Tiempos extraños, lectore, los que nos están recorriendo. Tiempos donde la pregunta se hace angustia, y la respuesta certera, las más de las veces, delirio puro. Como diría Lacan: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Esto no es verdad; quiero decir: no es verdad que lo haya dicho Lacan, lo dijo Serrat, y no es verdad que no tenga remedio, sí que lo tiene, pero está carísimo y no hay descuento para prepagas, y mucho menos para malpagas.
Y siempre puede venir Lacan y decir que la certeza es delirante; Discépolo y decir “verás que todo es mentira, yira yira” y Antonio Machado a rematarla con “se miente más de la cuenta por falta de fantasía, también la verdad se inventa”.
Hace unos 10 días fue 22/2/22, extraño día capicúa, o más aún 22/02/2022, que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda... como tantas otras cosas, según parece en estos días.
Hubo un tiempo en el que “la izquierda liberal” se enfrentaba a "la derecha medieval, conservadora”. Otro, en que la izquierda anarquista se enfrentaba a la derecha estatista. O un tiempo donde la izquierda internacional se enfrentaba a la derecha multinacional. También hubo un tiempo en que la izquierda pensaba cómo cubrir tus necesidades y la derecha en cómo satisfacer lo que ella misma te hacía creer que eran tus deseos. Un tiempo donde el mero hecho de querer votar ya era de izquierda. Un tiempo donde “clasificar” a las personas de acuerdo a raza, color, sexo, género, etc., era de derecha, más todavía: de ultraderecha. Y otro tiempo en el que no, o eso parece (no quiero afirmarlo, no sea que el fantasma de Lacan me diga que estoy delirando con certeza).
Hay quien se disfraza de McCarthy vernáculo y sigue alarmando con la Unión Soviética, que ya no existe ni en el TEG.
Hay quien confunde “Lugansk” con “Lugano" y teme que “las tropas soviéticas” del nada soviético presidente Putin invadan el barrio porteño recién mencionado para establecer una República Independiente que se desvincularía de la larrética CABA (antes de que este mismo gobernador transforme ese barrio en piletas falsas y torres Premium) y se volvería un territorio satélite de la provincia de Buenos Aires, donde, según esa misma certeza, está gobernando Vladimir Illich Kicillof (Perín), que aplica las veinte verdades comunistas y ya hizo un acuerdo con China comunista, Valenzuela y Marte (el planeta rojo, no olvidéis) para socavar nuestro tradicional estilo de vida accidental y deudor.
Pero también hay quien se aterroriza porque el presidente viaja a China, y teme que nos volvamos maoístas, aunque los chinos ya no lo son, y aunque aquí el PCR ya no es el Partido Comunista Revolucionario (maoísta), sino una prueba para testear COVID, y, si te da positivo no podés viajar a China (ni a ninguna otra parte).
Hay neoliberales que intentan explicar cómo se resuelve la deuda con el FMI. Me hacen recordar aquella frase de Freud: “Hoy la cultura resuelve problemas que no existirían si no fuera por la cultura” (El malestar en la cultura). Pero, como es Carnaval, se disfrazan de futuro aunque se les escape la cola de tiranosaurio por debajo del traje. Porque esta gente se disfraza, como dije en otros carnavales y quiero volver a decir ahora:
Se han disfrazado de liberales, pero son conservadores
Se han disfrazado de desarrollistas, pero son financistas
Se han disfrazado de políticos, pero son CEOS
Se han disfrazado de dialoguistas, pero son autoritarios
Se han disfrazado de independientes, pero son muy dependientes
Se han disfrazado de pluralistas, pero son represores
Se han disfrazado de libertarios, pero son mercachifles
Se han disfrazado de cultos, pero son “eficientes”
Se han disfrazado de palomas, pero son gorilas
Se han disfrazado de funcionarios, pero son empresarios
Se han disfrazado de justos, pero son ajustadores
Se han disfrazado de modernizadores, pero son cavernícolas
Y, lo peor de todo: se han disfrazado y se siguen disfrazando... de que no se disfrazan.
¡Ojo al piojo, attenti Garibaldi, alerta que camina! Si los ve, póngales urgente una perimetral, no sea cosa que terminemos cayendo como en la peli The Tinder Swindler (El estafador de Tinder), pero debiendo 54.000 palos verdes. ¡Uyyyy!, ¿ya caímos?
Sugiero al lector acompañar esta columna con el video “Mienten” de RS Positivo (Rudy-Sanz):