Feminización de la pobreza o masculinización de la riqueza, las dos caras de una misma moneda. ¿Cómo repensar la brecha de género en las tasas de empleo y desempleo? En el tercer trimestre de 2021 la tasa de desocupación de las mujeres fue del 9 por ciento, abandonando así los dos dígitos que supo alcanzar en 2018, 2019 y su punto más alto en 2020, y siendo el más bajo de los últimos cinco años, según el último informe de CEPA. Sin embargo, la diferencia en la desocupación abierta entre varones y mujeres se mantiene vigente como una desigualdad estructural, aunque con leves reducciones recientes. En el tercer trimestre de 2021 la brecha fue de 1,3 puntos (9 por ciento en mujeres versus 7,7 por ciento en varones), mientras que en 2020 fue de 2,5 puntos (13,1 por ciento versus 10,6 por ciento) y en el tercer trimestre de 2019 fue de 1,9 puntos (10,8 por ciento versus 8,9 por ciento).
Recuperación económica
La recuperación económica de 2021 permitió la reducción de la tasa de desocupación en las mujeres jóvenes, alcanzando el dato más bajo de los últimos cinco años. Al tercer trimestre de 2021, para las mujeres de 14 a 29 años la tasa alcanzó el 18 por ciento y para los varones 16,6 por ciento. A raíz de esta situación hubo una disminución en el diferencial entre las tasas de desocupación de varones y mujeres, que pasó de una brecha de 3,4 puntos y 4,7 puntos en el tercer trimestre de 2020 y 2019 respectivamente, a una diferencia de 1,4 puntos en el tercer trimestre de 2021.
Trabajo informal
En materia de informalidad, la salida de la doble crisis generada por las condiciones macroeconómicas que dejó el gobierno de Mauricio Macri y la pandemia del Covid-19, implicó recuperación del empleo registrado y también del trabajo informal de forma heterogénea según género. En el caso de los varones, la tasa de informalidad se recortó con respecto a niveles pre pandemia (30,6 por ciento en el tercer trimestre de 2021 contra 34,2 por ciento en el mismo periodo de 2019). En las mujeres, este indicador volvió al mismo punto que en 2019, al registrarse un 36 por ciento de informalidad. En las mujeres, no solamente se sostuvo el nivel de informalidad, sino que se profundizó el diferencial entre la informalidad de varones y mujeres, ascendiendo de 1,8 puntos a 5,4 puntos, explica el informe.
Impuestos
El impuesto patrimonial a los Bienes Personales y el Aporte Extraordinario de las Grandes Fortunas son ejemplo de la masculinización de la riqueza. La estimación de los diferenciales de género en clave tributaria revela a 2019 que la cantidad absoluta de mujeres alcanzadas por el impuesto a los Bienes Personales sumó 167.870 casos aproximadamente. En términos absolutos el número representa la mitad de la cantidad de varones (que ascienden a 348.095). Es decir, en 2019, del 100 por ciento de las personas alcanzadas por el impuesto, el 32,5 por ciento corresponde a las mujeres y el 67,5 por ciento a los varones.
"Esta distribución inequitativa se evidencia aún más si se considera el valor de los bienes en posesión de los varones respecto de las mujeres. Al año 2019, sobre el valor total de los bienes declarados, el 71,8 por ciento correspondían a los varones, mientras que las mujeres poseían el restante 28,2 por ciento, es decir que no solamente las mujeres son un tercio de las personas titulares del impuesto a los Bienes Personales, sino que además el valor de sus bienes es aún más bajo que ese tercio que representa su titularidad", afirmó a Página/12 Julia Strada, directora del Banco Nación, analista económica y directora del CEPA.
En lo que refiere al impuesto a las Ganancias, y como reflejo de las desigualdades salariales en el mercado de trabajo, del total de presentaciones con ingresos gravados al año 2019, 271.171 corresponden a mujeres, apenas un 29,6 por ciento del total. Por su parte, los varones explicaron el 70,4 por ciento restante.
“La clave es mirar la desigualdad económica en la carga tributaria, lo que ocurre en el mercado de trabajo con la tasa de desocupación se traslada a la hora de tener propiedades y por ende, pagar impuestos de manera diferenciada. Hay que empezar a mirar la riqueza, con una mirada más bien distributiva, lo cual nos acerca más a discutir el modelo económico”, concluyó Strada.