Desde Londres
Los milagros no existen. La invasión rusa podría haber revolucionado el secreto financiero global, pero detrás de la retórica dura del gobierno de Boris Johnson contra los “oligarcas rusos” y su emporio inmobiliario en Londres, hay agujeros negros legales, sanciones irrisorias e increíbles demoras en la implementación de una ley que empezará a debatirse el lunes en el parlamento, después de pasarse años en el freezer.
No es casualidad. “El Reino Unido perdió su imperio a fines de la segunda guerra mundial pero, a cambio, montó un imperio financiero con una red de paraísos fiscales que fueron desmontando el sistema financiero mundial regulado de la posguerra hasta llegar a la situación en que nos encontramos hoy. Este nuevo modelo, dominado por la City de Londres, ha echado raíces a nivel económico, político, institucional, normativo. No se desmonta de la noche a la mañana con un gobierno de estas características”, señaló a Página/12 Nicholas Shaxson, autor de “Las islas del Tesoro”, libro seminal sobre los paraísos fiscales. Retórica y realidad.
Las promesas de Boris Johnson
Boris Johnson prometió el día de la invasión a Ucrania una inmediata y contundente respuesta que tenía como eje central, un proyecto de ley contra los Delitos Financieros para impedir que los billonarios rusos escondan sus fortunas detrás de empresas fantasmas en paraísos fiscales. Unos días después, como un jugador que se tira al suelo para perder tiempo en un momento clave del partido, presentó en el parlamento un “White Paper”, paso preliminar en la legislación británica en la que especifica la posición del gobierno en el tema, posición que resultó mucho más blanda y borrosa que la retórica.
Uno de los máximos expertos en delitos financieros británicos, duro crítico del actual régimen regulatorio, Graham Barrow, condenó en Twitter el martes la exasperante lentitud del gobierno. “No necesitamos un White Paper. Necesitamos un proyecto de ley que el parlamento debata de inmediato. Sabemos lo que hay que hacer. El parlamento también lo sabe. Ahora tienen que hacerlo y sin más demoras”, twiteó Barrow.
El tiempo es oro
En el mundo opaco y super-digitalizado de paraísos fiscales como la City de Londres, el tiempo es vital. En el centro del proyecto de ley delineado en el “White Paper” está el “registro de entidades extranjeras” que incorpora la obligación de proporcionar el nombre real de los dueños de compañías registradas como propietarias de inmuebles en el Reino Unido que tienen su sede en el extranjero.
El proyecto fue presentado en 2018 durante el gobierno de Theresa May y cajoneado por las presiones de la City con el argumento de que impactaría negativamente el clima de negocios del Reino Unido. A Boris Johnson no le interesó cuando asumió el cargo en 2019, ni cuando meses más tarde ganó las elecciones, ni durante la pandemia: la invasión rusa lo desempolvó del olvido.
En caso de obtener la aprobación parlamentaria el proyecto se aplicaría para toda propiedad adquirida en los últimos 20 años con lo cual alcanzaría a buena parte de las fortunas amasadas en este siglo, aunque no a las que venían del predecesor de Putin, Boris Yeltsin, durante la época dura de las privatizaciones y de la “terapia de shock” impulsada por Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional para convertir a Rusia en un país capitalista de la noche a la mañana. Pero según los críticos del White Paper la debilidad de las sanciones y la elasticidad temporal para la entrada en vigor de la ley diluyen su impacto real.
Sobre propiedades y fantasmas
El jefe de investigaciones de Transparency International UK, Steve Goodrich, resalta que el valor de las multas es irrisorio. “Si no se puede llevar a la justicia a los dueños reales porque viven en Rusia país que no extradita a sus ciudadanos, la multa será de 500 libras diarias, algo que para un billonario es como una cosquilla. Lo que necesitamos son sanciones con multas crecientes y la posibilidad de confiscación de la propiedad en caso de que no se cumpla con los requisitos que exija la ley”, señaló Groodrich.
Además el cronograma de implementación de la ley contiene un “período de transición” de 18 meses para que las empresas propietarias de inmuebles con sede en el extranjero y sus dueños reales se adapten a las nuevas reglas. “Esto es como darles permiso a que se vayan mientras nosotros les abrimos la puerta para facilitar su salida”, señaló Goodrich al diario The Guardian.
