Un investigador de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) se encuentra en pleno desarrollo de sistemas de detección por métodos moleculares de agentes patógenos presentes en aguas recreacionales, específicamente de salmonella y escherichia coli, en el marco de un proyecto ideado para su posterior aplicación en alimentos.

Según datos del Ministerio de Salud de Salta, desde el inicio de 2021 y hasta la semana epidemiológica 48 se habían confirmado 1.283 casos de salmonelosis en la provincia. Las estadísticas reflejaron que el rango etario que más contrajo la enfermedad se encuentra entre los 0 y los 9 años, motivo que llevó a alertar sobre un brote endoepidémico ante el visible aumento de casos.

Es en ese contexto que adquiere valor el trabajo encabezado por Héctor Cristóbal, licenciado en Genética e investigador adjunto del CONICET, quien desde 2017 se propuso desarrollar métodos más rápidos, económicos y precisos para detectar bacterias, virus y parásitos en muestras de agua, a través de la utilización de marcadores genéticos específicos que se encuentran en esos agentes patógenos.

“Teníamos varios microorganismos de estudio que están presentes en aguas de uso recreativo, como sucede con el río Arenales, y que producen enfermedades. Decidimos comenzar con escherichia coli y salmonella, y la elección responde a que en los últimos años se han incrementado en la región los casos tanto de salmonelosis como de Síndrome Urémico Hemolítico, causados por esas bacterias”, explicó Cristóbal al Suplemento Universidad.

En esa línea, detalló que se realiza una PCR en tiempo real para identificar la presencia de los patógenos en las muestras, “un método muy familiar hoy por la irrupción del COVID-19, pero que se implementa hace años”, con un propósito más amplio que excede a la simple detección.

“En Argentina no existe una normativa nacional que establezca un límite de tolerancia en relación a la presencia de patógenos en aguas utilizadas para recreación. Si nos basamos en normas internacionales, hay zonas de la provincia donde la cantidad de bacterias presentes en los ríos está por encima del nivel recomendado, y es ahí cuando nuestro equipo articula con las autoridades sanitarias para alertar a la población del riesgo existente”, subrayó.

Para el investigador de la UNSa, “los científicos estamos para informar a la sociedad tanto sobre los avances como de los peligros, y esa vinculación debe ser fluida, porque una alerta emitida a tiempo puede evitar que la población se enferme”.

Cristóbal, quien posee un doctorado en Bioquímica, reveló que el proyecto de detección en muestras ambientales –financiado por el CONICET y la Fundación Florencio Fiorini– se extenderá al rubro alimentos, ya que “en verano hay un problema grande en Salta con la venta de comida ambulante ante la falta de controles que impiden conocer los puntos críticos donde se genera la cadena de contaminación, favoreciendo la aparición de la escherichia coli”.

Según indicó, la detección temprana de cualquier agente que pueda ser nocivo para el cuerpo humano “permite reducir el gasto público que supone una posterior internación”. En ese orden, Cristóbal impulsó el desarrollo de tests que detectan en forma simultánea la presencia de COVID-19 y gripe.

El proyecto, aún en fase de validación, consiguió en 2020 un financiamiento de 10 millones de pesos por parte del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep). “De esta forma evitaremos hacer dos testeos por separado, reduciremos costos y se podrá a través de un procesamiento rápido conocer si hay o no presencia de dos patógenos que tienen circulación comunitaria”, enfatizó.