Ambos llegaban compartiendo cómodamente el último puesto de la Zona 1, con tan sólo dos puntos en cinco fechas. Claro que lo de Talleres, el local, se circunscribe en apenas un mal arranque de Copa; mientras que lo de San Lorenzo, la visita, corresponde ya a varias temporadas de caos dirigencial y una crisis futbolística que comprometerá al Ciclón en los promedios a partir de la temporada que viene.

Pero este sábado por la noche, en el Mario Alberto Kempes, el que dio señales de vida fue San Lorenzo, que se impuso por 1 a 0 con gol del colombiano Gordillo tras pase de Uvita Fernández, previa avivada de Cerutti para sacar rápido un lateral.


Pedro Troglio le ganó el duelo de técnicos "nuevos" y en aprietos a Guillermo Hoyos. San Lorenzo salió a jugar con sus armas, priorizando el orden defensivo a partir de la generosidad colectiva para marcar y correr, y apostando a la inspiración de los pocos que se daban el lujo de soltarse en ataque, como el joven Martegani, de andar elegante casi de mediapunta, o Centurión, quien volvió a mostrar el atrevimiento y habilidad propia de viejas épocas para volver locos a sus rivales.

Talleres, por su parte, buscó llevar peligro al arco de San Lorenzo con ataques populosos, a partir de sus numerosos intérpretes ofensivos (y, en consecuencia, dejó espacios en defensa). Pero al funcionamiento que le valió la temporada pasada la clasificación a la Libertadores bajo el mando del Cacique Medina todavía le falta acostumbrarse a sus nuevos apellidos, como el del exRiver Girotti, obsesionado en hacer su gol y poco conectado con sus colegas.

Para colmo cordobés, Michael Santos, goleador el último año, retornó a la titularidad por primera vez este torneo tras recuperarse de una lesión y tuvo que salir reemplazado antes de los 20 minutos. La T sufre en exceso su ausencia: marcó apenas un gol en lo que va de la Copa de la Liga.

Así las cosas, si las individualidades de Talleres optaban por recorrer sus caminos en solitario y por ende más dificultosos, las del Ciclón, todo lo contrario. Sacrificio y tareas simples cumplidas a la perfección por los de Troglio, con Centurión haciendo gala de todo su potrero para que finalmente se alineen los planetas en San Lorenzo. Al menos por una noche.