El cálculo es que hay 78 mil propiedades en Londres que están registradas a nombre de empresas fantasmas en paraísos fiscales: el valor total supera las 100 mil millones de libras. La estimación es que un 20 por ciento pertenece a fortunas de origen ruso.
Fútbol, dinero y guerra
En el Prime Minister Question Time (PMQT) de los miércoles en el parlamento - espacio semanal en que el primer ministro concurre a la cámara para contestar preguntas de todas las bancadas - el líder de la oposición Keir Starmer apuntó al billonario ruso más conocido del Reino Unido: Roman Abramovic, dueño del Chelsea, campeón de la Champions League del año pasado. “La semana pasada el primer ministro dijo que habría sanciones concretas contra él. Luego se desdijo. ¿Se puede saber por qué Roman Abramovic no está sujeto a sanciones?”, señaló el líder laborista.
Johnson le contestó, en ese rápido ida y vuelta que es el PMQT, que no podía comentar sobre casos individuales y defendió la conducta del gobierno. Starmer replicó que otro que sigue sin estar en la lista de posibles sancionados y “tiene las manos llenas de sangre”, es el ex primer ministro de Putin, Igor Shuvalov. “Shuvalov es el propietario de dos departamentos a unos cinco minutos de este parlamento por valor de 11 millones de libras. Shuvalov está en la lista de sancionados de la Unión Europea, pero no en la del Reino Unido”, dijo Starmer.
Unión Europea y Reino Unido
El debate de una ley puede ser laborioso en el Reino Unido. Solo si hay una voluntad política de las dos cámaras – la de diputados y la de los Lores – se puede avanzar con cierta premura. En el PMQT Keir Starmer se comprometió a proponer medidas más duras en el debate que se inicia el lunes. En una rara indicación de armonía, Boris Johnson felicitó al líder laborista por su voluntad de trabajar de manera unida contra Putin.
En una nación que todavía vive en la guerra fría no hay mucho margen político a nivel retórico y de grandes gestos. Al otro día del PMQT, el gobierno anunció sanciones a Igor Shuvalov. Ese mismo jueves circularon versiones de que Abramovic estaba buscando compradores para su propiedad más visible, el Chelsea.
En la Unión Europea (UE) están dejando claro que nada de esto es suficiente. “El Reino Unido está tratando de seguir nuestro liderazgo en esta materia. Y no dudo que lo seguirán haciendo porque la presión de su opinión pública es muy fuerte. Creo que ahora hasta partidos que aceptaron el financiamiento de oligarcas entienden que tienen que cambiar de posición”, señaló Frans Timmermans, el primer vicepresidente de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE.
Uno de los indicadores más fuertes de esa penetración que la lógica de los paraísos fiscales - dictada desde la City y los grandes bufetes de abogados y contadurías - tiene en el tejido político e institucional es que el Partido Conservador se ha beneficiado con donaciones de billonarios rusos en los últimos 10 años. En la UE se han publicado listas de 680 sancionados. En el Reino Unido, con la misma retórica, solo se llega a 10 a pesar de que es receptor del grueso de esta inversión de empresas fantasmas en paraísos fiscales a nombre de testaferros.
Esperando a Godot
¿Existe la posibilidad de que esta invasión sea el punto de partida para empezar a reformar un centro global clave de la evasión fiscal planetaria como es la City de Londres? La ley no se limitaría a “oligarcas rusos” sino a toda compañía registrada en el extranjero que incluiría, por lo tanto, incluso a los mismos británicos (o sauditas, chinos, latinoamericanos, etc) que esconden su riqueza en un entramado de empresas fantasmas en paraísos fiscales.
Según Alex Cobham, director de Tax Justice International, la ley es un primer paso, pero mucho dependerá de la letra chica. “El registro de propiedades en el extranjero es un paso útil, pero nos falta una transparencia total que abarque a todos los formatos de compañías y trusts y sociedades. Tendría que haber sanciones para los facilitadores de todo este sistema, en especial, los agentes inmobiliarios. En resumen tendría que quedar en claro que no vamos a reconocer los derechos de propiedad de nadie que no declare primero que es el dueño de un inmueble”, señaló a Pagina/12 Cobham. "Estamos lejos de ese punto."