Con Gerardo Rozín nos conocimos hace más de 20 años en las oficinas de un diario, donde yo colaboraba aportando guiones para una sección de humor gráfico que él coordinaba. Años más tarde, Gerardo me convoca para que le guione un segmento humorístico para un programa nocturno de tele. Al año siguiente volvimos a trabajar juntos en otro canal para un magazine de su amigo Nico Repetto. Era una constante que entre las charlas de trabajo -todas vinculadas con el humor- se filtrara siempre nuestra pasión por el fútbol. En el último tiempo le encantaban los textos con nombres de jugadores que hacía para Peligro de Wolf y se quejaba que nunca nombraba a futbolistas de su amado Rosario Central. Por eso esta vez, Gerardo querido, intentaré cumplir con la promesa, invocaré a los apellidos de la historia del Canalla como una manera de pedirles que me ayuden a hacerte el homenaje que te merecés:

No me pidas “Kily” meta humor, ya que Poy es un Díaz de mucho dolor, Gordo (o Gordillo, nunca Delgado). Que vos te Hayes en otro plano, convertido en un Ángel Di María canalla y Russo -como te gustaba definirte- genera angustia, lo sabés. Que hayas sido un obsesivo sin Bauza, laburador como una Hormiga Díaz y tan Fanesi de Central hasta el último minuto, no me asombra, porque te conocí así (Gerardo pidió pintar su Bóveda y hasta su Fosatti de azul y amarillo, los colores Kempes más amó en su Vidal desde Di Cicco).

Pérez igual es un Garrone que no cicatriza tu Palma, por más que me consuele pensar que ya estarás arriba compartiendo una Pizzi o una Carnevali a la Carbonari o cualquiera de los Menutti de tu “Morfi” -porque seguro que Aimar un Canals allá en el cielo Blanco donde estarás- con los Vecchio cracks de Central como Timoteo Griguol o el Gitano Juárez, en una mesa tan gigante como el Gigante de Arroyito.

Te recordaré siempre Bravo, Cortés y un poquito Cabral, con tu Barbieri “rabínica” (como la llamabas) ocultando tu Perazzo. La Zelada noticia de tu Marchetti, me cayó para el Orte, me dejó un poquito más Solari. Chau amigo.