¿Qué significa poner límites al neoliberalismo? La pregunta es compleja y su respuesta requiere desarticular varios aspectos del proceso de financiarización de la economía. A nivel global las finanzas se vuelven cada día más opacas sobre la base de su reproducción al margen de cualquier regulación (derivados financieros). A su vez, la desregulación financiera global despliega tres horizontes de conflictividad: uno ligado al endeudamiento de los países y las familias, otro al ajuste fiscal y el control del gasto público por medios no democráticos (el golpe a Dilma Rousseff es un ejemplo), y el tercero a la destrucción de los derechos del trabajador y el recrudecimiento de la violencia de género y racial, que no son más que formas en que las finanzas materializan su violencia expresiva. A nivel regional, desde los últimos años, varios países (Colombia, Chile, Perú), firmaron acuerdos de libre comercio en materia financiera. Estos acuerdos eliminan toda diferencia entre residentes/no residentes, garantizan a las inversiones financieras del exterior un trato equivalente al inversor nacional y crean mecanismos arbitrales para solución de diferencias, que relegan a un papel marginal a los jueces encargados de aplicar la ley. Los países que integran Mercosur, están en pleno proceso de negociaciones para la firma de estos acuerdos. Una especie de ALCA focalizado en servicios financieros (y otros tantos, como educación y salud). Cada una de las medidas que adopta el actual gobierno en materia financiera, se inscriben en esta lógica, que por cierto, profundiza el espíritu que la última dictadura cívico militar imprimió a la ley de Entidades Financieras, que dio inicio al proceso de valorización financiera local y puso fin al proyecto sustitutivo de importaciones, y aún hoy está vigente.

Discutir y oponerse al neoliberalismo hoy es una tarea difícil, que exige repensar nuevas formas de activismo, nuevas agendas en el debate público y nuevas maneras de incidir sobre la toma de decisiones. El lanzamiento del Centro de Estudios Estratégicos para la Integración Financiera (CINFIN) se propone aportar en esta desafiante misión, tan necesaria para la democracia y la construcción de sociedades más justas e igualitarias. Hemos pensado este centro desde una perspectiva de integración, porque es imposible alcanzar el sueño de construir países soberanos si seguimos viendo los problemas económicos y financieros de manera individual y sin tener en cuenta la necesaria complementariedad y la búsqueda de comunes denominadores de actuación para soluciones regionales.

América Latina necesita actuar unida y en bloque para definir las reglas de funcionamiento de la actividad financiera. Debemos por tanto encarar el debate estratégico sobre la inconveniencia de firmar los acuerdos de libre comercio en materia financiera que hoy se negocian a espaldas del pueblo (GATT, TISA). Y también debemos encarar un debate público sobre la actividad financiera como servicio público, especialmente porque los bancos no pueden ser siempre los grandes ganadores en la actividad económica y menos a costa del endeudamiento de las familias y los países.

Por eso, hemos decidido construir CINFIN como una herramienta para la discusión y construcción de alternativas al servicio de los trabajadores y sus sindicatos, de los movimientos sociales, de los parlamentarios y dirigentes políticos y del conjunto de la comunidad que busca hermanarse y organizarse en torno a la defensa de sus derechos y la construcción de proyectos políticos libres, justos y soberanos. Se trata de una tarea, local, regional y global al mismo tiempo y exige potenciar el trabajo en red para estimular una pelea sin fin contra el neoliberalismo. Pero, sino se pone especial énfasis en desmantelar las condiciones secretas y tramas que permiten el despliegue devastador de la violencia financiera, ni siquiera se podrá comenzar a pelear.

* Miembros fundadores del Centro Estratégico de Integración Financiera que se presentará hoy a las 18 horas en el Bar Piglia de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Alsina 1835, Buenos Aires.