La violación de una chica en Palermo por parte de seis jóvenes ocupó la agenda pública y mediática de la semana. Ahora que pasaron unos días y la espuma de odios empezó a bajar, ¿nos vamos a olvidar de las violaciones hasta que haya otro caso? ¿o vamos a pensar el hecho como parte de un continuum de violencias de género que sufren mujeres y personas con sexualidades disidentes? En línea con la segunda pregunta, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires presentó una encuesta que indaga acerca de la autonomía corporal o física de las mujeres y trae algunos datos que permiten abrir líneas de acción y trabajo para la prevención de distintas formas de violencias basadas en el género. El espacio público, advierte, poniéndole números a un tema conocido, es un lugar en el que las mujeres estamos expuestas y nos sentimos inseguras: el 76 por ciento de las mujeres consultadas sintió mucho o bastante miedo a sufrir alguna situación violenta en la calle y ese mismo número recibe mensajes de amigues o familiares para confirmar que llegó bien a casa después de una salida. Pero no solo se siente miedo en la calle, el 42,8 por ciento recibió algún comentario sexual o contacto físico no deseado en el espacio público.
Esos y otros datos se desprenden de la encuesta telefónica realizada entre el 16 y el 22 de octubre del año 2021 en las 15 Comunas de la Ciudad de Buenos Aires a 750 personas mayores de 18 años por el Centro de Estudios, Investigaciones y Opinión (CEIO) y el Observatorio de Igualdad de Género de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
La investigación busca indagar acerca de los distintos aspectos que hacen a la autonomía física o corporal de las mujeres, uno de los tres pilares para alcanzar la igualdad de género, junto a la autonomía política, y la económica, según definió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La autonomía corporal es definida en el informe Estado de Población Mundial presentado por el Fondo de Población para las Naciones Unidas (UNFPA) como el “poder y la capacidad para tomar decisiones sobre nuestros cuerpos, sin temor a la violencia o a que alguien más decida por nosotros”.
Sexualidad
Además de la violencia en el espacio público, se preguntó por las violencias ejercidas en distintos ámbitos. En relación a la libertad de las mujeres a la hora de decidir sobre la sexualidad, la investigación encontró que el 22,4 por ciento de las mujeres de la ciudad se sintió alguna vez presionada para tener sexo sin preservativo.
El trabajo también es un espacio complejo. Casi un 10 por ciento tuvo que adaptar su planificación familiar por presiones en el entorno laboral. “Y si se excluyera del cálculo a aquellas que responden que no tuvieron que pasar por esa situación (pues no estaban con compromiso laboral), el segmento femenino que sintió presiones alcanzaría el 17,5%”, dice el informe.
Por otro lado, ante la pregunta sobre si se sintió incomodada de manera sexual en una consulta médica, el 22,6 por ciento contestó que sí. Es decir, “casi 3 de cada 10 mujeres reconocen haberse sentido incomodadas sexualmente por la actitud de algún profesional de la salud. Y 2 de esas 3 mujeres, reconocen que fue por la atención de un profesional varón (22,5%)”, detalla el trabajo.
Además, alrededor de 2 de cada 10 mujeres indican haber sufrido alguna vez violencia de género (por parte de alguna pareja, ex pareja, o persona con la que mantiene o mantenía un vínculo sexual o afectivo), o prefieren no contestar sobre el tema. El reconocimiento de haber sufrido violencia de género aumenta a medida que decrece el nivel educativo de las mujeres.
ESI
Desde hace quince años, la ley de educación sexual integral (ESI) es uno de los pilares normativos para prevenir situaciones de violencias y abusos. En ese sentido, el 22 por ciento de quienes respondieron la encuesta --varones, mujeres y personas de sexualidad disidente-- dijo no haber recibido nunca en la escuela información sobre temas relacionados con la sexualidad. Y el 43,9 por ciento se mostró poco o nada conforme con la información recibida.
En cambio, el 77,4 por ciento consideró que es importante o muy importante la enseñanza de ESI en la escuela. Además, el 73,7 por ciento estuvo muy de acuerdo con que la ESI contribuye a prevenir la violencia de género. Las mujeres se mostraron más convencidas de este punto (49,9 por ciento contra 38,3 de los varones).
El mayor consenso lo lleva la idea de que la ESI contribuye a prevenir los embarazos, con un 81 por ciento. En este caso, no hay diferencias significativas por género.
Anticoncepción y menstruación
Otros de los aspectos que hacen a la autonomía corporal de las mujeres es el acceso a métodos anticonceptivos y a elementos para gestionar su menstruación. Con respecto a la posibilidad de acceder a métodos anticonceptivos durante la adolescencia, en general no se señalaron obstáculos. “Sin embargo, aun en el marco de esta tendencia positiva general, ellos son quienes responden en mayor medida haber tenido "nada" de obstáculos en el acceso a métodos anticonceptivos en su adolescencia (40,2% varones vs 24,8% mujeres)”, se lee en la investigación. Mientras que entre los varones son clara mayoría los que deciden el método anticonceptivo a junto a su pareja (47,8%), del lado de las mujeres las respuestas se reparten en forma pareja entre aquellas que toman la decisión en conjunto (41,1%), y las que indican que son ellas solas quienes lo deciden (41,7%), hábito que es más marcado aun entre las mujeres mas jóvenes.
“Esto podría estar indicando un proceso de cambio que las mujeres y, especialmente las más jóvenes, vienen ejerciendo en los últimos tiempos en relación a los temas vinculados a la concepción. Es más, Incluso entre los varones hay un segmento, si bien minoritario, que reconoce que la decisión es exclusiva de sus parejas (12,1%)”, apunta la investigación.
En relación a la menstruación, un 25,6 de las mujeres respondieron que tienen necesidad de faltar a actividades cotidianas (colegio, trabajo, evento social) cuando atraviesan el período menstrual. Para las mujeres de nivel educativo más bajo, el problema es mayor. En ese caso el porcentaje asciende al 36,5.
Aborto
En cuanto a los contenidos de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la mitad de las personas afirma conocerlos mucho o bastante y ese conocimiento crece a medida que desciende la edad de las y los entrevistados.
Consultadas sobre si alguna vez se hicieron un aborto, el 21,4 por ciento de las mujeres respondieron que sí. Es interesante el dato desglosado por edad, ya que muestra que las mujeres mayores de más de 65 años son las que más recurrieron a esta práctica (35,3 por ciento), mientras las que menos accedieron fueron las más jóvenes (7,3 por ciento). Aunque probablemente incida la trayectoria de vida, no hay que descartar que la información y el acceso a los anticonceptivos no eran facilitados de la misma manera que en la actualidad cuando las mujeres mayores eran jóvenes.
Por otro lado, analizado el nivel educativo, se observa que esta decisión atraviesa niveles bajos, medios y altos por igual.