Tejidos enseñados de generación en generación, contarse a través del canto con caja, amasar la arcilla de años y años de historias compartidas, representarse a ellas mismas en teatralidades propias, son algunas de las propuestas que podrán verse desde el 5 de marzo en FestiMigrantas, una ventana a estas obras de arte comunitario, producto de un tejido creativo, amoroso y político de más de 200 mujeres y 500 niñxs y jovenxs que construyen todos los días en el Área Reconquista de San Martín un Territorio Educativo y del Buen Vivir.
Durante un mes se podrá recorrer la muestra y asistir a los talleres en el Museo Casa Carnacini de Villa Ballester. Festimigrantas recoge el aporte cultural de lxs jóvenes y las mujeres migrantas que llegaron desde distintas partes de Argentina y de otros países de la región al Área Reconquista de San Martín, que comprende los territorios que se extienden entre el Río Reconquista y la Avenida Márquez, en José León Suárez. La primera edición de este festival tuvo sede en el Campus Miguelete de la UNSAM en 2019. Mediante imágenes, palabras y sensaciones, este encuentro, que tiene una gran potencia política, se despliega para reconocer y visibilizar la enorme contribución de trabajadoras, estudiantxs y compañeras a la producción y la imaginación creativa de estos barrios populares.
El proyecto Migrantas en Reconquista de la UNSAM y el IDRC (International Development Resarch Center: Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional de Canadá), junto con organizaciones sociales de la Mesa Reconquista y la UTEP, organizan la exposición plástica y las actividades culturales que se verán aquí durante el mes de marzo. El FestiMigrantas es producto de un hacer colectivo amasado por décadas en ese territorio.
Acción migrante: desde los saberes populares y ancestrales
“El proyecto de investigación acción Migrantas en Reconquista de la UNSAM se enmarca en el programa sobre cambio climático y género del IDRC que busca comprender los efectos desiguales de la crisis climática planetaria en mujeres e infancias, entre otras poblaciones vulnerables que son obligadas a emigrar. El nuestro es el único proyecto de América Latina seleccionado en esta convocatoria, por un lado porque nuestra universidad constituye un espacio reconocido de producción de conocimiento científico de calidad con proyección internacional, pero por el otro porque tiene un arraigo local con la comunidad de San Martín desde hace muchos años, y una política de vinculación con organizaciones locales sobre todo a través del Programa de Articulación Territorial desde el cual partimos. Con un equipo casi en su totalidad conformado por mujeres (investigadoras, estudiantes, articuladoras), nuestro proyecto de investigación no sólo busca generar conocimientos sino sobre todo producir transformaciones en las desigualdades interseccionales (de clase, género, de origen, raciales) desde el diálogo interdisciplinario en la academia, y desde ésta con los saberes populares y ancestrales, y desde la colaboración para el desarrollo de actividades comunitarias”, expresa Natalia Gavazzo, directora de Migrantas en Reconquista, doctora en antropología, investigadora del Conicet y profesora del EIDAES UNSAM.
En el festival podrá verse la muestra Venus(es) del Reconquista, producto de los talleres de cerámica. “Cuando nos fuimos convirtiendo en obras de arte comenzamos a reconocer de dónde vienen nuestros rasgos, cuáles son nuestras marcas, nuestras cicatrices, los colores y las formas donde entraban nuestros deseos y nuestra memoria. En las mañanas de cerámica en la Biblioteca La Carcova se multiplicaron y salieron a recorrer los barrios buscando nuevos cuerpos y ojos donde mirarse. La Venus va tomando mil formas y es excusa para encuentros en los que circula la palabra y se amasa lucha y organización”, dicen las mujeres que participaron del taller.
Otra de las muestras se llama Pohã Ñana y es una recopilación de relatos populares sobre plantas que trajeron consigo mujeres del Paraguay que migraron a la Argentina y que se escribió durante el proceso educativo llevado adelante en una Escuela de Adultos de José León Suárez, durante 2019. Reúne olores, sabores, paisajes, plantas de todas esas tierras y esas manos que conforman hoy el gran cordón del conurbano bonaerense, expresados en textos, grabados y fotografías. Salud popular, autonomía, memoria y saberes comunitarios.
"Nos narramos a puntadas"
También hay lugar para el arte textil. Las mujeres chilenas lograron comunicar el horror de la última dictadura militar creando, a partir de técnicas generalmente asociadas al ámbito doméstico, verdaderas piezas de arte: “recreamos esa experiencia en nuestros talleres experimentando con distintos materiales y labores, y nos apropiamos en cada encuentro de este lenguaje de denuncia y resistencia tan poderoso. Nos narramos a puntadas”, dicen.
La feria muestra también cómo se fue gestando la independencia latinoamericana, de la mano de las mujeres. “Cada maqueta es una puesta en escena de diferentes territorios, culturas y personas que formaron parte activa de la liberación latinoamericana. Las salas de los jardines maternales y de infantes La Colmenita trabajaron la Historia, pueblos o actorxs sociales desde una perspectiva de género, teniendo en cuenta que la lucha siempre fue y es de hombres y mujeres, y no solo de hombres, no solo de un hombre. Estas maquetas cuestionan discursos establecidos que parecían inapelables con la convicción de que la lucha y la salida son y serán siempre colectivas”, explican.
