Con tres goles de penal (Enzo Fernández, Julián Alvarez, y Juan Quintero) y una yapa sobre la hora de Romero, tras un rebote, River aplastó a Gimnasia, se mantiene en la punta y llega entonadísimo al Superclásico.

Hasta casi la media de juego en las áreas no pasaba nada de nada. River tenía la pelota, Casco subía todo el tiempo por la izquierda y era como un delantero más para sumarse a Julián Alvarez y Barco, que rotaban por el frente de ataque, pero las insinuaciones se diluían en pases equivocados que fastidiaban a Gallardo, o en marcas férreas rivales que le hacían sentir a Gorosito que la primera parte del plan se cumplía sin inconvenientes. 

El equipo platense se proponía interrumpir los circuitos de juego de River, y de vez en cuando meter un pelotazo para ver si encontraban a Tarragona o a Carbonero, a las espaldas de Rojas. Iban casi 30 minutos sin jugadas de gol. Lo más parecido a una llegada había sido un cabezazo de Tarragona, después de un buen centro propiciado por un error de De la Cruz. 

Enzo Fernández esta vez no tenía mucha incidencia en el juego y De la Cruz tampoco, pero como River es lo que es a nadie le sorprendió que en la primera estocada se produjera el penal que abrió todo. Barco, que a esa altura se perfilaba ya como el que mejor hacía las cosas en su equipo, recibió en el área, amagó el remate, levantó la pelota y encontró en el camino con los brazos abiertos a Muro, que cuando se dio cuenta de lo que podía pasar no pudo sacar la mano. 

Penal clavado que cobró instantáneamente Mastrángelo. Lo tiró Ezo Fernández al palo derecho de Rey que se tiró a ese palo, pero la pelota pasó por sobre su cuerpo. Uno a cero.

La clave del partido fue ese gol que desestructuró a Gimnasia y le dio a River la tranquilidad necesaria para seguir intentando ya sin urgencias, con la serenidad de saber que con la marca asfixiante resolvía cualquier atisbo de reacción del rival. De hecho, después de ese gol Armani casi no tocó la pelota. O sea, partido en vías de liquidación que se definió del todo cuando a los 44 minutos Rey enganchó con el pie a Barco y le cometió otro penal, de esos que no admiten discusiones. Lo tiró Julián Alvarez esta vez, River se puso 2-0 y a los de Gorosito el arco de River les empezó a quedar a kilómetros de distancia.

El segundo tiempo fue casi un entrenamiento. Los cambios de Gimnasia no les sirvieron para mucho y los de River sirvieron para acordarse de Boca, como cuando entró Quintero y todo el estadio canto “tomala vos, dámela a mi, el que no salta murió en Madrid”. Hubo otro penal para River por una falta involuntaria contra Alvarez y otra vez cambiaron el ejecutante. Quintero pateó contra el palo derecho como en los penales anteriores y quedó establecido el 3-0. 

Gallardo sacó a Enzo Pérez, Alvarez y Barco (se llevó una ovación) para cuidarlos pensando en el Superclásico, y Rey salvó un par de llegadas a fondo, pero sobre la hora Brian Romero, en una jugada de un par de rebotes metió el 4-0 y lo gritó como loco, acaso pensando también en el partido de la semana que viene pidiendo que lo tengan en cuenta.

Con el 4-0 en sus bolsillos y en sus rostros felices, los hinchas de River cerraron la noche cantando desde otro lugar, pero con la misma fuerza el cantito tradicional que habían entonado los boquenses una semana atrás , aquello de “el domingo cueste lo que cueste”.