PáginaI12 En Francia
Desde Cannes
En una controvertida decisión del jurado, la película The Square, del director sueco Ruben Östlund, se llevó la Palma de Oro de la edición 70 aniversario del Festival de Cannes. El segundo premio en importancia, el Grand prix du Jury, fue a su vez para la francesa 120 battements par minute, de Robin Campillo, que recibió la mayor ovación de la ceremonia, animada por la actriz italiana Monica Bellucci. El jurado presidido por Pedro Almodóvar e integrado, entre otros, por los intérpretes Will Smith y Jessica Chastain, eligió privilegiar la farsa satírica de Östlund, que narra la absurda ordalía del curador de un museo de arte contemporáneo de Estocolmo y con la que el director se propone desenmascarar las imposturas y miserias de la alta burguesía escandinava. Una curiosidad con acento argentino: la actriz, dramaturga y performer Lola Arias no tiene ni un solo plano en The Square pero su nombre se menciona de manera destacada una media docena de veces, como la autora (aunque no lo es) de la controvertida obra conceptual que le da su título y su sentido al film.
Con su película inmediatamente anterior, Force Majeure (2014), Östlund ya había ganado el premio de la sección oficial Un certain regard y ahora con el galardón mayor de Cannes vuelve a poner al cine sueco en el primer plano internacional. En el pasado, aunque Ingmar Bergman estuvo varias veces en el festival, la Palme d’Or solamente fue para La señorita Julia (1951), de Alf Sjöberg, y Con las mejores intenciones (1992), una producción sueca dirigida por el danés Bille August.
El premio a la mejor dirección fue, a su vez, para Sofia Coppola, por The Beguiled, un relato gótico sureño ambientado durante la Guerra de Secesión estadounidense, que no alcanza la ferocidad del film original sobre el que está basado, dirigido en 1971 por Don Siegel con Clint Eastwood en el papel que ahora encarna Colin Farrell.
Al margen de las consideraciones sobre el palmarés, debe decirse que –a diferencia de la del año pasado, que fue excepcional– la competencia oficial de la edición del 70 aniversario no estuvo a la altura de las expectativas. En los papeles previos, había muchos nombres propios de mucho peso, pero cuando las películas atravesaron su prueba de fuego en las proyecciones para la prensa (las funciones oficiales son otra cosa: cada película lleva su propia tropa al Grand Théâtre Lumière) se encontraron con escasos aplausos, muchas veces con el desconcierto, otras con la indiferencia e incluso, en varias ocasiones, con el abucheo, toda una costumbre aquí en Cannes, donde se dirime de manera brutal la suerte de una película o de un director.
Nunca como este año las diferentes encuestas que realizan las publicaciones en papel y online, entre la crítica francesa y extranjera, reflejaron ese estado de cosas. Puntajes dispares como pocas veces y, en líneas generales, tirando a la baja, funcionaron como un indicador que pone una luz roja sobre la selección de la competencia. El énfasis en la alegoría, la infatuación y la crueldad fueron una constante con escasas excepciones (los films de Campillo, Todd Haynes y Hong Sang-soo), lo que lleva a pensar que el concurso de Cannes debería considerar aligerar algo de peso, desprender lastre y recuperar ligereza, sorpresa y espontaneidad, con películas que no estén previamente calculadas para transitar por la alfombra roja.
Otra cosa fueron las secciones oficiales Un certain regard y Hors compétition. En la primera, brillaron Western, de la alemana Valeska Grisebach, y la rusa Tesnota, revelación del debutante ruso Kantemir Balagov, salido del taller de Aleksandr Sokurov y que con apenas 26 años se perfila como uno de los directores más promisorios del momento. Argentina dijo presente con La cordillera, tercer largo de Santiago Mitre, protagonizado por Ricardo Darín, y La novia del desierto, ópera prima de Cecilia Atán y Valeria Pivato, un doblete que refleja el interés de Cannes por el cine nacional. Por su parte, en las funciones especiales fuera de competencia, Agnès Varda (con Visage Villages) y Claude Lanzmann (con Napalm) confirmaron que la veteranía no está reñida con la maestría.
A su vez, por afuera de la selección oficial, en la Quincena de los Realizadores, el cine francés fue amo y señor, con tres de los nombres mayores del panorama local en excelente forma: Bruno Dumont con su irreverente musical Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc; Claire Denis con Un beau soleil intérieur, protagonizada por una estupenda Juliette Binoche, y Philippe Garrel con L’Amant D’un Jour, donde brilla su hija Esther Garrel.