Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) se encuentra al frente del desarrollo de hidrogeles, compuestos por goma brea y pectina, para su aplicación tanto en la conservación de alimentos como en la remoción de contaminantes de efluentes. El proyecto adquiere un valor extra por la presencia de metales pesados en el agua en varias zonas de la región, con consecuencias altamente nocivas para la población.

Aníbal Slavutsky, licenciado en Biotecnología y profesor adjunto en la Facultad de Ingeniería de la UNSa, fue quien le dio vida a una idea que tuvo su génesis en 2019 y que surgió en forma azarosa, ya que en el marco de otro trabajo que realizaba por aquel entonces logró formar un hidrogel a partir de la combinación de pectina –un polisacárido que crece en la cáscara del limón– con un polímero denominado goma brea, que se extrae de un árbol que crece en áreas secas de Argentina.

La mezcla de esos polímeros bajo ciertas condiciones da lugar a una estructura tridimensional que forma el hidrogel, que en base a su formulación, puede tener diferentes aplicaciones finales. “Como lo dice la palabra, es un gel que tiene la capacidad de absorber fluidos que sean hidrofílicos, es decir, solubles en agua, como si se tratara de una especie de esponja”, explicó Slavutsky, quien también es investigador adjunto del CONICET.

Un aspecto clave para su utilización es que debe ser biocompatible con el cuerpo humano, es decir, que no genere ningún efecto adverso.

En ese orden, una de las líneas del proyecto –la más avanzada– está dirigida hacia la utilización de estos hidrogeles para la remoción de contaminantes como colorantes y metales pesados presentes en el agua.

“Si bien aún nos encontramos en una etapa experimental, hemos visto que el hidrogel efectivamente logra retener a los colorantes, en tanto que ahora estamos evaluando su impacto en metales pesados que son muy difíciles de eliminar en las plantas de tratamiento, con costos elevados. De ahí la necesidad de apostar por el desarrollo de hidrogeles que en combinación con otras sustancias ayuden a remover esos metales”, detalló Slavutsky.

Según indicó, el río Arenales, que recorre la provincia salteña, es un caso paradigmático por la alta concentración de plomo, cromo y arsénico. Estos metales tóxicos producen una gama de enfermedades altísima y perjudican a las comunidades indígenas que suelen consumir esa agua.

La otra línea de investigación incursiona en la utilización de hidrogeles en el rubro alimentos. “Así como las bandejas de carne que se colocan en la heladera o el freezer vienen con unas almohadillas, compuestas por lo general de celulosa, que cumplen la función de retener el líquido rojo, nosotros pensamos en colocar como almohadilla a los hidrogeles e incorporarles sustancias que tengan propiedades antimicrobianas”, reveló.

Es que, según especificó, los fluidos de las carnes pueden estar contaminados por diferentes patógenos: “Las bandejas se tiran a la basura quizás con esos jugos y por accidente van los chicos, meten la mano y se los llevan a la boca. Por lo tanto, el propósito es que una vez que ese líquido aparezca se vea neutralizada la actividad de cualquier agente patógeno que pueda existir”.

El proyecto de remoción de contaminantes cuenta con financiamiento del Consejo de Investigación de la UNSa (CIUNsa) y del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. “Las propuestas vinculadas al medio ambiente están en auge, y sin el sostén de la Universidad que nos da el lugar de trabajo y el apoyo económico, ya sea en mayor o medida, sería imposible avanzar en cualquier proyecto orientado a la sociedad”, subrayó.