Desde Londres
En tiempos de Brexit, Macri y Donald Trump, ¿hay lugar para sorpresas en las elecciones británicas del 8 de junio? A menos de dos semanas de los comicios, el sondeo de YouGov, publicado por el “The Times”, revela que el laborismo achicó vertiginosamente la distancia que lo separa de la primer ministro Theresa May. Según YouGov un 43% votaría a los conservadores y un 38% al partido de Jeremy Corbyn, la mejor marca que ha obtenido desde que se convirtió en líder del laborismo hace poco menos de dos años.
Con estos guarismos, May conservaría una exigua mayoría en el parlamento, pero perdería 15 diputados, una derrota contundente para alguien que convocó a elecciones anticipadas con el objetivo de ensanchar al máximo su hegemonía en la Cámara de los Comunes de cara a las negociaciones con la Unión Europea por el Brexit. Pero el problema que realmente desvela a los conservadores es la tendencia que marcan estos sondeos. A principios de semana la diferencia era de nuevo puntos: 44% contra 35% del laborismo. Cuando May llamó a elecciones a mediados de abril era de 19 puntos.
La clave de este movimiento sísmico ha sido el lanzamiento del programa electoral de gobierno de conservadores y laboristas a mediados de mayo. El laborismo sonó genuino y audaz con propuestas como la nacionalización del sector energético, los trenes, el agua, una masiva inversión en salud, educación y vivienda, todo minuciosamente financiado con impuestos al sector financiero, los más ricos y un combate a la elusión y evasión vía guaridas fiscales. Mejor aún para el partido de Corbyn, las propuestas probaron ser muy populares entre el electorado.
Con la publicación de su plataforma electoral dos días más tarde, los conservadores, en cambio, sonaron complacientes, arrogantes e inhumanos con los recortes propuestos a los ingresos de jubilados y la llamada “dementia tax” (impuesto a la demencia senil) que ponía un techo a la cobertura social que el estado suministraría a los ancianos. El rechazo fue tal que cuatro días después de anunciar la “dementia tax”, la primer ministro dio marcha atrás con el plan, negó que hubiera sido parte de la plataforma partidaria y acusó al laborismo de generar pánico con mentiras. Demasiado tarde. Para cuando llegó el “U Turn” (giro de 180 grados), el apodo “dementia tax” había quedado adherido a los conservadores como una mancha vergonzosa.
El mismo The Times, que publicó este viernes la encuesta, plantea si la respuesta de Theresa May al atentado en Manchester el lunes que dejó 23 muertos y más de 100 heridos puede ser la vía para recuperar la holgada ventaja que le llevaba a los laboristas. La respuesta comenzó el mismo viernes con una serie de declaraciones de dirigentes conservadores coronadas por las palabras de la primer ministro Theresa May en una conferencia de prensa durante la reunión del G-7. En referencia a un discurso pronunciado por Corbyn en el que señalaba que la guerra contra el terrorismo no había funcionado, May acusó a Corbyn de culpabilizar a la política exterior británica de los atentados en Manchester.
Los conservadores siempre han sido el partido de la Ley y el Orden. Los sondeos muestran que en materia de seguridad le llevan una abismal ventaja a los laboristas como los más idóneos para lidiar con amenazas terroristas. No solo eso. Jeremy Corbyn es el laborista que menos confianza inspira en este terreno por su posición negociadora respecto al IRA, Ejército Republicano Irlandés, y el conflicto en Irlanda del Norte en los 80 y 90.
El tema debería ser un gol cantado para los conservadores, pero puede convertirse en un boomerang si el electorado detecta que hay un aprovechamiento político del evento. May ha perdido bastante credibilidad desde que asumió en julio del año pasado luego del referendo a favor del Brexit. En aquel momento con su frase “Brexit means Brexit” que confirmaba su decisión de respetar el resultado de la consulta popular y sanar la polarización creada por el tema europeo su popularidad saltó a las nubes.
Su decisión de ir por un “Hard Brexit” (separación tajante de la Unión Europea) y sus vaivenes posteriores mellaron un poco esta confianza que sufrió un nuevo embate cuando convocó a elecciones anticipadas luego de asegurar que jamás lo haría. Pero lo que realmente golpeó su reputación fue la plataforma electoral: el último sondeo indica que la marcha atrás parcial que dio en las medidas no ha servido mucho.
A esto se suma que incluso en el terreno de la seguridad interior, que pasó a ocupar un lugar mucho más central en la campaña, aparecieron críticas a los cortes presupuestarios que sufrió la policía con el gobierno conservador a partir de 2010 cuando David Cameron era primer ministro y Theresa May ministra del interior. En estos últimos siete años, el partido de la Ley y el Orden dejó en la calle a 20 mil policías. En su manifiesto electoral el laborismo, en cambio, prometió aumentar en 10 mil efectivos el número de policías que patrullan las calles. A principios de mayo, es decir, antes del atentado de Manchester, la reemplazante de May en interior, Amber Rudd, se negó a descartar nuevos cortes. Incluso en este terreno, May puede necesitar un nuevo “U Turn”.
Si logra recuperar el aura de líder confiable, estable y segura que tenía hasta mediados de mayo, si lo hace con las palabras adecuadas y sin sonar oportunista y artera, es posible que recupere su pole position. Por el momento, por primera vez en estas seis semanas de campaña, nadie descarta sorpresas el 8 de junio, sea de tono moderado, como una pérdida de algunos diputados en su actual mayoría de 17, o cataclísmico, como pasar a ser gobierno de primera minoría o, peor aún aunque difícil de imaginar por ahora, oposición de una coalición de gobierno entre laboristas, nacionalistas escoceses y liberal-demócratas.