En la jornada de ayer se realizaron los alegatos en el juicio que se sigue en Orán al obispo emérito Gustavo Zanchetta. El Ministerio Público Fiscal representado por Soledad Filtrín y Pablo Rivero mantuvo la acusación de abuso sexual simple continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido y solicitó se le aplique la pena de cuatro años y seis meses de prisión efectiva. Por otro lado, el defensor oficial Enzo Gianotti en representación del acusado solicitó la absolución de todos los cargos.
El Tribunal de la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán es el que juzga al obispo. Está integrado por la jueza María Laura Toledo Zamora y los jueces Raúl Fernando López, y Héctor Fabián Fayos, quienes decidieron un cuarto intermedio hasta hoy, en que dará a conocer la sentencia.
La unidad fiscal además solicitó que se corra vista al fiscal penal de turno por falso testimonio del sacerdote Carlos Salvador Subelza. Entre los motivos que llevaron a este pedido mencionaron el careo del cura con uno de los denunciantes y con otro exseminarista, quienes dijeron que le habían informado de las situaciones de acoso y abuso que vivían de parte del obispo dentro del seminario. Subelza negó haber tenido conocimiento de esos relatos y de las inconductas del obispo con quien se mostró cercano y declaró a su favor en el juicio.
Los denunciantes son los exseminaristas M. C. y G. G. La fiscala especificó que G. G. desde 2015 realizó la etapa de "discernimiento" y luego ingresó al seminario el 25 de febrero de 2017. Cuando estaba cursando este último tramo para ser sacerdote, identificó hechos "vejatorios de su intimidad, de su libertad y reserva sexual". Al obispo se lo acusa por haber besado en el cuello al denunciante y dijo que esto pasó en la escuela del discernimiento organizada por Subelza, y en el que él fue a colaborar.
El 29 de julio de 2017, estaban en un almuerzo, cuando se dirigen a descansar en unas cabañas, al descender del vehículo oficial el joven dijo que se quedó a contemplar el paisaje y el acusado lo abraza con uno de sus brazos y con la otra mano le introduce un dedo en la boca, quedando él inmóvil, consternado, sin poder reaccionar y atinando a refugiarse en su dormitorio. Luego, al día siguiente, dijo que cuando estaba durmiendo se despertó y el obispo se encontraba acariciando la cara interna de su muslo.
M. C. ingresó el 25 de febrero de 2013 y permaneció incluso hasta después de la renuncia del obispo. El joven denunció que Zanchetta lo abrazaba por atrás y le apoyaba los genitales en lo gluteos, y esto pasó en distintos ámbitos.
La fiscala Filtrin detalló que esos hechos que fueron "indefinidos en el tiempo" se cometieron en el seminario Juan XXIII, en la Parroquia San Antonio y en la casa del obispo en Orán. Además, la fiscala detalló que el obispo besaba al joven en el cuello y lo incomodaba mediante constantes pedidos de masajes.
Para la fiscala, la credibilidad de los hechos denunciados fueron probados durante el juicio porque hubo contextualización de estos, detalles hasta periféricos, vivencias desde lo anatómico y de efectos concomitantes. Consideró que el relato de los denunciantes se mantuvo coherente durante el proceso. Citó los distintos testimonios aportados por exseminaristas que dan cuenta de haber sido testigos de los padecimientos de sus compañeros M. C. y G. G. y que incluso presenciaron algunos de estos hechos ya que Zanchetta cometía estas inconductas en público.
El fiscal Rivero dijo que respecto a las dos víctimas, no pueden determinar la extensión del daño sufrido, que puede presentarse con secuelas en su salud psíquica como depresión, ansiedad, hasta el suicidio.
Indicó, además, que no saben si Zanchetta sigue siendo parte de la iglesia católica porque el Vaticano no contestó a los diversos pedidos de información que realizaron.
Rivero profundizó en los informes psicológicos y psiquiátricos del obispo, que lo presentan como una persona con rasgos psicopáticos y con una grave falla del control de los impulsos; manipuladora de la situación de acuerdo a su conveniencia, que percibe a los demás como objetos para conseguir sus objetivos y que observa la realidad de acuerdo a su propia conveniencia.
El defensor de Zanchetta, insistió en sus alegatos en que los denunciantes fueron manipulados por sacerdotes que tenían una enemistad con el obispo. Pidió la absolución de su defendido.
En cuanto a las pericias psicológicas y psiquiátricas, también valoradas por la fiscalía, el defensor cuestionó que se caracterizara al religioso como falto de "empatía" y "egoísta". Mencionó que fue el obispo quien terminó de construir el seminario, que "no es una persona inmadura", y destacó su rol como mediador en conflictos sociales citando una protesta de obreros del ingenio El Tabacal y la patronal. Dijo que en el expediente canónico, se "devela este complot". También ponderó la pericia de parte de la psicóloga Eleonora Naranjo, quien dijo que el obispo tiene una "personalidad pertinente".