“Taparse la nariz y votar a favor” es la receta que formularon los diputados Carlos Heller y José Luis Gioja para aliviar el mal trago de apoyar el acuerdo con el FMI. Tras haber ingresado el proyecto al Congreso de la Nación, y a horas de que comience el debate legislativo, en el oficialismo persisten las posturas contrapuestas entre quienes asumen que fue el mejor arreglo posible y quienes se rehúsan a acompañar "un mal menor". Conocida la letra chica, no se despejaron dudas ni impugnaron cuestionamientos. Se especulaba con una reunión de bloque este fin de semana para discutir miradas y sellar una estrategia parlamentaria, pero hasta al momento no fue confirmada. La interna además sumó esta semana nuevos capítulos. En medio del silencio de sus dirigentes, La Cámpora anticipó su posición difundiendo en redes sociales discursos de Néstor y Máximo Kirchner en contra del FMI. Aníbal Fernández, por su parte, recordó que el expresidente le pagó al organismo 24 mil millones de dólares entre 2003 y 2006. En tanto, “Wado” de Pedro se desmarcó de la agrupación y aseguró que el entendimiento “evita una catástrofe económica”.
El próximo jueves, tal vez el viernes, el recinto de Diputados será el escenario en donde el Frente de Todos vote por primera vez dividido. En Casa Rosada están convencidos de que el proyecto será aprobado, aunque preocupa el volumen de acompañamiento que obtenga. Será la primera sesión de Germán Martínez como jefe del bloque y la más importante desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández. Que habrá divisiones es un hecho. “No habrá un voto unificado” anticipó ayer la senadora mendocina y dirigente de La Cámpora, Anabel Fernández Sagasti. “Hay que actuar con madurez y responsabilidad”, advirtió el presidente de la Cámara, Sergio Massa, desde Tucumán. En medio de la incertidumbre, Martínez le solicitó a sus legisladores que se queden en Buenos Aires por si surgía este domingo algún encuentro de relevancia. Se contemplaba la posibilidad de reunir a toda la tropa e incluso armar una charla cara a cara con el ministro de Economía, Martín Guzmán. Sin embargo, la reunión para allanar diferencias, saldar dudas y fijar un estrategia en común, hasta el momento, no tomó forma.
“Cada voto que no se consiga va a doler”, confesó esta semana Heller, presidente de la Comisión de Presupuesto, ante la cual este lunes Martín Guzmán; el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos; y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce defenderán el acuerdo. El inicio del debate parlamentario, en un plenario que también incluirá a la Comisión de Finanzas, comenzará a dar vuelta las primeras cartas del oficialismo. Todas las miradas estarán puestas en los cruces que pueda haber con los funcionarios. Como pauta de convivencia, trascendió que se intentarán soslayar en público las críticas a la negociación. Más aún si en el espacio de debate está presente la oposición. Desde el albertismo también se bajó la orden de no cuestionar a los dirigentes que estén en contra del acuerdo. Esperan que La Cámpora adopte la misma actitud conciliadora.
Tras la carta de renuncia de Máximo Kirchner a principios de febrero, el resto de los integrantes de la agrupación se mantuvo en silencio. Las únicas referencias de La Cámpora al pago de la deuda fueron los videos publicados en sus redes sociales en donde rememoraron discursos de Néstor, Cristina y Máximo Kirchner. “El FMI ha sido promotor de políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino”, se escucha decir al expresidente en un fragmento difundido el mismo día en que se cerró el acuerdo. Horas más tarde, Aníbal Fernández recordó el “coraje” y la “determinación” que tuvo Kirchner durante su gestión, en la que le pagó al FMI 24 mil millones de dólares entre 2003 y 2006. En ese sentido, aseguró que si el gobierno de Alberto Fernández tuvise en este momento 45 mil millones de dólares para "librarse" del FMI también los usaría. Pero no los tiene, las reservas netas están en rojo. El planteo del ministro de Seguridad es claro: sostiene que si bien el acuerdo no es motivo de festejo, es lo mejor que se pudo conseguir. “Se peleó con dos escarbadientes usados”, fue la frase que lanzó el jueves desde Bruselas para describir la negociación que llevó adelante Guzmán.
Una postura similar adoptó Eduardo "Wado" de Pedro, quien se diferenció de los sectores disidentes y aseguró que el entendimiento "es el comienzo de la solución". En línea con lo expresado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, el ministro del Interior remarcó que "evita una catástrofe económica en lo inmediato". "Ahora el FMI tiene que comprender esta nueva etapa en la que Argentina necesita mantener el crecimiento, la inclusión social y bajar los niveles de pobreza", agregó en una entrevista al diario El País de España.
Frente a la escalada de cuestionamientos, Alberto Fernández sostuvo el martes pasado ante la Asamblea Legislativa que escuchó “con sorpresa” las críticas. “No vamos a ajustar“, les contestó. Desde el kirchnerismo, no obstante, describen a las revisiones trimestrales como un “cogobierno con el FMI”. A su vez, indican que el ajuste fiscal y las limitaciones a la emisión van a frenar la recuperación económica y que las tasas de interés positivas generan un efecto recesivo sobre la actividad –recuerdan el impacto que tuvieron durante la gestión de Cambiemos–. El tema tarifas es uno de los principales puntos de conflicto: la actualización atada al coeficiente de variación salarial (CVS) significará para la mayoría de los usuarios un incremento de hasta el 42 por ciento --el doble de lo que el kirchnerismo pretendía fijar--. Por otro lado, también subrayan que la negociación terminó por legitimar el endeudamiento de Macri y le reprochan a Guzmán haberse enterado de los detalles del acuerdo por televisión.
Más allá de las diferencias, en el oficialismo sostienen que el espinoso trámite legislativo no pone en jaque a la unidad. “Unidad no es uniformidad”, exclama Gioja para calmar las aguas. Sin embargo, saben que cada voto menos del Frente de Todos implicará una mayor dependencia de Juntos por el Cambio para aprobar el acuerdo.