Días pasados en la red social Instagram una joven decía: "He llegado a pensar en dejarme las uñas largas para que quede ADN del agresor en caso de ataque". Ese posteo que hiela la sangre da cuenta de que hay mujeres que se están preparando en caso de ser atacadas.
Recomendaciones como “no tomes nada en un boliche”, "llamame cuando llegues" , "compartime el viaje", "mirá antes de entrar a tu casa", "no vayas distraída en la calle", "si te sentís mal no tomes un taxi o remis sola" son muchas de las que damos a nuestras hijas y amigas. Porque las mujeres tenemos bien claro que estamos en peligro y ese peligro puede estar en cualquier ámbito en el que nos desarrollemos.
En la típica charla de amigas donde cada una cuenta situaciones de abuso, sabemos que 8 sobre 10 hemos sufrido a lo largo de la vida situaciones como manoseos, acosos y abusos sexuales en el trabajo, la escuela, la universidad y el hogar. Las niñas y adolescentes son muy vulnerables y también las mujeres embarazadas, las discapacitadas y, como ya sabemos, también las niñas de comunidades aborígenes víctimas del "Chineo". El Movimiento Indígena por el Buen Vivir, en su campaña #BastaDeChineo, así define a esta práctica: "El chineo es la violación grupal de niñas indígenas mayormente entre 8 y 11 años, a modo de marcar propiedad sobre sus cuerpos; nada tiene que ver con una práctica cultural y ancestral propia del mundo indigenista".
La violacion grupal en Palermo a plena luz del día y en un barrio muy concurrido y también vigilado nos presenta como sociedad un acto que no podemos soslayar. Es la primera vez que asistimos a un hecho como este. Otras violaciones grupales se llevaron a cabo en contextos de fiestas en alguna casa, en descampados o en alguna otra locación pero nunca algo tan expuesto. Y es ahí donde deberíamos poner foco.
Quienes realizan este tipo de delitos evitan hacerlo de manera pública; en este caso, la escena montada en Palermo por estos jóvenes facilitó su visibilización. Esta circunstancia nos tiene que poner en alerta más que nunca. Ellos han demostrado la impunidad y también el poder que tienen de tomar un cuerpo y someterlo públicamente frente a todos.
Mucho se habló y se discutió sobre el hecho desde la semántica y hasta se intentó darle un enfoque ideológico, pero lo cierto es que ellos son un emergente de nuestra sociedad y tenemos que pensar y analizar estas conductas no solo en las redes sociales y medios de comunicación, sino en ámbitos interdisciplinarios que nos alumbren para desentrañar esta conducta. Solo así podremos detectarlas y prevenirlas.
Esos jóvenes convivieron con nosotros, se desarrollaron dentro de comunidades como la educativa, el barrio, el club; tuvieron amigos, seguramente parejas. Debe haber algún indicio, alguna alerta. No se levantaron un día y dijeron: vamos a violar a una persona. Entonces es allí, en la medida anticipatoria y preventiva en la que hay poner la mirada hasta lograr que algo así les resulte inconcebible. Muchos los llaman animales o monstruos para diferenciarlos de los humanos. Pero lo cierto es que solo nuestra especie es capaz de actos tan atroces.
No podríamos concebir una sociedad sin una ley de tránsito pero soportamos convivir sin la aplicación universal de la ley de Educación Sexual Integral. Cada vez que ocurren estos hechos y se buscan respuestas a lo “inhumano” nos acordamos de que existen herramientas fundamentales como la ESI y que esta herramienta no termina de implementarse a nivel país.
Claudia Fernández Chaparro es especialista en infancia, exconsejera por los derechos de niñas, niños y adolescentes.