Si lo que parece una piedra toma intensos colores (rojo, verde o amarillo violento), es por el fenómeno de las distintas sales que contienen, que atravesadas mediante una lámpara de luz UV en sala oscura, produce ese increíble efecto. Son estrellas en otra dimensión, extraídas del suelo. Estamos en el Museo Mineralógico de la Puna, a más de 4000 m de altura, en Antofagasta de la Sierra, Catamarca.

El poeta y editor Javier Cófreces dice: “Escudero logró hacer realidad aquella metáfora de “hacerle hablar a las piedras”, podemos decir también, que además de haber trabajado como minero, el poeta Leónidas Escudero fue coleccionista de piedras, igual que Zoltan Czekus, cuyo legado no será la palabra, sino la galaxia que pacientemente fue montando en un recinto de colores donde hay perfiles rocosos, cristales tallados, brillo, fluorescencia, distintas estructuras, boratos extraídos de los Salares de Antofalla y del Hombre Muerto como ulexita, boronatracalcita, colemanita y otros. Sulfatos como la selenita en diversas formas de cristalización, alumbre o sulfato de potasio. Minerales de uranio del yacimiento Río de los Patos, aragonito y mármoles de ónix. Se puede observar material volcánico como ngmimbritas, piedra pómez, fonolitos y obsidiana. En la colección de minerales encontradas en la cara del volcán del Antofalla están las galenas argentíferas y fluorescentes como las calcitas, halitas y ópalos.

El Museo de los Minerales de la Puna tiene además, otra sala, donde se exhiben también rodocrosita, lapislázuli, mármol ónix, cristales de amatista, cuarzos diversos, obsidiana y una geoda de amatista de 450kg. La muestra contiene alrededor de 2.500 piezas distribuidas en tres salas.

Zoltan Czekus en su Museo Minerológico de la Puna.

Zoltan Czekus nació en Hungría en 1944, siendo muy niño su familia se exilió en Buenos Aires. Su pasión por la geología lo llevó a recorrer colecciones y museos de Europa y distintos yacimientos mineros del país. Autodidacta y profundo conocedor de la puna, se radicó en Antofagasta de la Sierra en 1996 y, convivió con quien fue su compañera Celia Fabián.

En sus andanzas, descubrió estromatolitos vivientes en Pozo Bravo, Salar de Antofalla, una laguna que rodea el volcán.

A 4500 metros sobre el nivel del mar las condiciones de vida son extremas, ahí viven las 'superbacterias'. Estas, son organismos que podrían ayudar a revelar cómo comenzó la vida en la Tierra y cómo se podría sobrevivir en otros planetas como Marte"… En la Puna Argentina, los científicos –tal es el caso de (la investigadora) María Eugenia Farías y su equipo del CONICET- encontraron estos organismos llamados “tapetes microbianos” o estromatolitos. Estas asociaciones microbianas de algas y bacterias son los primeros registros fósiles que se conocen, sólo que ahora han sido encontrados vivos (*). 

Los estromatolitos son estructuras organo-sedimentarias laminadas (típicamente de CaCO3) que crecen adheridas al sustrato y emergen verticalmente del mismo, produciendo estructuras de gran variedad morfológica, volumétrica y biogeográfica (**).

Mármol ónix con inclusiones de óxido de hierro.

En el museo se puede observar la presencia de otras rocas llamadas “oncolitos”, formadas por baterías unicelulares y, la presencia de vegetales que están carbonatados y sulfatados, es decir, son plantas vivientes que se fueron cubriendo de minerales, a medida que disminuye el volumen de agua de la laguna. Una vez que muere la planta, queda toda su estructura.

Zoltan Czekus ha recorrido los rincones más lejanos de la Puna, yacimientos mineros en el país y en el extranjero; se trata de un explorador, podríamos decir de la “National Geographic”, conocedor de la actividad volcánica de la zona, del agua y del barro en ebullición, de geisers y del descubrimiento de sales como la que lleva su nombre “czecusita” y de lagunas con estromatolitos a los que nadie había llegado.

Lamentablemente, el gran coleccionista de piedras y minerales no tuvo la ayuda de ningún gobierno de la provincia, ni siquiera para plasmar su galaxia en un catálogo.

Mientras escribo este artículo, me invade el sonido de campanas producido por unas piedras negras diseminadas en zonas cercanas a los volcanes. Junto a la escritora Angela Pradelli y la ingeniera Graciela Caletti, chocábamos una piedra contra otra, son los llamados “fonolitos”. Así, voy desandando en mi memoria las huellas del viento en el páramo, las enormes distancias entre los pueblos, las lagunas, los curiosos guanacos que huyen al paso de las camionetas. Somos parte de esta soledad y de los vestigios ancestrales, también del ADN de fósiles vivientes, allá en las alturas.

(*)BBC NEWS/Mundo- Valeria Perasso,16/agosto/2010

(**)Hugo Beraldi- Instituto Geología- Univ. Nac. México www.geologia.unanm.mx/estromatolitos