“El acuerdo con el FMI es criminal, porque está en juego el nivel de vida de millones de argentinos”, fue una de las críticas repetidas al entendimiento que Néstor Kirchner firmó en septiembre de 2003 con el organismo de crédito. “Es criminal en un país devastado haber prometido un superávit fiscal del 3 por ciento, que prioriza a un acreedor internacional antes que a un chico desnutrido, a un trabajador desocupado”, agregó el entonces diputado Luis Zamora, quien también condenó que el gobierno del Frente para la Victoria no repudiara la deuda contraída por la dictadura cívico-militar.
La mayor parte de las críticas al convenio que Alberto Fernández firmó ahora con el Fondo Monetario Internacional también las recibió Kirchner cuando pactó con el organismo en 2003. En su caso, demostró que el acuerdo le dio un espacio indispensable para avanzar con valentía en políticas a favor de las mayorías populares. ¿Podría haber hecho lo mismo con el país en cesación de pagos con el FMI? El ex presidente y el Frente para la Victoria, que se abroqueló detrás suyo, consideraron que no. Interpretaron que era mejor ganar tiempo para el ordenamiento de esa deuda antes que seguir la estrategia de ruptura que les reclamaban desde un sector de la centro izquierda y la izquierda. ¿Qué pasará ahora? Se analizará más abajo.
Por supuesto que los contextos económico, social y político de 2003 y 2022 son distintos. Cada momento tiene sus particularidades, sus relaciones de fuerza, sus demandas y tolerancias de la sociedad, sus dirigentes en el gobierno y en la oposición, sus más y sus menos. Ninguna experiencia se puede trasladar en el tiempo, ni de un lugar a otro, porque jamás encajará exactamente como lo hace una ficha en un rompecabezas. Pero no menos cierto es que de las experiencias también se aprende, se sacan conclusiones.
¿Las acusaciones a Kirchner que hacía Zamora estaban en lo cierto, las cosas podrían haber salido mejor si se hacía lo que reclamaba el diputado? Como todo debate ex post, es imposible saberlo. Pero para el campo nacional y popular Kirchner es un héroe, un patriota, porque demostró que su rumbo era el interés general, no la defensa de intereses de sectores poderosos y concentrados de la economía, como le atribuían sus críticos. En su tiempo, Kirchner soportó todo tipo de ataques.
Los ataques
Las condicionalidades pactadas con el FMI en 2003, aseguró Zamora, eran intolerables. “Lo más grave de Kirchner es que gobierna en contra de los intereses del país y les hace creer que gobierna a favor”, opinó el diputado, resumiendo la posición de la mayor parte de la izquierda y una porción de la centro izquierda en aquel momento. Hoy a Alberto Fernández le dedican opiniones similares.
Claudio Lozano, desde la CTA, reprochó que “en ningún momento nuestro país tomó la decisión de llevar al seno de la Organización de las Naciones Unidas, mandante del FMI, la denuncia respecto al funcionamiento del organismo”. El economista lo dejó expresado en el documento “La deuda ilegítima”. “Lejos de ello, de acudir a la ONU, el presidente Néstor Kirchner decidió darle un privilegio aún mayor al FMI como acreedor. Pasó de pagar puntualmente los compromisos de deuda según los vencimientos, en lugar de cuestionarlos, a cancelar en un solo pago la totalidad de la deuda con dicho organismo. Se trató de una decisión en abierta coincidencia con la propia política del FMI. De este modo, lo que en la Argentina se pretendió mostrar como un acto soberano fue en la práctica una imposición del FMI a sus deudores”.
El acuerdo de refinanciación de deuda por 17.922 millones de dólares que firmó Kirchner en septiembre de 2003 se estructuró en un programa stand-by a tres años, con revisiones trimestrales, metas cuantitativas y compromiso de aprobación de leyes.
El 23 de septiembre de ese año, pocos días después de la firma del nuevo crédito asumido por la Argentina, Zamora opinó: “Kirchner firmó un acuerdo con el FMI tan gravoso para el país y el pueblo como los que firmaron algunos de sus antecesores".
