Hace varias décadas, la filósofa y escritora Simone de Beavoir escribió una novela titulada La sangre de los otros, en la que reflejaba el desdén y la indiferencia exhibida con desparpajo por un aristócrata vil y decadente.

En estos días de conmoción por las operaciones bélicas en la región de Ucrania observamos perplejos y con indignación la obscena estupidez de muchas personas que indiferentes al drama humanitario y las muertes por bombardeos buscan el lado humorístico de una tragedia.

Acaso sea un "mecanismo de defensa" la negación del horror porque ocurre en latitudes distantes porque el desarraigo, el sufrimiento por la destrucción planificada es de otros.

Terrible paradoja para habitantes de países empobrecidos con poblaciones que muy pronto pagarán las consecuencias de la confrontación de las potencias globales. Las penurias también se harán sentir en los territorios de esas potencias.

El capitalismo es un sistema mundial integrado y, como señaló Félix Guattari, sus maquinarias de guerra operan en todo el Planeta.

Resulta irritante percibir que la mayoría de los reportes se refieren a especulaciones sobre variaciones de precios del gas y el petróleo, cotizaciones bursátiles y de monedas.

Se equivocan quienes piensan que la crisis mundial en marcha es fugaz.

El colapso golpea y golpeará todas las puertas aún las de las personas indiferentes que creen que la sangre derramada es de otros.

Carlos A. Solero