Una característica fundamental de las sociedades actuales es que se basan en un altísimo consumo energético, todavía sustentado en los combustibles fósiles. El 84 por ciento de la energía que usa el mundo proviene de la combustión de derivados del petróleo, gas natural y carbón. Este escenario hace que el petróleo y el gas estén en el centro de la mayoría de los conflictos geopolíticos. Rusia invadió Ucrania sabiendo que su fortaleza para resistir las sanciones de la comunidad internacional estaba en su condición de gran exportador de energía.
Esta situación impacta en la Argentina debido a que los mercados energéticos son mercados globales. El petróleo todavía no tiene sustituto y el gas y carbón todavía son recursos energéticos imprescindibles. Por esta razón, todos los gobiernos de la Unión Europea, el Reino Unido y los Estados Unidos denunciaron la invasión y establecieron sanciones, pero se mantiene la cautela alrededor de la gran industria energética rusa.
El papel de Rusia
Rusia se encuentra entre los tres primeros productores de petróleo y el segundo productor de gas natural a nivel global. En un principio, el Reino Unido y Estados Unidos impusieron una campaña de sanciones dirigidas a bancos, instituciones financieras y magnates rusos para cortarles el acceso al mercado externo. Por su parte, el canciller alemán Olaf Sholz había anunciado la suspensión del proceso de certificación para el Nord Stream 2, un gasoducto que ya está finalizado y uniría directamente Rusia y Alemania, reduciendo el tránsito de gas hacia Europa por Ucrania.
Sin embargo, esto fue un acto simbólico, un fuego de artificio. Todavía no circuló ni una molécula de gas por el nuevo gasoducto y se calculaba que su habilitación iba durar todavía varios meses. Esta situación llevó al petróleo a romper la barrera de los 100 dólares por primera vez desde 2014.
Posteriormente, las sanciones se profundizaron con la suspensión del acceso a los bancos rusos al sistema internacional SWIFT de transacciones financieras. Si bien los gobiernos occidentales no sancionaron directamente a la industria energética rusa, el impedimento de acceso al SWIFT puede dificultar las transacciones, generando tensiones sobre el abastecimiento global de petróleo y gas.
Esta semana, el presidente norteamericano, Joe Biden, anunció que su país dejará de comprar petróleo y gas de Rusia “para dejar de financiar la guerra de Putin”. Esta es una medida que tampoco tendrá un gran impacto en las finanzas rusas, ya que lo que perderá por dejar de vender crudo a Estados Unidos (poco más de 400 mil barriles diarios) lo compensará con el fuerte incremento de los precios del petróleo producto de esta decisión. Por su parte, dando un nuevo giro en su política exterior, Estados Unidos se encuentra en conversaciones con el gobierno de Nicolás Maduro para reemplazar parte del crudo ruso con suministro proveniente de Venezuela. El Reino Unido anunció que acompañará al gobierno de Biden en esta decisión.
Previo al anuncio de Biden, cuando el Secretario de Estado Norteamericano, Antony Blinken, deslizaba la posibilidad de dejar de comprar petróleo ruso, el valor del crudo cruzó la barrera de los 140 dólares. La prohibición de compra de petróleo proveniente de Rusia dejaría al mercado mundial en un déficit de 5 millones de barriles diarios, lo que según analistas del Bank Of America podría llevar los precios del barril por encima de los 200 dólares. Además del crudo, las declaraciones de Blinken hicieron volar por los aires los precios del GNL, aumentando un 60 por ciento en un día y llevándolo a superar la barrera de los 100 dólares. El mundo puede repudiar y sancionar a Rusia, pero no puede prescindir hoy de su energía.
El presidente ruso sabe que Europa produce 3,6 millones de barriles de petróleo al día, pero utiliza 15 millones de barriles. Sabe que Europa produce 230 mil millones de m3 de gas natural al año, pero utiliza 560 mil millones de m3. También conoce que Europa utiliza 950 millones de toneladas de carbón al año, pero produce la mitad.
En cambio, Rusia produce alrededor 11 millones de barriles diarios, pero solo usa 3,4 millones, mientras que produce más de 700 mil millones de m3 de gas al año, pero solo usa alrededor de 400 mil millones. Rusia extrae 800 millones de toneladas de carbón cada año, pero utiliza 300. Así es como Rusia termina suministrando alrededor del 20 por ciento del petróleo de Europa, el 40 por ciento de su gas y el 20 por ciento de su carbón.
Impacto en Argentina
Durante este año, Argentina se verá indefectiblemente afectada por el gran incremento de los precios de los hidrocarburos, fundamentalmente de cara al invierno. La economía local tiene un consumo de gas natural marcadamente estacional, pasando de consumir en verano 110 millones de m3 a 160 millones en la temporada de invierno. Esa brecha es cubierta con GNL.
Según datos que la Secretaría de Energía brindó en la audiencia pública donde se debatía el precio del gas, en el verano la producción nacional cubrirá el 94 por ciento de la demanda total, mientras que el 6 por ciento restante será abastecido con gas proveniente de Bolivia. Por su parte, en el invierno, el gas nacional alcanzará para cubrir el 73 por ciento y Bolivia lo hará con el 9 por ciento del abastecimiento. El 18 por ciento restante corresponde al gas natural licuado.
El año pasado, las importaciones de energía le costaron al país alrededor de 1100 millones de dólares, con un precio promedio del GNL de 8,5 dólares por millón de BTU y un barril de crudo cotizando entre 60 y 70 dólares. Con los precios actuales, se estima que las importaciones de GNL y derivados del petróleo podrían aumentar más de 3.000 millones.
Por si fuera poco, la bajante que se mantiene en la Cuenca del Paraná ha reducido fuertemente la generación hidroeléctrica, obligando a incrementar la generación de origen térmico, requiriendo aumentar el volumen de importación de gasoil y fueloil para alimentar las centrales eléctricas, los cuales están teniendo un fuerte aumento en su cotización dado el aumento de los precios del crudo. Cammesa, la empresa administradora del mercado eléctrico mayorista, adquirió hace poco 25 barcos con combustible y se estima que ese número crecerá de cara al invierno.
Históricamente, Europa dejaba de comprar GNL a partir de abril, cuando finalizaba el invierno en el hemisferio Norte, lo que beneficiaba a la Argentina porque justo en el momento de las compras locales se producía una caída de la demanda y consecuentemente de los precios. Sin embargo, este año va a ser distinto. Durante 2021, previendo el conflicto, Putin redujo las exportaciones de gas a Europa, lo que generó una crisis de abastecimiento y que se vaciaran los sistemas de almacenamiento. El conflicto de Ucrania cambió el escenario y Europa va a continuar comprando GNL durante todo el año para llenar sus almacenamientos, con el objetivo de disminuir su dependencia del gas ruso para el invierno 2023. Esta situación va a impactar negativamente a la Argentina, que enfrentará un GNL mucho más caro para el invierno.
Sin embargo, este escenario crítico en el corto plazo es una oportunidad para la Argentina en el mediano y largo plazo. Europa va a tratar de salir de la dependencia del gas ruso, reemplazándolo por GNL. Actualmente Argentina tiene enormes reservas de gas en Vaca Muerta y a partir de la implementación del Plan Gas, la producción está aumentando de manera sostenida. El reciente llamado a licitación para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner y su conexión al sistema de transporte de gas permitirá evacuar la producción de manera tal de reemplazar las importaciones y generar, además, capacidad exportadora. Con los precios actuales, Argentina podría exportar en pocos años 18 mil millones de dólares de petróleo y 23 mil millones de dólares de gas.