"Volvió a reconocer la legitimidad de la deuda, aceptó el monto, los plazos y los intereses sin cuestionamientos así como también la competencia de los tribunales norteamericanos, ignoró la responsabilidad principal del FMI y no aprovechó el desprestigio mundial de esa institución de la usura, ocultó la vulnerabilidad del FMI, del Banco Mundial y del BID ante la magnitud del endeudamiento argentino, desaprovechó el marco político social latinoamericano para intentar acciones conjuntas, aceptó las presiones por aumentos de tarifas a las empresas privatizadas y se comprometió a un ajuste para garantizar un superávit fiscal de 3 por ciento del PIB destinado a pagar la deuda externa al FMI y demás organismos”, advirtió el diputado. Lo hizo en los fundamentos de un proyecto de ley para convocar a una consulta popular vinculante que determinara si había que darle crédito al Poder Ejecutivo para seguir negociando con el FMI o si se interrumpían los pagos y las negociaciones.
"El gobierno del presidente Kirchner continúa pagando sumas formidables y aceptando negociaciones donde en lo sustancial el G7 y el FMI imponen sus criterios. Mientras hace discursos de barricada por los medios de comunicación o en actos públicos, en las negociaciones ha aceptado suscribir compromisos uno más perjudicial que otro para el país. Fundamentalmente cede y paga. E incluso mientras discute un aspecto u otro, o aparenta posturas de firmeza, mientras se le exigen medidas de ajuste, o aún cuando se extorsiona descaradamente al país, Kirchner nunca deja de pagar; por supuesto con la plata de todos", siguió Zamora.
El acuerdo
Noemí Brenta, economista e investigadora del Conicet, detalló en el documento "Argentina y el FMI: efectos económicos de los programas de ajuste de larga duración" las condicionalidades pactadas en los distintos acuerdos con el organismo desde 1956 hasta 2003. "En el acuerdo de 2003, las condicionalidades obligatorias fueron 19, más numerosas que nunca".
"En materia fiscal, el gobierno aceptó fijar un piso de superávit primario del gobierno federal, un piso de superávit total federal y un piso de superávit primario de gobiernos provinciales. En materia monetaria, se aceptaron techos al nivel de activos internos del Banco Central, se fijó un stock de reservas internacionales netas y un techo al aumento de la base monetaria. En materia de deuda, se puso un límite al stock de deuda pública federal, un límite a los atrasos de pagos de deuda pública federal, un límite al stock de deuda pública consolidada y se estableció que no podía haber atrasos en pagos a multilaterales y bilaterales", precisa la investigación.
El acuerdo con el Fondo también estableció qué leyes debía aprobar el gobierno de Kirchner: "Ley para reducir la evasión y elusión fiscal; ley penal tributaria; ley para fortalecer el tratamiento de operaciones internacionales; crear la jurisdicción federal del tribunal fiscal en Buenos Aires; fortalecer el régimen para pequeños contribuyentes; ratificar acuerdos bilaterales en provincias responsables del déficit fiscal consolidado; ley de coparticipación federal primaria y secundaria, y eliminar atrasos en reembolsos del IVA".
Ahora qué
A pesar de las críticas por izquierda y de los condicionamientos asumidos por Kirchner en 2003 con el FMI, las políticas que implementó su gobierno fueron de reconstrucción del tejido económico y social, de inclusión y ampliación de derechos, todo lo contrario a lo que le cuestionaban. Aprovechó el tiempo que ganó con la refinanciación de la deuda con el Fondo para hacer todo eso.
Al gobierno de Alberto Fernández ahora le tocará demostrar lo mismo, empezando por el control de la inflación y de los formadores de precios, que en dos años de pandemia y ahora de guerra en Europa han abusado de los bolsillos de la mayoría. El acuerdo con el FMI le da cuatro años y medio a la Argentina para rearmarse. Si ese tiempo se utiliza para hacer lo mismo que hizo Kirchner cuando le tocó gobernar, las críticas actuales se transformarán en elogios. De lo contrario, el Frente de Todos habrá perdido una valiosa oportunidad.