El viudo de Nora Dalmasso, Marcelo Macarrón, comenzará a ser juzgado por un jurado popular. Está acusado de contratar a un sicario para estrangular a su esposa en su propia casa del barrio Villa Golf, de la ciudad cordobesa de Río Cuarto.
El próximo lunes a las 10 de la mañana Macarrón, un reconocido médico traumatólogo, llegará en libertad al juicio que se desarrollará en los Tribunales de Río Cuarto, del que participarán 8 jurados populares, cuya misión será escuchar la declaración de más de 300 testigos.
El viudo, el único sentado en el banquillo de los acusados ya que nunca se pudo identificar ni detener al o a los presuntos sicarios, deberá responder a una acusación por el delito de "homicidio calificado por el vínculo, por alevosía, y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal", en calidad de instigador, que prevé una pena de prisión perpetua.
El fiscal será Julio Marcelo Rivero, mientras que los abogados del acusado serán Marcelo Brito, Cristian Ayán y Mariángeles Mussolini. En tanto, los hijos de Dalmasso desistieron de participar como querellantes en la causa.
El último fiscal que investigó el caso y cerró la instrucción de la causa, Luis Pizarro, consideró que el crimen estuvo motivado por "desavenencias matrimoniales y cuestiones económicas".
El "Caso Dalmasso" tuvo tantos fiscales, como hipótesis del crimen y sospechosos en la mira, al punto que hasta el propio hijo de la víctima, Facundo Macarrón, estuvo imputado como autor hasta que finalmente fue sobreseído.
En el requerimiento de elevación a juicio, el fiscal Pizarro consideró que el viudo, "valiéndose de coartadas previamente organizadas, de la certeza tanto de la ausencia de los demás integrantes de la familia, como de la presencia, sola en su domicilio, de Nora Dalmasso, contrató una/s persona/s para dar muerte a su esposa, por precio o promesa remuneratoria".
En el escrito, el fiscal Pizarro explica que la acusación contra Macarrón está fundamentada en una serie de indicios que permiten establecer que la madrugada del 25 de noviembre del 2006, el viudo "planificó dar muerte a su esposa por desavenencias matrimoniales y con la intención por parte de su/s adlater/es de obtener una ventaja, probablemente política y/o económica".
La sospecha del fiscal es que el traumatólogo "le suministró (al sicario) información del movimiento de la casa y presumiblemente le entregó un juego de llaves". Y que "eligió como fecha" el último fin de semana de noviembre de ese año "en el que se disputaría un torneo de golf" en Punta del Este, al que concurrió con sus amigos "con la finalidad del éxito de su plan delictivo y despejar cualquier posibilidad de sospecha sobre su persona".
En base al relato de testigos, el representante del Ministerio Público estableció que, para llevar a cabo el crimen, el sicario contratado "aguardó que la víctima realice su rutina previa al descanso y la abordó una vez que ésta se encontraba dormida en la habitación de su hija, ubicada en la planta alta de la vivienda".
La sospecha es que el agresor sorprendió a Dalmasso, la tomó del cuello "ejerciendo una fuerte presión con sus manos, anulando así toda posibilidad de defensa", tras lo cual "utilizó el cinto de toalla de la bata de baño que se encontraba en la habitación, realizando un ajustado doble lazo alrededor del cuello, ocasionando la muerte por asfixia mecánica".
"Al final, probablemente y como parte del plan criminal, ordenó la escena con la finalidad de simular un hecho de índole sexual, tras lo cual se retiró del lugar, sin dejar rastro alguno de su persona", consideró el fiscal.
De acuerdo a los datos que constan en el expediente, para el fiscal no caben dudas de que el crimen fue cometido por "un agresor especializado, un sicario" que nunca fue identificado ni detenido, que "sexualizó la escena del crimen a efectos de que parezca que el mismo se produjo en el contexto de un encuentro sexual con el amante".
Para llegar a esa conclusión, Pizarro entiende que existen distintas circunstancias en la escena del crimen que lo corroboran: la ausencia de rastro biológico del agresor y de pisadas y de barro, pese a que la noche del hecho llovía y las calles del lugar eran de tierra, que no había daños en las cerraduras y el orden de los ambientes.
Además, que el agresor no robó nada: en la casa fue encontrada "la billetera de la víctima con 800 pesos (valor que duplicaba sus ingresos), un (reloj) Rolex, el auto y anillos de oro, entre otros".
El juicio estará a cargo de los jueces técnicos de la Cámara Criminal y Correccional de 1° Nominación, de Río Cuarto, Daniel Antonio Vaudagna, Natacha Irina García y Gustavo José Echenique Esteve.
Al momento de ser indagado, asesorado por su abogado Marcelo Brito, Macarrón negó tener responsabilidad en el crimen de su esposa y dijo que era inocente.
Sin embargo, para el fiscal "el homicidio (...) fue deliberadamente planificado y organizado por el aquí traído a proceso, quien actuó en las sombras, de manera artera y solapada".
De la pesquisa surgió también la existencia de relaciones extramatrimoniales tanto de la víctima como de su esposo, que fueron admitidas en las declaraciones testimoniales, y ese pudo haber sido, para el fiscal, parte del móvil homicida, además del móvil económico porque presuntamente Dalmasso había anticipado que iba a gestionar el divorcio y la división de bienes.
Cuando la causa fue elevada a juicio, el abogado defensor Britos había manifestado que "la hipótesis del fiscal Pizarro es fantasiosa y absurda, no sólo porque es insustancial en cuanto a lo probatorio sino porque jamás se planteó en la investigación" esos móviles.
El "Caso Dalmasso" tuvo como particularidad que fue investigado por cinco fiscales distintos y todos ellos tuvieron distintas hipótesis investigativas.
La investigación del crimen de Nora Dalmasso generó permanentes dudas tanto por parte de la justicia como de la Policía cordobesa, al punto que, según el expediente, al menos 16 personas "que nada tenían que ver con la pesquisa" ingresaron a la habitación donde yacía muerta la víctima en su casa del barrio Villa Golf de la ciudad de Río Cuarto el 25 de noviembre del 2016.
Tal fue el descontrol en las primeras horas posteriores al hallazgo del cadáver, que, de acuerdo a la requisitoria de elevación a juicio elaborada por el fiscal Luis Pizarro, se pudo advertir que "alrededor de unas dieciséis personas que nada tenían que hacer, ingresaron a la habitación donde se halló a Nora Dalmasso, lugar que desde el minuto uno se advirtió como la escena de un crimen".
El fiscal entendió que ese lugar "debía ser resguardado y custodiado" por el personal policial, por lo que pidió que se extraigan copias del expediente y en especial de las declaraciones testimoniales para que se investigue a los responsables de esa irregularidad.
"No sólo se deberá investigar el proceder de los cinco jefes policiales (que llegaron al lugar), sino también el de todos los uniformados que ingresaron y no tuvieron una tarea técnica para realizar", señaló en la elevación a juicio.
El fiscal Pizarro explicó que, "pese a conocer todos cuál es el protocolo habitual en casos dudosos, esto es que 'nadie entra ni se altera el lugar', subieron a la planta alta donde se hallaba el cadáver cinco jefes policiales, las máximas autoridades de la Departamental Río Cuarto, sin labor técnica forense alguna".
Y agregó que esos jefes policiales, de quienes pidió que sean investigados, "habrían omitido el deber de resguardo que les era exigible por su función".