Florencia Isabel Torrez, la niña wichí asesinada el sábado último, era huérfana de madre y a su corta edad, era ya una migrante y había pasado por otras experiencias terribles, como ser abusada por un adulto a partir de los 11 años, cuanto menos.
Según pudo reconstruir Salta/12 por el relato de personas cercanas a la familia, Florencia vivía en el seno de una familia muy pobre constituida por su padre, Ariel Darío Torrez; su madrastra, Nancy Campos, y su hermana, dos medio hermanos y otros hijos de su madrastra.
Con su hermanita, un año menor que ella, Florencia había nacido en la comunidad Misión Wichí, de Pichanal, en el departamento Orán. Cuando ambas eran todavía bebés su madre y su padre se separaron. Cuando tenían cuatro o cinco años su madre se acompañó entonces con un hombre de Misión Carboncito, otra comunidad wichí, ya ubicada en el departamento San Martín, siempre en el norte. Pero hace unos tres años la madre falleció y las hermanitas fueron entregadas a su padre biológico, que las llevó a la comunidad wichí El Algarrobal, en la periferia de Pichanal, y luego a la comunidad Nueva Jerusalén, del Pueblo Ava Guaraní, en el mismo pueblo.
En ese lugar Florencia pasaba sus días, casi sin hallarse, yendo de la comunidad en la que vivía a otra, “estaba como de un lugar a otro siempre”, contó una de las mujeres que ayer se acercó a tratar de contener y ayudar a su familia. “Es una niña. Me duele el abandono, me duele la invisibilización que tenía”, lamentó esta persona.
Esta mujer, que ofició de vocera de la familia, integra el grupo Kuape Äi (Aquí estoy), de "mujeres que ayudan a mujeres", integrado por mujeres de la comunidad Misión San Francisco, ubicada en Pichanal también.
Florencia fue asesinada la tarde del 5 de marzo. Su cuerpo fue abandonado cerca de la ruta provincial 5, en un lugar próximo al cementerio de Pichanal. Por lo que poco que trascendió, se sabe que estaba en compañía de un joven cuando su "ex pareja" irrumpió agrediendo primero a este hombre y luego la atacó con un cuchillo con el que le provocó al menos dos heridas en el pecho. El Ministerio Público Fiscal de Salta informó que estos dos hombres ya fueron detenidos y serán sometidos hoy a la audiencia de imputación por parte de la fiscala de Orán Claudia Carreras, que interviene en la investigación.
La familia de la chica identificó al agresor con nombre y apellido, un hombre criollo de unos 25 años de edad al que describió como "especial" (porque asistía a una escuela especial) y que mantenía una relación con la niña (en realidad un abuso sexual) desde "hace más de tres años", es decir, cuando tenía 11 años. La familia contó que la niña vivió con este hombre "un tiempito" pero luego "no quería saber más nada con él" y trató de apartarse, pero "él en este último tiempo venía, la amenazaba, le gritaba desde la calle”.
Anuncios de contención
Las mujeres del grupo Kuape Aï fueron quizás la única contención que recibió la familia en estas horas amargas. Hay promesas de que hoy llegará ayuda del Estado.
Por la descripción que hicieron las personas allegadas, la familia de Florencia carece de todo, desde alimento diario a la más mínima información sobre el trámite judicial que se lleva a cabo tras el femicidio. Anoche mismo hubo que organizar una vaquita para proveer alimentos a los niños de la famlia, porque el padre hace changas en fincas y solo le pagan por día trabajado.
Y el padre, luego de que le informaran de que hoy le entregarían el cuerpo (tras la autopsia), desesperaba pensando de dónde iba a sacar la plata para pagar un cajón. Hasta la tarde de ayer (al día siguiente del femicidio) nadie de la Municipalidad de Pichanal se había acercado a ofrecerle una ayuda, ni una palaba de aliento. Tampoco se había acercado nadie del Estado provincial. Tampoco recibió información del proceso penal, de las detenciones se enteró por los medios de comunicación masivos.
Quizás la primera comunicación oficial que recibió la familia, fue de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, alertada por militantes feministas de la provincia, que comenzaron a movilizarse luego de que el grupo Kuape Äi alertara sobre la situación de vulneración de derechos, de "abandono", en la que se encuentra la familia de Florencia. "La hermanita, un año menor que Florencia, nos cuenta que no va a la escuela, tiene unas ganas enormes de ir a la escuela”, relató una de estas mujeres.
Ayer, luego de que activistas feministas llamaran a distintas instancias estatales, la referente local del Programa Acompañar, de la Nación, informó que aunque no les compete actuar en estas situaciones como ésta, iban a comunicarse con el equipo de trabajo de Orán (distante casi 30 kilómetros de Pichanal) para que hoy visite a la familia.
Y el Programa de Atención a las Víctimas de Violencia de Género de la provincia informó que hoy a primera hora partirá un equipo a Pichanal, ubicada a casi 260 kilómetros de la capital provincial. Más tarde la provincia difundió un comunicado en el que, bajo el título "El Gobierno articula acciones para brindar contención a la familia de la niña wichi víctima de femicidio de Pichanal", indicó que el Ministerio de Desarrollo Social y la Secretaría de Justicia "comenzaron a trabajar en acciones para brindar contención y acompañamiento a la familia de la víctima".
También dice que "al tomar conocimiento del femicidio", la Secretaría de Asuntos Indígenas (que depende de la cartera de Desarrollo Social) se contactó con autoridades municipales de Pichanal y la Secretaría de Justicia "para articular acciones" de contención, cuyos efectos alcanzarían recién hoy a la familia, tres días después de la muerte de la niña.
Este es el tercer femicidio en dos meses en Salta. El 15 de enero fue asesinada Pamela Julia Flores, una niña wichí de la localidad de Pluma de Pato, también en el norte salteño. Por el hecho está detenido un adolescente de 17 años, también wichí, que asegura que era su novio.
El otro femicidio se cometió el 1 de marzo en La Merced, pueblito de la zona de los valles, cercano a la capital provincial. En este caso la asesinada fue una mujer de 30 años, Yesica Villagra, y su asesino fue su pareja, Luciano Cerezo, quien luego se quitó la vida. La violencia del hombre dejó a dos niñes huérfanos.