El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires presenta en estos días la exposición “Paisaje peregrino”, de tres reconocidas artistas de lúcida trayectoria, cuyas obras, poéticas y políticas, reflexionan sobre sobre el contexto, el territorio, las luchas identitarias y comunitarias y sobre la tensiones que impone el poder a lo largo de la historia, entre otras cuestiones.

La muestra de Adriana Bustos (Bahía Blanca, 1965), Mónica Millán (San Ignacio,1960) y Claudia del Río (Rosario, 1957), con curaduría de Carla Barbero, y asistencia curatorial de Ángeles Ascúa incluye pinturas, dibujos, textiles, objetos y videos, realizados entre los años noventa y el presente.

Desde la descripción “peregrina” del título, la exhibición propone un recorrido que oscila entre la condición viajera y la exploratoria, con un componente espiritual. Respecto del conjunto de las obras, la curadora escribe que “Resultan fundamentales para comprender y reescribir la imaginación de lo local. Sus poéticas tienen una relación estrecha con el medio ambiente que las nutre, desde la presencia alquímica del río Paraná y la espesa selva guaraní hasta la relación tensa que sostienen con la herencia colonial. En sus piezas viajan también las interacciones afectivas y políticas que cada artista ha entablado con diversas comunidades a través de su trabajo de campo, entre prácticas artesanales, científicas, pedagógicas y espirituales”.

Desde el centro de la sala y con obras que caracterizan a cada una de las tres artistas, la muestra se abre en núcleos de sentido alrededor de tres ejes en los que convergen Bustos, Millán y del Río.

El primer eje, “Cuerpos y territorio”, tematiza la violencia corporal, la del poder (el mercado, el Estado) sobre los consumos culturales y la soberanía y el cultivo de la tierra. En este núcleo se exhibe, por ejemplo, el libro/archivo compuesto por páginas de tela de seda, en el que Claudia del Río, desde comienzos de los años noventa, hilvana una larga serie de noticias policiales relacionadas con femicidios y toda una galería de crímenes que contrastan de modo absoluto con la sensibilidad de la materia y de la artesanía con que se trabaja esa materia.

Otra de las piezas de este núcleo es una obra conjunta de Millán y Bustos, de la serie “Plantío Rafael Barrett”, realizada en pastel tiza y pastel óleo sobre tela, con citas del libro La revolución de la semilla, de El colectivo (2021). Aquí se indaga, entre otras cuestiones, sobre la propiedad de la tierra y la necesidad de una reforma agraria, en el marco de un proyecto comenzado en 2019 frente al antiguo congreso de Paraguay, en Asunción.

“El paisaje: fantasía, naturaleza y sociedad” es otro eje temático, e incluye, por ejemplo pródigas obras textiles de Mónica Millán, plenas de colores y formas bordadas que evocan el paisaje. En sentido inverso y con ironía, el video “Paisaje del alma”, de Adriana Bustos, en colaboración con Sabine Küchler, surgió como conclusión de dos meses de expedición en la selva salteña, invitadas por el Instituto Goethe. En el video, Bustos está sentada ante un diorama que reproduce el paisaje selvático en un museo de ciencias naturales, leyendo lo que escribió Küchler acerca de que la selva le pareció un espacio de exclusión, de dificultades físicas extremas, donde el paisaje, con su exceso opresor, se vuelve bidimensional. Ecos "civilizados" contra la "barbarie".

En el eje “Herencia y misterio” se despliegan parte de los saberes artísticos y conceptuales de Claudia del Río alrededor del dibujo como práctica y como descubrimiento, incluso como ejercicio de meditación. Por su parte, Adriana Bustos, tal como explican las curadoras, “recurre a los mitos pero para invertirlos: las almas ya no están en el cielo esperando encarnar sino que se encuentran en el interior de la tierra, donde aguardan el momento en que brotarán a través de los volcanes”.

* La exposición Paisaje peregrino, de Adriana Bustos, Mónica Millán y Claudia del Río sigue en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, San Juan 35, hasta el 10 de abril.