“En el Irán del siglo XIX, los ideales de belleza eran fluidos y no estaban restringidos por las normas de género: el vello facial, por ejemplo, se consideraba a la moda entre mujeres, mientras que los varones usaban ropa y maquillaje que hoy sería considerados femeninos”, abre el rotativo británico The Guardian, en pos de introducir la serie más reciente de Shirin Fathi, artista iraní-canadiense, con actual residencia en Londres. En Heart Throbs, su mentado proyecto, la muchacha se vale de pelucas y prótesis para metamorfosearse en arquetipos persas que antaño personificaban la beldad masculina y, según explica la propia Fathi, “fueron desapareciendo gradualmente en el camino hacia la heteronormalización moderna”. Entre ellos, “el Amrad, u hombre adolescente; el Amradnuma, u hombre adulto; el Fukuli, u hombre que imita el aspecto del dandy europeo”, pormenoriza Fathi.
“Ha existido una perspectiva no binaria sobre el género y la androginia durante siglos”, recalca la artista, que toma como referencia para su obra, pinturas de principios a mediados del siglo XIX de estas latitudes. Acentúa, por cierto, que “la cultura iraní no siempre se ha ajustado a las representaciones occidentales. Lo que se entiende como femenino o masculino no es constante sino que ha ido cambiando a lo largo de la historia”. La prueba está en lo previamente citado, retomado por la artista: “Las mujeres se dejaban crecer el bigote, tenido por hermoso en aquel entonces. Incluso se pegaban mechones de cabello a cada lado del rostro para crear la ilusión de tener patillas. Los varones, mientras tanto, además de pintarse, vestían atuendos que actualmente se considerarían demasiado femeninos”.
“Se ha escrito muy poco sobre las normas de género en Irán”, señala Fathi, asimismo curadora, que suele trabajar sobre su propio cuerpo para escenificar identidades ambiguas y, con frecuencia, marginadas. Oscilando entre la fotografía, la escultura, la performance y la instalación, en obras pasadas -por cierto- indagó en los ideales de belleza impuestos hoy día a las mujeres iraníes, que las arriman a la cirugía estética. O bien, en la misma línea que Heart Throbs, en cómo otrora cuadros iraníes idealizaban ciertos rasgos faciales y corporales tanto para ellas como para ellos, sin distinción de género. “A veces -suma Shirin- solo el estilo del tocado les distingue en las representaciones visuales de época, y aún así es muy difícil diferenciarles”.