Roxana Giraudo nació en Córdoba en 1968, un año antes del Cordobazo. Hija única, vive hasta hoy en un barrio de clase media trabajadora donde se crió junto a sus padres, quienes hace 10 años se animaron a contarle que era adoptada, pero que no tenían ningún rastro de su madre biológica.

“Ellos decidieron decírmelo aunque yo siempre lo intuí” comenzó a contarle a Salta/12. Roxana asegura que desde ese momento busca a quien le dio vida pero “no para reprocharle nada”, sino al contrario “para que sepa que la busqué para conocerla, que sepa de mi vida y yo la de ella”. Así como insistió en enfatizar que no guarda ningún rencor, tampoco lo tiene con sus padres, quienes no le contaron sobre su madre adoptiva ya que “no se animaban por miedo a que yo me enoje y los abandone”.

Sus padres de crianza le relataron cómo había llegado a la familia, y con tiempo pudo reconstruir algo de lo que fueron sus primeros meses de vida. “Sé que nací en Córdoba Capital, entre marzo y abril de 1968, con la partera Flora Paola Muñoz, en barrio Pueyrredón”, detalló.

Su mamá estuvo tuvo con ella algunos meses viviendo en la casa de una mujer en la zona del exmercado de Abasto. En una primera instancia vivió en la casa de la misma partera “haciendo trabajos para devolver los servicios prestados” relató. Y explicó que hasta donde sabe, esa partera era conocida por recibir a jóvenes que no podían tener o criar a sus hijos y que acudían a ella para luego entregarlos a otras familias. Sin embargo, en algún momento su madre se arrepintió y decidió mudarse a lo de otra mujer conocida quien la albergó unas semanas más.

En ese ínterin, la joven, que según supo era una estudianta salteña, terminó resignando su crianza y le confesó a la mujer que la alojaba que debía volver a su casa en Salta “pero no podía hacerlo con una hija ya que nunca sería recibida”, y agregó que su padre biológico, al parecer un taxista, se había “desentendido del asunto”. Por lo que en junio de ese mismo año la terminaron entregando a sus padres de crianza, “que eran conocidos de esa señora que la cobijó”.

Ese dato le sirvió a Roxana para retomar un hilo de la historia y visitar a la mujer que había visto por última vez a su madre, aunque no le fue de mucha relevancia ya que “según ella ni del nombre se acordaba” dato que le pareció muy extraño, ya que “supuestamente la había tenido viviendo en su casa... cómo no se va a acordar”.

Sin embargo un dato le aportó: Roxana fue acompañada por uno de sus tres hijos, al que la mujer “lo describió muy parecido a mi mamá, de tez blanca, pelo castaño y alta como él”. Ese es el único dato que guarda, más el aproximado de la edad, sumado a que “si era estudiante en esa época, hoy debe tener entre 70 y 75 años”.

Dos de los hijos de Roxana, el de la derecha se parecería a su abuela.

Hace unas semanas se sumó una pista más que llegó a través de una tía de su familia adoptiva, la cual le reveló que en ese momento acompañó a su madre hasta el lugar donde la entregaron, y que allí logró ver a su mamá biológica y que incluso intercambiaron algunas pocas palabras. “Ella es la que me confirmó que mi mamá era de Salta, que le contó que había venido a estudiar a Córdoba pero que no podía volver a su familia conmigo y que acá estaba sola porque mi papá biológico no me quería”.

Por todo esto Roxana intuye que su progenitora retornó a Salta, o al menos tiene familia en esta provincia. “Yo la busco a ella, mi papá biológico no me interesa”, sentenció. “Lo que yo quiero es encontrarla para que sepa que la estaba buscando, porque a veces las madres no buscan por miedo al rechazo o al qué dirán, o porque formaron otra familia que no sabe de su pasado”.

Hablándole a su madre, le pidió que si llega a leer esta nota “no tenga miedo, que no la busco para nada malo, sino para conocerla, hablar con ella y sanar heridas de las dos. Que necesito encontrarla para cerrar mi historia”, expresó la mujer e insistió en que no quiere estorbar ni exigir nada en caso de que ella tenga una nueva familia, “no le exigiría nada más que poder saber quién es y quedarme tranquila”.

Roxana Giraudo hoy, con 53 años

Roxana sostuvo que le costó mucho asimilar el golpe cuando le contaron que era adoptada, pero reconoció que siempre lo intuyó. Al tiempo se sumó a un grupo de personas que como ella buscan sus identidades biológicas y usó para expresar lo que siempre sentía antes que le revelen la verdad, las palabras de uno de los integrantes de ese espacio denominado Nosotros: “yo me sentía una jirafa en una manada de elefantes, esa es la mejor definición para mí, siempre estuve contenida, pero sabía que no era igual, había algo adentro que me decía que yo venía de otro lado”.

Por último, recomendó a quienes dudan, que pregunten, que indaguen, que cuenten lo que les sucede y destacó que la difusión “es esencial”, algo que a ella le costó “mucho”. Dejó sus datos de contacto y los del grupo de búsqueda al que pertenece en redes sociales por si alguien posee información o está atravesando por un proceso similar. https://www.facebook.com/roxana.giraudo.7 - Instagram @giraudoroxana - https://facebook.com/groups/697520673673428/