La sandwichería del barrio

Son tres amigos que querían abrir una cafetería. Buscaron un local durante largo tiempo, hasta que encontraron uno que les gustó mucho, en ese Villa Crespo más cercano a la calle Warnes. Allí, en uno de los vidrios, encontraron un slogan pintado: “Especialidad en sándwiches”. Y ese detalle azaroso cambió de pronto toda la idea previa. Isla Flotante es hoy una de las más lindas novedades del barrio, con platos de aires clásicos, ricos sándwiches, vinos y vermú para una tarde sentados en la tranquila vereda.

El lugar es un ex bodegón de 75 años de historia (se llamaba Lo de Jesús; dicen que sus dueños originales eran José y María, un detalle bíblico difícil de obviar), reconocido en su momento por el sándwich de jamón crudo. “Lo de Jesús cerró antes de la pandemia. Nosotros mantuvimos todo, el piso original, las paredes, hicimos solo unos cambios en la barra y agrandamos la cocina”, cuenta Mariano, uno de los socios. “Y como el sándwich de jamón era la estrella de la casa, quisimos mantenerlo. Conseguimos una persona en Pehuajó con chanchos propios que nos hace el jamón crudo en exclusiva para nosotros”. Sale en pan de focaccia (a veces cambian a pan de masamadre), con una manteca noisette “modificada con algunos secretos nuestros” ($880). La carta suma más sándwiches (de pastrón casero a $840; de suprema Maryland a $780; de tortilla y espinaca gratinada a $750), también algunas entradas de tipo cantina como croquetas de sésamo ($450), berenjenas en escabeche ($350), buñuelos de verdura ($450), con algún que otro permiso étnico (pakoras con pickles de sandía, $540). Hay jarra de vermú son sifón para compartir a $1000, hay vinos ricos como el Criolla de Durigutti ($1900). De postre, claro, la tan vintage isla flotante, con sambayón y caramelo a $450.

De vista, Isla Flotante retoma esa estética vieja y algo dejada, de sillas gastadas, detalles despintados; con eso logra armar uno de esos lugares de encuentro donde sentirse cómodos, relajados y bienvenidos, para un atardecer entre amigos y parejas.

Isla Flotante queda en Dr. Luis Beláustegui 396. Horarios de atención: miércoles a domingos de 19 a 1. Instagram: @islaflotante.comidas.

El más coqueto

Hace un mes abrió Bocha en el polo de Palermo, un patio de comidas al aire libre que convoca a muchos de los mejores cocineros de Buenos Aires: la parrilla Pepe de Juan Carlino, el local con pastelería y platos de Narda Lepes, el stand de Apu Nena, las pizzas de Togni, las barbacoas de Ribs al Río y muchos etcéteras. Entre todo eso, hay un bar que brilla con luz y lentejuelas propias: es Bocha de Bardo, la nueva propuesta de Inés de los Santos (para muchos, la mejor bartender del país), con una barra hiperglamorosa en forma de herradura y unas pocas mesas afuera donde sentarse a beber y pasar el rato.

En realidad, Bardo nació mucho antes: por años supo ser un proyecto de cócteles itinerante de Inés de los Santos con el que ella visitaba a los más prestigiosos restaurantes del país. “Siempre pensé a Bardo como una propuesta pensada para acompañar gastronomía. Y acá en el polo funciona igual: podés sentarte en el bar y comer un locatelli de pavita, pero también pedir tu cóctel para llevar y acompañar lo que se ofrece en todo el resto de Bocha”, cuenta.

Bardo no tiene cocina, sino que solo despachan platos aires clásicos que se arman en la propia barra: hay locatelli a $550; triolet de salame, queso y aceituna a $550; anchoas, aceitunas y pan de masamadre a $500; sanguchito de asado argentino, queso dambo, ajó en vinagre y tomate asado a $1250, entre otros. En el capítulo bebidas, además de ricos vinos y bebidas especiales sin alcohol (imperdible pomelada con tomillo a $550), brillan los cócteles: un cebado gin tonic (con almíbar de yerba mate, cedrón y piel de limón, $600), un River Mary (suerte de Bloody Mary ahumado con bourbon, $750), un Daiquiri a lo Hemingway con marraschino y cordial de pomelo y lima ($650), un relajado Americanissimo con Pimm’s, Campari, cordial de naranja y soda ($650), son algunos de los ejemplos.

El polo tiene ese aurea de aristocracia campera, que Bocha de Bardo sabe retomar con gracia y modernidad. Para sentarse en una de sus mesas al aire libre con boina y un Martini en la mano.

Bocha de Bardo queda en el Campo Argentino de Polo de Palermo (Av.Libertador 4096). Horario de atención: viernes desde las 18; sábados y domingos de 12 a 24. Instagram: @bochadebardo.

Escalera al cielo

Al lado del exitoso Nola (ese hermoso restaurancito de cocina rápida de Nueva Orleáns), aparece un pasillo largo y exótico, iluminado de rojo y con una cabeza de una rana enorme de ojos saltones que mira fijo desde el techo. Al fondo una puerta con ventana circular vislumbra una escalera que sube a lo desconocido. Se trata de Anfibio, una de las vinerías más particulares de Buenos Aires, ideada por el sommelier Francisco Terrén (también socio de Nola). “El Instituto Nacional de Vitivinicultura permite agregar más de 1800 cosas a los vinos convencionales. Un vino natural, en cambio, no agrega nada, es tan sólo la uva y sus levaduras; eso lo convierte en un producto vivo”, explica.

El local es amplio, algo modernista y brutal, con mucho cemento, murales, obras de arte. El fuerte es la terraza con buena parte cubierta y barra desde donde despachan vinos en su mayoría naturales y de baja intervención. Siempre hay unas ocho opciones por copa (como Paso a Paso rosé de criollas a $460 o el Finca Suárez Cabernet Sauvignon a $470), y otras 100 etiquetas por botella con rarezas como el Malbec de Arena de la bodega costera bonaerense Sante ($3200) o el Pedro Ximénez de La Cayetana ($2400), entre muchos más (arrancando en amigables $1600).

La cocina va a tono con los sabores de este tipo de vinos, usualmente aromáticos, frescos y de alta acidez. “Quería ofrecer platos sin carne pero con identidad. Como viajé y me fascina Latinoamérica, fuimos por ese lado”, dice Francisco. Son deliciosas las cachapas con queso de cajú, palta, cebolla morada, cilantro y pickles ($560); también los tacos de tortilla de maíz nixtamal, porotos negros, choclo, palta, pulpas de pomelo, cebolla morada, cilantro, con mayonesa de remolacha y zanahoria blanca ($840). El curry de arvejas verdes y coco preludia los primeros frescos, mientras que las empanadas caprese de estilo venezolano (son de harina pan y fritas) gustan a todos.

Un lugar distinto, con sabores distintos, a tan sólo una escalera de distancia.

Anfibio queda en Gorriti 4391. Horario de atención: martes a domingos de 19 a 1. Instagram: @anfibiovineria.