“Lenguaje y cuerpo” es una articulación fundamental en la historia del Psicoanálisis. Nos empuja a desgranar cuáles han sido las líneas de fuerza que operaron en un primer tiempo de descubrimiento en la concepción del trauma en Freud. Como siempre, lo mejor es leer los textos de Freud y de Lacan para someterlos a nuestra investigación -la que no ahorra nada a nadie ya que se precisa de un método-. Los buscadores de este campo nos confrontamos con un objeto muy particular. Como en el texto de Poe, la investigación lleva a buscar una carta que, aunque está a la vista, se la toma y se la pierde una y otra vez. Es comparable al procedimiento borgiano; uno: deja a la vista lo que copia, es decir que explicita su fuente para volverla invisible, para que nadie advierta que el autor no es Borges sino el diccionario, deja las joyas sobre la mesa para que nadie las robe. Y dos, altera lo que repite del texto inicial. Retomemos nuestro tema, comenzamos por recordar que en los años 1895-97 el psicoanalista vienés pensó el trauma ligado a la sexualidad, a la histeria. Es decir que elaboró la noción de trauma a partir de la seducción sexual, el “trauma es sexual” insistía Freud. Luego su teoría quedó desdibujada, en particular, el punto de la seducción sexual. Pero en los años 14, años de guerra, pérdidas y duelos, lo condujeron a un nuevo giro, los cimientos de su teoría del trauma quedaron conmovidos tras la irrupción de un nuevo hallazgo, el más allá del principio del placer (1920). Hay que decir que ese fue un hallazgo nodal en esa historia. “El más allá” permitió a Freud observar algo, nada más y nada menos que el alcance de la repetición. Aquel más allá asociado a ésta, finalmente, dio entrada a la pulsión de muerte. Algo crucial para el Psicoanálisis. Freud habló de la importancia que tienen las palabras sobre el cuerpo al decir que en todos los casos “se puede confirmar que los síntomas se hallan bajo la influencia directa de las excitaciones, de las conmociones emocionales”. Habla de hasta qué punto las palabras inciden, marcan y hasta hieren y en algún caso extremo son capaces de poner fin a la existencia. Freud señala que esta incidencia tiene matices, un susto violento, una palabra injuriosa, una ofensa, pueden producir de manera contingente efectos sobre el cuerpo, en la vida erótica del sujeto cuya gravitación es un asunto de desajuste, de “discordia primordial”, dirá Lacan en uno de sus primeros escritos. Estos acontecimientos son las muestras de un desarreglo fundamental en los seres hablantes. Lacan retoma la articulación lenguaje y cuerpo en múltiples lugares de su enseñanza. Podemos hacer una parada en una de ellas del seminario 23, El Sinthoma (1975), donde habla del síntoma como “acontecimiento de cuerpo”. El cuerpo queda implicado en el síntoma y en que algo se constituya como acontecimiento. Indicación valiosa para los psicoanalistas al escuchar los síntomas contemporáneos en la clínica lacaniana.
Las Jornadas son el resultado de un prolongado tiempo de trabajo e investigación, en la que distintos miembros de nuestra Institución tomarán la palabra para decir sus conclusiones, sus preguntas, sus recorridos y sus indagaciones.
*Psicoanalista, miembro de Colegio Estudios Analíticos.