La universidad pública, libre y gratuita constituye un valor distintivo de la Argentina, en eso coincide una amplia variedad sectores del espectro político, tanto local como mundial. Sin embargo, las múltiples situaciones de vulnerabilidad social y económica suponen barreras que el acceso irrestricto, sin más, no logra derrumbar. La vivienda, en ese sentido, aparece como un cimiento fundamental en el camino hacia la apertura de oportunidades en materia de educación.
Con el objetivo de equilibrar las oportunidades a todos los estudiantes, son varias las universidades nacionales que ofrecen becas de residencias para los sectores socioeconómicamente más perjudicados. Los aspirantes postulan, sus casos son evaluados y en caso de obtener el beneficio, acceden a un techo donde vivir en los años de estudio y a múltiples sistemas de acompañamientos para asegurar su inserción en la comunidad educativa.
La Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), la de La Plata (UNLP) y la del Sur (UNS), a través de sus secretarías de Bienestar Universitario, gestionan albergues donde los y las estudiantes conviven durante su tránsito formativo en las casas de estudio.
El albergue platense
Durante la década de los noventa, en el cruce de las calles 61 y 127 de Berisso, se emplazaba un complejo habitacional privado. El emprendimiento se situaba en un predio de más de 7.000 metros cuadrados y a él llegaban muchos estudiantes con el objetivo de instalarse en la localidad vecina para estudiar en la UNLP.
Sin embargo, una serie de problemas financieros decretó que la empresa encargada gestionarlo se alejara del proyecto. Ahí, hoy funciona el Albergue Universitario de la Universidad Nacional de La Plata, en donde se alojan 150 jóvenes que cursan sus estudios en las unidades académicas de la institución.
Desde 2009, la entidad comenzó los trámites para cumplir el viejo anhelo de la residencia. Las obras se iniciaron en 2010 y para el año siguiente ya recibían alumnos de diversa procedencia. “Tenemos becarios y becarias del conurbano bonaerense, de los cuatro puntos del país y del extranjero”, precisó su director, Luis Farassi, al suplemento Universidad.
Actualmente, el espacio está constituido por tres módulos habitacionales: un edificio central con la administración y un comedor; otro con una sala de usos múltiples y biblioteca, el sector de lavadero y un extenso campus abierto con canchas de fútbol, vóley y paddle; mientras que el tercero aún está en obra y sólo funciona de forma parcial.
“Hacemos mucho hincapié en fortalecer esos sectores de esparcimiento para descomprimir tanta tensión frente al estudio”, resaltó Farassi. Además, los moradores cuentan con bicicletas para trasladarse por la ciudad y llegar a las distintas facultades.
La financiación corre al cien por ciento por parte del presupuesto universitario. La beca otorga alojamiento por el plazo de un año lectivo y cuatro comidas, a lo que se suma el puntal de un equipo interdisciplinario de psicólogos y trabajadores sociales, fundamental para acompañar a los ingresantes en su inserción a la residencia y en sus primeros pasos por la vida universitaria.
“Como para la renovación de la beca se exige un avance del 14% del total de la carrera, incluimos un grupo de acompañamiento pedagógico integrado por profesionales en Ciencias de la Educación para que los ayude a diseñar su año y ver cómo les conviene encarar el estudio”, detalló el director.
Según Farassi, “sin esta beca sería imposible que algunos estudiantes pudieran acceder a una carrera de grado”. La Plata es una de las ciudades más elegidas por jóvenes del interior y del extranjero para estudiar. Muchas veces llegan sin una solución habitacional definida y la inserción en la ciudad se les hace difícil. Si a esto se le agregan dificultades socioeconómicas para procurarse un espacio las posibilidades decrecen considerablemente: el albergue, para quienes estén en esa situación, es fundamental.
Farassi entró en contacto con otras universidades que trabajan en la implementación de becas similares. Charló con funcionarios de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) –que recientemente cerró el alquiler de un hotel ubicado en esa ciudad con plazas para 150 estudiantes– y con gente de la UNICEN. Siempre en el marco de la informalidad, porque no hay una política de Estado macro que apunte a ese objetivo. “Es algo que estaría bueno que pueda implementarse hacia adelante”, consideró.
La casa del Sur
Antes de llegar a vivir en la residencia de la Universidad Nacional del Sur, Santiago Fernández no sabía hacer ni fideos con aceite. Recién terminaba el último año de la escuela secundaria técnica en Coronel Suárez y vacilaba mucho al elegir entre Ingeniería mecánica o industrial. Charló con un amigo de su abuelo, ingeniero civil –“ni uno ni lo otro”, explicó Santiago– y se decidió por industrial.
Por ese entonces, él y sus compañeros de curso se habían enterado de la beca de residencias de la UNS. Bahía Blanca, donde está la universidad, le quedaba cerca pero no tanto: era necesario vivir ahí para estudiar.
Postuló al beneficio y fue seleccionado. El cambio de un pueblo de 40 mil habitantes a una ciudad siete veces más grande fue amortiguado por la vida en la residencia: “Fue lo mejor que me pasó”, destacó el ya recibido ingeniero.
