“Según gente amiga de muchos años, yo siempre canté tango o tuve voz de tango aún cantando lo que fuera”, cuenta Ariel Prat, para explicar el lanzamiento de su primer disco enteramente tanguero. Se trata de Identidad Milonguera vol.1, que trabajó sobre la idea original y las letras de Adolfo Marino “Bebe” Ponti, composiciones del propio Prat y arreglos del pianista Pablo Valle. Cada uno de los seis temas que integran el EP está dedicado a un bailarín o bailarina reconocido en el ambiente milonguero. Algunos son leyendas, como el Flaco Dany (ya fallecido) o María Nieves. Y otras, como Milena Plebs o Geraldine Rojas son nombres indiscutidos por quienes se acercan a una pista de baile. Ponti y Prat –con la producción de Silvina Damiani- homenajean también a Miguel Ángel Zotto y a Teté Rusconi. A Prat se lo nota entusiasmado. “Hay más gente para reconocer, así que creo que pronto haremos un segundo volumen”, se anticipa.
Página/12 lo encuentra sentado en un bar tranquilo de Villa Crespo, un día de semana por la mañana y contento de haber llegado temprano a la entrevista, pese a quedarse hasta la madrugada seleccionando fotos para un libro escrito por el periodista Pablo Vázquez que recorrerá su obra musical y se presentará en la Feria del Libro. “Tiene anécdotas que ni yo me acordaba”, confiesa, antes de largarse a hablar del disco que motiva la entrevista.
“El Bebe se empezó a adentrar en el mundo milonguero, para bailar, y me escribió un mail para contarme el proyecto”, rememora el cantor. Por esa época Prat vivía en España –y dice que por entonces componía “Luna de Montmartre”– y el proyecto fue macerando a lo largo de los años. Algunos temas aparecieron y empezaron a circular entre los milongueros, o sonaban en sus shows en vivo, aunque se presentara otro álbum. El Flaco Dany, por ejemplo, que supo tener su pasado murguero, bailaba la milonga que le habían dedicado en distintos espacios. Es más, la estrenaron con él mismo en el mítico Marabú.
A Prat se lo piensa más cercano a la murga, pese a sus coqueteos con el tango. También se le reconoce un costado rockero. Pero él entiende que su identidad también es tanguera. Viene de familia milonguera, cuenta -“mi padrino me llevó a conocer a D’Arienzo al camarín del Club Municipales”- y de un modo u otro el tango siempre estuvo presente, aunque él no lo bailara. “Hay quienes no saben que el baile murguero tiene mucho que ver con la milonga, yo digo que es el eslabón perdido entre el compadrito y el negro. Eso está visible en la milonga con traspié y otros movimientos”, explica.
“Yo te quiero contar que cuando hacíamos este trabajo, pensé que no lo iba a cantar”, baja la voz Prat y lanza la retahila de grandes voces del tango a quienes admira. Accedió tras la insistencia de Ponti y Damiani, que lo convencieron de que cuando canta un tango o una milonga “transmite un sentimiento”. En eso se reconoce. “Yo estoy convencido y consustanciado que en lo que canto, además de la técnica, en la milonga del Flaco Dany, por ejemplo, por dentro bailo con él. A Nieves, a Milena, a Zotto, los vi bailar. Entonces cuando canto, como compuse la música, me siento muy metido. Y Pablo interpretó maravillosamente mis composiciones en sus arreglos”.
Nieves, además de ser una leyenda desde hace décadas, protagoniza el videoclip de lanzamiento del disco. Incluso recita unos versos. “Escuchó el demo y se emocionó –relata Prat-. Cuando le dijeron que queríamos hacer un videoclip, que filmó Vito (Venturino), de Cachivache Quinteto, dijo que sí. Y conmigo pegó una onda bárbara”. En ese tema hay una suerte de grito, cerca del final, una curiosidad que Prat asegura que había pensado que devendría “en un ensamble de violines y fueyes”. Pero Valle eligió dejarle ese momento a la voz. “Todos me dijeron dale para adelante que ahí está la tradición, lo nuevo, tu manera de interpretar. Y hay algo en ese desgarro de la interpretación que a ella la emocionó mucho, así que no se equivocaron”.
Las letras del disco son parte esencial de la propuesta, pues buscan capturar la vida de sus homenajeados tanto como su estilo de baile. Y, a la vez, la dupla buscó mantenerle un sonido actual a los bailarines. “Alguna gente escribe hoy como queriendo rememorar lo viejo. En la ‘Milonga del Flaco Dany’ cantamos ‘le dicen el Flaco Dany’. Trabajamos mucho eso. Dudamos en poner ‘le baten’ o ‘le dicen’ Al final entendimos que era redundar en un porteñismo que no sumaba. Si yo hablo con mi vieja y le cuento algo, no digo ‘le baten’. Yo digo ‘amigo’, no ‘gomía’. Podríamos haber caído en ese lugar común, porque el Flaco era un personaje de la noche porteña entrañable, pero elegimos esto, más cercano”.
-Un disco no-murguero.
-Bueno, Juan Carlos Copes bailaba murga de pibe. Zotto también. Milena lo mismo. Y si Geraldine pasó por un barrio humilde, seguramente vivió el carnaval. Está todo en la raíz. Uno cree que no, pero está ahí desde el comienzo. A mí en el barrio me decían Gardelito y Tanguito.
-Entonces hiciste un rulo. Venís de familia milonguera, creciste, anduviste por otros géneros y ahora volviste a donde según tus amigos, nunca te fuiste.
-¿Como un loop, no? Está bien. Uno canta lo que tiene adentro.