndolo con embrutecimiento.

En la Antigua Grecia, según dice el mecánico de motos más conocido de Lomas del Mirador, el amor platónico se despertó por lo nacional y popular con esperanza y utopías. La diosa Atenea suma esa magia imperfecta que emociona, mientras en el AMBA soñador el envidioso sufre, en cambio, el mito construye.

En los cuadros políticos se reconoce como tilde azul al que leyó el mensaje, dato que construye un posible presidenciable para la diosa Atenea que está en todos los detalles, porque lo hace más creíble. El gris habla de alguien que no enfrenta el reclamo y deja en el mito el acuse de recibo. El poder descarta al ambiguo, “Así, como se arroja de costado un papel viejo”; diría el gran gitano.

En cambio cuando la diosa griega se precipita para imponer la magia del nuevo Justicialismo, lo instala como recurso en el corazón del pueblo.

Es Atenea, la deidad que no necesita maquillaje. La líder de las causas en defensa de las mujeres de la mitología griega ya decidió meterse de lleno en la agenda pública.

Con ese objetivo la diosa lee con atención “La simulación en la lucha por la vida”, de José Ingeniero, para no volver a ser derrumbada.

Todo arranca, por lo bajo, con un gran amigo que dice tener doctorado en saber todo, experimentado armador, según el mito de la provincia inviable que ningún presidenciable quiere tomar.

En un bar de Avenida de Mayo, en Ramos Mejía, me da dos fijas con las que Atenea se enganchó: La primera, mirando a los ojos, dice que el mundo hoy es frustración emocional y la última, en voz baja, que el amor llega después de los 70 años en una ciudad balnearia del Partido de la Costa.

En un comunicado se especuló que la diosa iba a jugar todo en la nueva democracia de Myanmar. Pero, en la depresión post temporada de la Costa Argentina, vuelve a la introspección para la búsqueda de una mística moderna en lo popular. Viaja a Chapadmalal mientras prepara su discurso y planea darle a Anfitrite el manejo de la hidrovía.

Sin embargo, desde que se enteró el candidato presidenciable, vive perturbado buscando en los planos del Partenón los puntos débiles de la gran roca de Atenas, porque en la política de vida, los que dicen ayudar se quieren ayudar a sí mismos.

Con esta mezcla de mitología griega, magia y estudio de mercado, se lanza en la fábrica abandonada del jabón que apuesta al país “Federal”, el emporio del coach político. Mientras tanto, los seguidores de Solari Parravicini piden que sea la mansión de Villa Ballester el lugar donde se discuta el mesías del poder.

La programación neurolingüística no deja observar desde la intuición y analiza todo lo emocional. Algo así como un romanticismo sin románticos en el desasosiego por el salvador ausente. Mientras tanto la pena, en la última ficha, le saca partido al flyper de la intolerancia social. No obstante, la mitología griega siempre salva a esta autoestima colectiva y casualmente, o no, en la tempestad de los bares, los dioses se suben al Bondi y a los ponchos para reanimar el romanticismo del proyecto presidenciable.

Más precisamente en Cazón, un pueblo del interior de Buenos Aires rodeado de tilos, duerme la siesta una promesa y es el aire de la diosa Atenea que ya reconoció su nicho en la política actual para volver a crear su divinidad porque su contexto adolece el compromiso partidario.

A su vez, en pleno abordaje por la astrología, llega desde un número oculto, el chat del teléfono de Perséfone que es buena trabajando en las sombras del país productivo. Se proyecta en diagonal una charla concreta para tomar el peronismo moderno entre las dos. Esa dupla explosiva de la diosa y el mito revive el misterio en el Justicialismo moderno e intenta recuperar la magia de una década con síndrome de abstinencia partidaria.

Hay revanchas que Atenea quiere dar, deseo que data desde que derrumbaron su monumental estatua de oro en la Acrópolis de Atenas durante la batalla mas sangrienta. Suplanta, automáticamente, el concepto televisivo del debate con el nuevo diseño de unidades básicas con Cariátides.

La obra de Pablo Suarez “Exclusión” busca un rincón protagónico en la foto política, pero la hija de Zeus y Demeter está convencida que sin enamorar no hay país en el interior de la Argentina. Para eso arroba en sus redes, por sobredosis de euforia militante, a Rea su tía, la diosa de la fertilidad y el trigo, para negociar con el campo.

Las claves de la mística moderna son portadoras de la dosis justa de venganza a los traidores para jubilarlos y el diseño del gran consenso con las bandas de la emoción rockera.

Las Meninas, expertas en pasar desapercibida su maldad, arman el nuevo tablero político de los dioses en el hacer moderno y empiezan la búsqueda de caja chica. El único problema sin resolver aún es Hades, el dios del infierno, que se encarga del rapto de Perséfone y puede romper en cualquier momento.

Ya el escenario esta dado para armar la mística y el presidenciable asume su rol porque tiene adoración por el modo en que el pastor maneja su rebaño. Sucede que en los montes los vientos no son como en la ciudad y hace falta un corazón de hierro para imantar lo marginal.