“Cuando ingresé mis otros tres compañeros tenían entre 23 y 24 años. Era una gran diferencia de edad. Pero los chicos eran muy buenos y te ayudaban en todo. Después cuando quedé yo como grande traté de hacer lo mismo”, recordó Santiago.
El sistema de residencias de la UNS funciona desde 1988. Ofrece 108 plazas distribuidas en 27 departamentos, 9 en cada uno de los tres monoblocks con los que cuenta. Al igual que La Plata, la casa bahiense dispone de un plantel de trabajadoras sociales y articula con sistemas de servicio social de los municipios aledaños.
Diana Sánchez, secretaria de Bienestar Universitario de la UNS, explicó que más allá de resolver la cuestión de vivienda, “el propósito de la beca es que el pibe estudie y se reciba”. “Nosotros tenemos montones de chicos y chicas de pueblos y zonas rurales y la casa sola no alcanza. Si no hay un acompañamiento que vaya más allá de los aspectos socioeconómicos no se sostiene un rendimiento académico que no sea muy pobre”, agregó.
La financiación es por parte del presupuesto universitario. A ello se agrega un acuerdo que la universidad tiene con los municipios: la UNS ofrece albergue para estudiantes de esos distritos y es el municipio el encargado de pagar un canon. Ese dinero se invierte en mejoras.
“Ahora hicimos todo a nuevo: piso, pintura, luminaria y todos los artefactos”, señaló Sánchez y enfatizó en que “para un pibe resolver la demanda habitacional acá en la ciudad es lo primero, sin eso difícilmente pueda venirse a estudiar”.
En ese sentido, Santiago sabe que quizás sus papás hubieran dado todo por resolver su estadía en Bahía Blanca, pero que ese sacrificio los hubiese dejado en una situación comprometida. “Por dentro iba a saber que ellos estaban muy complicados económicamente mientras yo estaba en la universidad. Tener el alquiler salvado fue una gran ayuda para mi familia”, resaltó.
Las tres opciones de la UNICEN
La Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires es una casa de estudios regional: su sede está en Tandil, pero sus dependencias se extienden hacia las ciudades de Necochea, Azul y Olavarría. En tres de ellas, la UNICEN dispone de residencias para estudiantes de la región que no puedan costearse su vivienda.
En total, entre todas las sedes, la universidad cuenta con 280 vacantes para la beca de residencia: 114 en los módulos habitacionales de Tandil, 22 en Olavarría y 144 distribuidas en las 45 casas de Azul. “Son políticas que contribuyen a la inclusión de los jóvenes en la educación superior”, explicó Rafael Curtoni, secretario de Bienestar de la institución.
Quienes aspiren a ingresar deben pasar una evaluación socioeconómica y otra psicológica. Al igual que en los otros casos, el beneficio es complementado con otros acompañamientos y becas de asistencia.
“Pueden ser becas de comedor o becas de ayuda económica. Los centros de estudiantes suelen dar becas de fotocopias. Existen una diversidad de medidas que tratan de incentivar no solo la continuidad de los estudios sino que los chicos se gradúen”, remarcó Curtoni.
Para el secretario, “si bien la universidad es de ingreso irrestricto y gratuita, tiene un costo y la idea de estos beneficios es equiparar la brecha entre los estudiantes”.
En el caso de la UNICEN, la construcción de los módulos de Tandil se solventó con una partida presupuestaria del Estado. El resto de la obra y del sostenimiento del personal lo financia la universidad.
José Cayupil es uno de los ingresantes de este año en los complejos de Tandil, a 1.100 kilómetros de su Chubut natal. Estudia Ciencias Veterinarias y en diálogo con este suplemento afirmó que pudo enterarse de las becas a través de una investigación personal.
“La experiencia viene siendo muy buena. Llegás y estás acompañado por el personal de la residencia y los compañeros, que son muy amistosos. El beneficio que otorga la beca es muy completo. Gracias a esto puedo estudiar lo que quiero”, sintetizó.
Un marco global
Sánchez, Curtoni y Farassi coinciden en resaltar que si bien la solución habitacional constituye un avance en términos de acceso, el concepto de vulnerabilidad es diverso y no se reduce únicamente a factores económicos. Los contactos entre las secretarias de Bienestar son fluidos pero no existe una política universitaria general que encapsule la problemática y esquematice posibles soluciones.
“La cuestión de la vulnerabilidad es compleja y todos deberían tener la oportunidad de acceder a los estudios. Más allá de los medios económicos hay chicos que vienen desprovistos de cualquier apoyo y la casa no le arregla nada”, analizó Sánchez.
La idea de un marco institucional interuniversitario permitiría, para Farassi, “presentar como modelos todas estas experiencias y conocimientos y que sirvan de base para el resto de las universidades”.
Furtoni, por su parte, destacó la importancia de que se visibilicen las medidas y se hagan extensivas: “Al ser todo público es un esfuerzo muy grande y es digno de que se conozca”.