Simpático, macanudo, inteligente, ingenioso, buen tipo: te recuerdo con esas cualidades de la época en que las oficinas de Rosario/12 quedaban en la Peatonal Córdoba y vos eras el compañero que siempre, pero siempre, nos arrancaba como mínimo una sonrisa. O una carcajada. Después te fuiste a Perfil, después a la televisión, y la noche del martes 6 de diciembre de 2005 te nos apareciste con una revelación: "Fui lindo". ¡Un mito rosarino se instalaba en los medios! Posteé al día siguiente en mi blog una pregunta: ¿Cuándo fuiste lindo, Rozín? Copio hoy, y pego, con una tremenda tristeza, pero sin poder dejar de sonreír ante tu humor bizarro, la frase completa, que encontré citada en tu obituario por Susana Ceballos: “De joven era muy lindo. Pero si hoy baja un marciano y me ve a mí junto a Meolans no creería que somos de la misma especie”. De joven, querido Rozín, estudiabas periodismo en la Facultad de Comunicación Social de la UNR, donde, como todos, ibas de un aula a otra desafiando la brisa húmeda y fría que sopla desde el río Paraná. Así que una deidad pagana caminó las vereditas adoquinadas de la Siberia... ¡Y no la vimos! ¡Qué maestro del discurso que fuiste, Rozín! "Fui lindo" es una afirmación incontestable, es como decirle a alguien: "Yo te quería". ¿Cómo se entiende o se responde o se cree eso? ¿Qué fuerza verosímil nos impediría comunicar tales eventos del alma cuando eran noticia? ¿Pero... y si era verdad? ¿Y si eras lindo y me lo perdí para siempre? Los que fueron testigos de tu belleza, Rozín, ¿declararán acaso? ¿Guardarán fotos? ¿Querrán mostrárnoslas? A diecisiete años de tu enternecedora declaración televisiva aún recuerdo la cara que puso al oírte Chiche Gelblung (a investigar el origen de ese apodo... ¿otro que fue lindo de joven? ¿o de chiquito, aunque sea?) o a lo mejor me la invento, es lo más probable, la dibujo parecida a la que debe haber puesto el arquero ante el gol de palomita de tu ídolo, Aldo Pedro Poy... porque cómo olvidar en este apresurado retrato la identidad auriazul que compartías con el Negro Fontanarrosa, quien si mal no recuerdo para entonces ya había mudado su mesa del Cairo a La Sede, en aquellas charlas de bar en el after hour del diario, que deben haber sido una fiesta de ingenio y de humor; otra maravilla que nos perdimos. Y te cuento, Rozín, que el club de tus amores, en mutua lealtad, fue de los primeros en despedirte en las redes: "Desde el Club Atlético Rosario Central lamentamos profundamente el fallecimiento de Gerardo Rozín, un Guerrero de corazón, que siempre supo representarnos de la mejor manera. Enviamos nuestras condolencias y fuerzas a sus familiares y amigos".
Sentí cómo te recuerda tu primer editor, Pablo Feldman, qué entrañables memorias de cuando Rosario/12 y vos arrancaban juntos su andar en el periodismo gráfico: "Era un ruso... picante, un osado. Porque con diecinueve años él solito cubría Municipalidad y (el intendente Héctor) Cavallero. Era un tipo muy rápido, muy despierto; hábil, tenaz y muy leal, muy compañero de sus compañeros. Discutía con el editor, no se quedaba callado pero era respetuoso. Y tenía una intención de pertenencia. Él me ofreció que fuera a Buenos Aires a laburar a Canal 9 como gerente de noticias, cuando era productor de (Mariano) Grondona; quiero decir, un tipo generoso, además. Y buen escritor. Un día me llama Lila Ferreyra, la viuda de Rodolfo Walsh, la última mujer de Rodolfo. Ella era la que recibía nuestro material en Buenos Aires. Y me preguntó por Rozín. Me dijo: 'Vos sabés que leo algunas de las crónicas de él y hay cosas que me hacen acordar a Rodolfo'. ¡Para qué se lo conté a Rozín! No entraba en su cuerpo. Estaba feliz". Y se le quiebra la voz al recordar que gracias a vos conoció a la madre de tres de sus hijos, porque cuando te ibas a Buenos Aires lo llamaste desde la estación para recomendarle a una compañera de la Facultad: Fernanda González Cortiñas.
Chau, Rozín. En este día inverosímil, solo puedo decir que el recuerdo que dejás es hermoso. Abrazo fuerte a tu gente. Chau, compañero. Hasta siempre.