Había una vez una firma dedicada al cine animado cuyas producciones llegaban siempre, sin demoras ni impedimentos, a las salas de cine. Pero de un tiempo a esta parte, la compañía del velador saltarín parece haberse transformado en el patito feo de Disney: contando a partir del comienzo de la pandemia, Red es en el tercer largometraje de Pixar, luego de Soul y Luca, en desembarcar directamente en la plataforma Disney+ sin disfrutar de la gran pantalla. ¿Acaso la calidad ha variado, provocando una degradación inevitable? Red podrá no estar a la altura de la trilogía Toy Story, Monsters, Inc. o Ratatouille, pero sin duda sabe ofrecer un paquete con moño colorido que aúna humor, ritmo y drama en un relato protagonizado por seres humanos. Eso y un panda rojo tamaño XXL. Continuando la senda étnica iniciada con Coco y Luca, la historia de Red transcurre en un tiempo y un espacio definidos: el barrio chino de la ciudad de Toronto en el año 2002, una era en la cual los teléfonos celulares no acaparaban el 90 por ciento de la atención púber y adolescente.
Perteneciente a una segunda o tercera generación de inmigrantes chinos en Canadá, Meilin Lee es una chica de 13 años acostumbrada a sacarse 10 en todas las materias del colegio. Estudiosa y obediente, la relación con su demandante madre parece perfecta, aunque los ríos subterráneos comienzan a correr por cauces hasta ese momento desconocidos. Es una suerte que Meilin tenga tres buenas amigas, con las cuales comparte juegos, alegrías y la fascinación por 4*Town, un quinteto teen al estilo Backstreet Boys que está por ofrecer un concierto en la ciudad. De casa a la escuela y de la escuela al hogar, que en su caso tiene la forma de un templo con atractivo turístico. Un buen día, luego de uno de esos arranques emocionales típico de la edad, Meilin, como Gregorio Samsa un siglo atrás, se descubre a sí misma transformada en un panda colorado (de allí el título Red, que en su versión original Turning Red ofrece otras resonancias), antigua maldición que acecha a todas las mujeres de la familia cuando el cuerpo de niña comienza a hacerle espacio al de la mujer.
Coescrita y dirigida por la debutante Domee Shi, ganadora de un Oscar por su cortometraje previo Bao, Red ofrece una mirada fantasiosa sobre una edad compleja y difícil, y una escena temprana enlaza el hecho fantástico con la menarca, otro posible disparador de la vergüenza. Sobre todo cuando Mamá Ming (la voz le pertenece a Sandra Oh) anda persiguiendo a su hija por el patio del colegio con varios paquetes de toallitas íntimas. El monstruo es grande y pisa fuerte, pero Meilin está decidida a tomar el control –si respira profundo y se calma, su cuerpo vuelve a adoptar características humanas–, aunque la madre sabe que el panda terminará ganando la batalla de no realizarse un ritual centenario. Con algo de relato de lobizones y varios guiños a las sagas de kaijus (los monstruos gigantes japoneses, con Godzilla a la cabeza), Red vuelve a cumplir con la marca de fábrica de Pixar: contar una historia diáfana en su estructura, de ritmo velocísimo y con un sentido del humor constante que incluye varias docenas de gags precisamente ejecutados.
Acompañadas por canciones compuestas por Billie Eilish y su hermano FINNEAS para la banda ficcional 4*Town, Meilin y sus amigas pasan del susto y el descalabro a la puesta en marcha de un plan de explotación comercial del panda, una de las tantas vueltas de tuerca de una trama hiperactiva. Sobre el final, el riesgo de la bajada de línea asoma la cabeza, pero como suele ocurrir en las películas made in Pixar (a diferencia de muchas producciones de la casa matriz, Disney), la moralina se esquiva sin por ello dejar de decir un par de cosas sobre los vínculos familiares, y la sobreprotección y excesivo control parental.
RED 7 puntos
Turning Red; Estados Unidos, 2022
Dirección: Domee Shi.
Guion: Sarah Streicher, Julia Cho y Domee Shi.
Duración: 100 minutos.
Con las voces de (versión original en inglés): Rosalie Chiang, Sandra Oh, Ava Morse, Hyein Park.
Estreno en Disney+.