Desde “la unidad hasta que duela” al reciente “administrar las diferencias”, el Frente de Todos ha recorrido un no tan largo pero sí sinuoso camino. El complejo consenso y votación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional dejó no sólo heridas sino un escenario que será difícil no reproducir en Santa Fe. El diputado Roberto Mirabella es si no autor cultor de la administración de diferencias y en medio de la disputa grande en la Cámara baja nacional, optó por asegurarse alguna certeza para su provincia y su gobierno provincial. Despejó en público en las comisiones que los 130 mil millones de pesos que nación debe a Santa Fe, no corren peligro como le aseguró el Jefe de Gabinete Juan Manzur. Por aquello de los “giros discrecionales para las provincias” que consignaba el primer texto del proyecto para el acuerdo por la deuda internacional.

El gobernador Omar Perotti fue claro en su apoyo al entendimiento con el organismo internacional de crédito y recordó que este año habrá que hacer el primer desembolso por los 500 millones de dólares que tomó la provincia durante la gestión de Miguel Lifschitz. Que no fueron mil millones porque en aquel momento a los legisladores provinciales ya les pareció una decisión peligrosa.

El mandatario santafesino también estuvo en el centro de la escena por el debate nacional por el Fondo. En los canales porteños se entusiasmaron tanto con fogonear una pelea entre el gobernador y el presidente Alberto Fernández que el canal TN puso como zócalo: “Perotti, otro gobernador que se aleja de Perotti”. El error quedó muy gracioso pero desnudó la intención del canal de esmerilar la figura presidencial.

Perotti y Mirabella metabolizaron rápidamente la falta de apoyo de Fernández en la interna en Santa Fe cuando se enfrentaron a Agustín Rossi y la decisión presidencial tras la renuncia de Máximo Kirchner, de darle la presidencia del bloque en Diputados a Germán Martínez, hombre de extrema confianza del Chivo. Como así también la creación de un cargo específico en el ministerio de Trabajo Nacional para Roberto Sukerman, que salió sin demasiadas estridencias del gabinete de Perotti tras haber pasado por la cartera de Trabajo y luego por la de Gobierno. En ambos sectores hay experimentados dirigentes capacitados para maquillar lo que haga falta y no exponer públicamente las fracturas.

Perotti logró esta semana lo que no había podido en diciembre: contar con el presupuesto 2022 que la oposición había mandado a comisiones sin atenuantes sobre el fin del año pasado. Los 2.000 millones de pesos para engordar el Plan Incluir para los municipios de Rosario y Santa Fe, fueron definitivos para las negociaciones. El dinero viene a compensar los escasos pesos del legendario Fondo del Conurbano que no son responsabilidad de gobierno provincial, pero cuyo ajuste debía hacerse para que esos recursos estén más acordes con la realidad. 

De los 851.000 millones de pesos en total, un 14% serán derivados directamente a la obra pública. Como las negociaciones beneficiaron a los territorios el Ejecutivo espera ahora un rápido trámite en el Senado que le había dado media sanción el año pasado y que ahora revisará las modificaciones para la sanción definitiva. 

De todas maneras los problemas del peronismo provincial a futuro pasan por otras latitudes. La desaparición del escenario de tercios tras la muerte de Lifschitz y la caída en picada del socialismo, dividen por dos al electorado y claramente parece que la mitad no peronista ocupa el mayor espacio.

Rossi se apuró esta semana a lanzar al diputado Leandro Busatto como precandidato a gobernador del peronismo y aseguró que el del año próximo no será el mismo contexto que el que le dió el triunfo a Perotti en 2019. El actual gobernador ofrecía como candidato una extensión de expectativas que desbordaba claramente al peronismo. En una contienda de dos esos márgenes serán más difusos por eso Rossi sostiene que el peronismo deberá conformar una oferta electoral “más definida y claramente más progresista que la oferta conservadora que habrá enfrente”. Como es de esperar, no todos van a coincidir ni en el diagnóstico ni en la solución al dilema.

Busatto puede ser el adelantado pero en la zona de Rafaela ya se vieron carteles que rezan “Mirabella 2023” y el senador nacional Marcelo Lewandowski espera paciente con su enorme cosecha de votos y mucho tiempo para pensar las cosas.

Del otro lado el intendente de Rosario Pablo Javkin avanza decidido pero consciente de que las deudas de su gestión, principalmente por la pandemia, son un saldo que definitivamente deberá afrontar para pensar en el futuro inmediato. Y de eso habló esta semana en su mensaje en la apertura de sesiones del Concejo Municipal donde logró trazar una estrategia que le da hegemonía política y donde son muy pocos los que quedan por fuera. En definitiva, las necesidades de la política.

El ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro es de los más necesitados y por eso es también el que más vocifera. Su presencia en las audiencias judiciales que se desarrollan por el juicio contra el capo narco Esteban Alvarado, lo tuvieron no sólo como testigo sino que también llegó al Centro de Justicia Penal acompañado por los diputados provinciales del socialismo Clara García y Joaquín Blanco y Gabriel Chumpitaz del PRO; además del ex ministro de Justicia Ricardo Silverstein. Filmado con varias cámaras y editado el video de su ingreso, subió a las redes como publicidad paga y se pareció más a la presentación pública del Frente de Frentes que a otra cosa. Pero además Pullaro cubre su flanco débil de cuatro años de ministro de Seguridad con pésimos resultados y sospechas varias, al presentarse como el funcionario que logró arrestar a Alvarado. En realidad, lo destacado de esa detención correspondió a la Tropa de Operaciones Especiales que lo detectó en Córdoba y donde uno de sus oficiales reaccionó rápidamente tirándose al lago para rescatar el iPhone 8 que fue desencriptado en Estados Unidos y aportó miles de audios para constituir la sólida prueba que enfrenta el criminal.

Pullaro es el que más ataca al gobierno de Perotti y hace una ronda semanal por medios porteños dando su versión sesgada del combate contra el crimen organizado. Será su carta de presentación en campaña y una manera, se verá cuán eficaz, de suavizar las partes más oscuras de su paso por la gestión con recordados audios posicionando a comisarios amigos en concursos o las relaciones con otro jefe policial condenado por narcotráfico.

Su segundo lugar detrás de Carolina Losada en la animada interna de Cambiemos del año pasado lo posicionó con expectativas pero no le da demasiadas garantías dentro de la disputa interna del nuevo frente que se avecina.