Noche impecable en la terraza del Picadero. Cristalina. Apenas una brisa suave acaricia los rostros de un público que lo que había para llenar lo llenó: copas y sillas. El fin era ver y escuchar a Leo Sujatovich en plan improvisador, y muy conectado con la gente presente. De ahí el nombre, claro: “Conexión Sujatovich, entre tu vida y mi piano”. “Se me ocurrió hacer esto a partir de la necesidad de retomar la senda de la improvisación, algo que viene conmigo de toda la vida. Cuando tenía 8 o 9 años, lo que más me interesaba del piano era sentarme a improvisar. Podía estar horas haciéndolo”, dice él, consumado ya el primer recital de los tres que pactó con los programadores del teatro (Pasaje Discépolo 1857). La serie continúa este sábado 12 de marzo, con la actriz y cantante Josefina Scaglione como invitada, y el jueves 24, ambas noches a las 20.
“Cada vez que encaro la composición de algún nuevo proyecto, siempre improviso algo antes a manera de búsqueda, de juego. Esta vez pensé que el 'nuevo proyecto', en lugar de la música de una película podía ser una historia 'común'”, profundiza Sujatovich. “Me refiero a la historia de cualquier persona que tuviese algo para contar, algo no anecdótico sino algo importante. Primero, pensé que este proyecto se podía llamar 'Improvisar la vida', pero luego le encontré el que quedó, porque creo que representa mejor lo que resulta de improvisar sobre la vida de otro”.
Así se da. Ladeado por dos pequeñas pantallas cuyas imágenes oníricas sugieren lo que la música realiza, el extecladista de Spinetta Jade época Bajo Belgrano alterna un relato en vivo a cargo de Julieta Pink con otros que seguidores y seguidoras mandaron por mail, y músicas sin red que surgen de ellos. De lo que los relatos le sugieren al músico, dicho mejor. A una versión tensa, desgarrada, de “Porque hoy nací” (Javier Martínez), le sucede una de las propias, procedente de la banda de sonido del film La novia del desierto. Se llama “En este cielo, solita estoy”. “No pienso nada antes de ponerle una música a un relato, porque simplemente no se trata de pensarlo sino de bajar las manos al teclado y dejarse llevar por lo que provoca el relato. Ahí hay un salto al vacío, un riesgo, es como decidir meterse bajo el agua a bucear. Si confío en mi instinto, nada malo puede suceder…En el peor de los casos, encontraré después, alguna improvisación que me guste más que otra”.
La sombra de Sujatovich se proyecta gigante y deforme sobre una de las medianeras de los edificios que limitan con la terraza. Simultáneamente, en la escena solo iluminan su figura dos faroles blancos y la mirada de quienes escuchan, atentos, en primera fila. Es el momento más riesgoso de la noche: encarar solito y solo uno de los temas que compuso con Luis Alberto Spinetta: “Vida siempre”. “Fue un desafío éste, sí, pero creo que hay que animarse a esas cosas, porque siempre habrá alguna singularidad y eso tiene un valor enorme”, admite él, consumado el desafío. “Además, es una canción importante para mí porque la compuse con Luis. A él le gustó la música que estaba componiendo yo, a punto tal de querer ponerle letra… ¡imaginate!”, ríe, emocionado.
Entre los clásicos del rock de acá, el compositor también versiona “Ana no duerme” y el antedicho “Porque hoy nací”. A él se refiere, también. “Obviamente conocía el tema por Manal, pero un día lo volví a escuchar por la radio mientras manejaba y volvió a encantarme porque habla de renacer. Ese concepto me hace bien, porque necesito renacer siempre… Lo opuesto a eso es el dejarse estar, el abandono y la desidia”.
No es lo que ocurre bajo las estrellas de la noche, claro. De entre el manojo de piezas que Sujatovich tiene para estrenar en la noche, manotea una fina y melancólica. Se llama “La rompiente” y su letra habla de disfrutar más del camino que de la llegada. “Intento con ella representar la imagen de la acción que sucede cuando uno inicia algo, sea una búsqueda, un trabajo, o un intento de avanzar en cierta dirección. Se sabe que allí siempre habrá algún obstáculo, alguna resistencia que haga más difícil ese proceso, pero también se sabe que éste conlleva un goce. Y por delante siempre está la rompiente qué hay que atravesar para llegar a la realización… A menudo me pregunto qué vale más, si el proceso o el logro”.
Uno de los procesos, de los caminos que el músico transitó en los últimos años fue justamente cantar. Si bien siempre lo había hecho, nunca lo había pensado como un proyecto, hasta que un día se le animó a la maqueta de la citada “En este cielo…”. “La canté yo, a pesar de que la letra hablaba acerca de una mujer y estaba escrita en primera persona femenina”, detalla. “La verdad es que la había pensado para que luego lo cante una mujer, pero a las directoras del film La novia del desierto les gusto así. Finalmente, me escuché sentado en la butaca del cine y eso me pegó fuerte, me gustó. A partir de ahí, me puse a probar cantando diferentes cosas, explorando bien las posibilidades de mi voz y tomando clases de canto para aprender a usar mejor el instrumento”.
“Conexión Sujatovich” tuvo su bautismo de fuego durante el verano, en el marco del festival “Cercanías” en Las Musas de José Ignacio. La performance, puntualmente, ocurrió en un estudio de yoga pegado a un lago “con un 'soundtrack natural' en el que sonaban grillos y ranas”, evoca Leo, que en aquella jornada se dejó acompañar por la artista visual Sofía Córdoba. En tanto, la puesta musical proseguirá -además de las dos fechas restantes del Picadero- el jueves 21 de abril en Pista Urbana (Chacabuco 874) y el viernes 3 de junio en el Centro Cultural Cuerda Mecánica (Juramento 4686). “Cada fecha será única e irrepetible como las improvisaciones que hago”, promete el pianista. “Y por supuesto en cada fecha se oirán relatos diferentes, con su correlato musical”.