Sin Benedetto, que se lesionó en un entrenamiento el sábado, sin Fabbra, suspendido, sin dinámica, sin funcionamiento, sin respuestas futbolísticas ni anímicas. Sin ideas, sin seguridad en el arco, Boca jugó uno de sus peores partidos de los últimos tiempos y perdió 1-0 contra Huracán, que no deslumbró, pero hizo lo suyo, jugó de igual a igual y aprovechó una pelota parada para llevarse de la Bombonera tres puntos de oro.
La goleada a mitad de semana contra un equipo de una categoría muy inferior como Central Córdoba de Rosario, por la Copa Argentina, con dos goles de Orsini y una destacada actuación de Oscar Romero parecía haber funcionado como estímulo, después de las tormentas que se vienen desatando en el vestuario, pero frente a un rival más complicado, Boca defraudó totalmente a sus hinchas.
El primer tiempo tuvo un ritmo lento, cansino y los avances de los equipos fueron muy previsibles. En 45 minutos se anotaron solo dos situaciones de gol: un cabezazo de Cóccaro ante un centro de Quilez que tapó Rossi, y un zurdazo de tiro libre de Oscar Romero que hizo pegar la pelota en el techito del arco.
En el segundo tiempo tampoco hubo demasiadas jugadas de gol para comentar. Huracán se puso en ventaja a los 24 minutos de esa segunda etapa con un cabezazo/hombrazo de Cóccaro, frente al cual reaccionó muy tardíamente Rossi. La jugada dejó flotando dos preguntas: 1) ¿Era Sández el más indicado para tomar a Cóccaro en las pelotas detenidas y 2) ¿Qué le pasa a Rossi? El arquero de Boca había salido muy mal en otro centro cruzado (hizo señas de estar encandilado) y se muestra inseguro.
En el equipo que armó Battaglia, Rossi no fue el único que anduvo mal. Villa y Ramírez no aportaron nada en la hora que estuvieron en la cancha, Advíncula sumó poco en sus subidas, Romero empezó bien, todos los demás se equivocaron en los pases y sólo Guillermo Fernández mantuvo cierta regularidad para trepar a los seis puntos en la calificación.
Boca llenó la cancha de delanteros cuando se le escurría el partido y pudo empatarlo sobre el final (en la única llegada), cuando Vázquez estrelló un remate en el travesaño. A esa altura la gente cantaba “contra River cueste lo que cueste, contra River tenemos que ganar”. A Boca se le vienen dos partidos bravos: Estudiantes y el Superclásico, ambos de visitante. Las derrotas como la sufrida ante Huracán no ayudan nada en el clima interno previo.
Como contrapartida, Huracán jugará dentro de dos fechas el clásico con San Lorenzo y llegará entonado, rescatando el valor de la solidaridad colectiva, la voluntad de jugársela contra cualquiera, la firmeza defensiva (bien los centrales y Quilez), y la capacidad para explotar las circunstancias favorables, como lo hizo Cóccaro en el gol.
Es cierto que Boca hizo casi todo mal y mereció la derrota, pero Huracán ayudó bastante a que eso pasara.