En la madrugada del 15 de marzo de 2004 el adolescente Diego Duarte desapareció dentro de la montaña del CEAMSE a manos de las fuerzas represivas mientras reciclaba para comprarse zapatillas para empezar la escuela. Por eso en el festival se lo sigue recordando y reclamando justicia. La instalación La Quema se construyó con compañerxs de la Cooperativa Bella Flor y Alicia Duarte, hermana de Diego y abanderada de esta lucha. Lxs estudiantes de la Escuela Secundaria Técnica UNSAM realizaron un libro para reconstruir su historia y llevan a Diego a todos esos paisajes del Área Reconquista donde nos falta, reclamando NO ESTAMOS TODXS.
“Los objetivos de Festimigrantas son exhibir los múltiples conocimientos de las mujeres de esta zona mediante sus producciones artísticas que se vuelven herramientas creativas para la comunicación y la concientización que queden en la comunidad, como una forma de visibilizar los problemas, pero sobre todo de valorizar las acciones y las estrategias que las migrantas desarrollan todos los días para el cuidado de las familias, de la comunidad y del ambiente barrial. Tenemos la convicción de que el arte es una herramienta de transformación muy poderosa que no sólo nos permite generar conocimiento sobre esta zona que generalmente no es ni censada en formatos originales y atractivos para el público en general, sino sobre todo crear espacios de reflexión y de expresión para compartir esas historias personales que en fin son porciones de esa historia colectiva que aún no ha sido bien contada hacia afuera pero sí amasada por las líderes de las organizaciones comunitarias que trabajan en red todos los días en sus barrios. Así, la Universidad funciona como un puente entre esas organizaciones y el Estado, informando y mejorando el alcance de políticas públicas más inclusivas y transformadoras mediante el diálogo y la coproducción”, dice Natalia, que también es música e integró la banda Las Taradas.
Memorias rurales
Para quienes migran, la comida autóctona es como volver a casa. El taller semanal de cocina con la mano en la masa y el oído en la compañera, en el Centro Cultural Lxs Amigxs del barrio Sarmiento generó un espacio de intercambio entre mujeres que alojó técnicas, recetas, y también charlas íntimas, risas, chismes, sueños y preocupaciones. “Este recetario siempre incompleto y abierto es una apuesta a circular, como circulan las recetas de generación en generación y de vecina a vecina, estas memorias migrantes y rurales de nuestras mujeres del Área Reconquista”, dicen.
En Festimigrantas también hay historias fantásticas: Victoria, Vencer, Vida es el mundo que crearon las mujeres privadas de su libertad en el Centro Universitario del Penal de José León Suárez (CUSAM). Allí conviven grabados de un ñandú elegante, un chimango de nombre Rafael y un flamenco sobre el cuadriculado escocés con telas aleopardadas, plumas, corazones, moños, cóndores cuidadosamente bordadas. Y en cada bolsillo, Gisela, Daniela, Karen, Pao, Vanesa, Merri, Pamela, S. y Dani inventan un abecedario con su repertorio de palabras propias, formas de imaginar nuevos mundos posibles.
“Somos conurbano, nuestros barrios son de trabajadorxs rurales expulsadxs del campo durante el neoliberalismo de la región. Se instalan en la zona de humedales, en este caso en el humedal del Río Reconquista donde además se emplaza el basural más grande de Argentina, al lado del segundo río más contaminado del país”, se define Teresa Pérez, educadora popular del barrio desde hace más de 20 años.
La feria abrirá el sábado 5 de marzo con una visita guiada, danzas de Paraguay y Bolivia y un espectáculo musical. El sábado 12 habrá un encuentro de mujeres trabajadoras en el que se hará una “ronda de Saberes de mujeres en torno al trabajo comunitario, con intercambio de estrategias e ideas transfeministas en las organizaciones sociales y trabajo en redes de consejerías de géneros comunitarias”. Durante todo el mes habrá talleres de cerámica, canto con caja, teatro, de flora, cocina, danzas, rap, fotografía, trap, soberanía alimentaria, ESI, derechos humanos. Se presentará, con lectura colectiva, el libro Mi Barrio en Cuarentena, con textos de jóvenes y mujeres durante la cuarentena. Habrá visitas guiadas por el Colectivo Mujeres Osadía y se podrá disfrutar de la Orquesta Estable FM Reconquista.
“Nuestros barrios se organizaron a partir de la lucha, buscando el derecho a la vivienda pero en los grandes medios sólo salimos con la crónica roja. Sin embargo, acá miles de mujeres llevan adelante jardines, comedores, cooperativas de trabajo, centros culturales, bibliotecas populares, plantan los árboles, hacen choripaneadas para el tendido eléctrico, para hacer llegar el agua. Cuando una casilla se prende fuego sale todo el barrio a abastecer a la familia damnificada: nuestro territorio tiene mucho más historias de éstas que las historias de delincuencia”, dice Teresa.
Es esta comunidad organizada que hoy muestra su arte la que lucha desde hace años por su salida al Río Reconquista que les fue prohibida durante la dictadura cuando instalaron el Ceamse. En palabras de Teresa: “es la primera vez que el barrio de José León Suárez entra al Museo de Bellas Artes de nuestro distrito, es la primera vez que entran las niñeces (de 6 meses hasta las ancianas), hacemos cultura, volcamos nuestra cultura ahí, la que generalmente está silenciada. Desde hace años tomamos nuestra voz propia y la expresamos en forma artística con nuestras herramientas como el barro o el arte textil y cuando nos vamos moldeando a nosotras mismas nos damos cuenta que somos hermosas, nos reconocemos, nos miramos a la cara, vemos al otro, a la otra”.