“El programa trata sobre ese momento de tu vida en el que tus amigos son tu familia”. La frase con la que creadora de Friends -Marta Kauffman- definió a aquella ficción es aplicable a Porno y helado (estreno de Prime Video el pasado viernes). Son necesarios ciertos ajustes (mutar al sexteto por un trío, la Nueva York noventosa por una Buenos Aires del nuevo siglo, la sitcom por el absurdo) pero los amigos tienen la fruición de boyar en ese estado. A esas claves generacionales, Martin Piroyansky (Voley y Abril en Nueva York) adosa unas irrefrenables capas de desborde humorístico. El nombre hace referencia a los pasatiempos de los 2/3 protagónicos y se lleva de lo más bien con los tonos, sudores y sabores de la producción de ocho episodios de media hora.
He aquí tres perdedores por antonomasia que encuentran sentido en una empresa tan improbable como ridícula e impostada: tener una banda de rock aunque ninguno de ellos sea músico. Está Pablo (Piroyansky), el inmaduro con ganas de fama. Ramón (Ignacio Saralegui), el naif y bonachón a la caza de mujeres maduras. El grupo terminará de formarse con Ceci (Sofía Morandi), una estafadora amateur a la que “le gusta la guita y mandar”, motivo suficiente para convertirse en su manager. En esa deriva permanente, además de chistes al mundillo del rock, hay espacio para estafas piramidales, nocturnidad, brillo y hasta una trama secundaria vinculada a una cofradía de taxistas que mueve los hilos del poder político. El trío “necesita sentirse parte de algo”, define su protagonista, productor, director y coguionista.
El timing de Porno y helado apuesta por el frenesí, lo mismo para su puesta en escena generosa en referencias. Es así como la suma de Susana Giménez (en plan de autoparodia) y Favio Posca (un gimmick de Fito Páez) son lógicas dentro del absurdo motorizado propuesto por Piroyansky y compañía. También son bastante ajustadas las reflexiones sobre el paso del tiempo y la fecha de caducidad inscrita al paquete del ser joven. Aunque su máximo responsable hoy tenga 36 años, paradójicamente, la génesis de la serie es de hace tres lustros. “En un momento me empecé a preguntar si no lo tenía que actuar un chico de veintipocos, pero el hecho de que mi personaje sea más grande y siguiera con la personalidad de un adolescente lo vuelve más patético y gracioso. Sigue con su look rolinga. Es alguien que sabe que está grande y nunca hizo nada de su vida. No pudo superar eso. Está ahí: atascado”, expone el realizador.
-La serie parece haber nacido del nombre. ¿Fue así?
-Hace quince años yo vivía con un amigo músico que estaba empezando una banda: ahí se me ocurrió el tema. La idea evolucionó con el transcurso de los años y pasó a ser esto, dos amigos que se juntan exclusivamente a ver porno y tomar helado, y conocen a esta otra chica. Y ahí en la escritura de los guiones apareció lo del tema y el título.
-Además de la veta disparatada, la serie cuela varias citas cinematográficas, de La naranja mecánica a All That Jazz, y también al universo de la música. ¿Qué te gusta de lo metatextual?
-La serie homenajea a muchas cosas todo el tiempo. Me crié viendo Los Simpsons, que juegan mucho con ese recurso. A mí y a Martina López Robol, la última guionista en sumarse al proceso, nos gusta mucho todo lo de referenciar a otros productos. Es muy divertido de filmar y crea una complicidad muy linda con el espectador. Siempre que el espectador la cace, genera eso de sentirse especial y conectado con el proyecto.
-La serie es tan moderna que habla de criptomonedas y esquemas Ponzi, y a la vez tiene un corte muy nocturno por el raid del trío. ¿Cómo aparecieron esos dos elementos?
-Lo de la nocturnidad es algo que me arrepentí en el durante, porque filmar de noche es muy complicado. La mitad de la realización fue de noche. Un montón. Pero me gusta la noche, soy nocturno, y me gustan los bares en los que paran. Está este bar de taxistas que es un Varela Varelita decadente. Y los boliches a donde van a tocar. Toda esa mezcla es muy atractiva.
-¿Qué pasaría si estos tres personajes se encontraran con los de tu corto No me ama y Voley?
-Siento que son tonos distintos. Voley no dejaba de ser una comedia romántica, ponele. Porno y helado tiene sus momentos sensibles, hay gestos de los personajes y cosas pero ésta es muchísimo más delirante e irónica.