"Higui" De Jesús, la cartonera y futbolista lesbiana que se convirtió en símbolo de la criminalización de las disidencias, comenzará a ser juzgada este martes por haberse defendido de un intento de violación grupal correctiva en un pasillo solitario del conurbano bonaerense, con el resultado de haber provocado una muerte.
Eva Analía de Jesús (47), más conocida por el apodo que se ganó por sus dotes de arquera, llega al banquillo acusada del "homicidio simple" de Cristian Espósito, uno de los tres protagonistas de un intento de ataque sexual que nunca fue investigado como tal a pesar de que ella fue encontrada desvanecida en el lugar de los hechos, con traumatismos en diferentes partes del cuerpo, el pantalón y la ropa interior rotos.
El hecho ocurrió el 16 de octubre de 2016 en Lomas de Mariló, un barrio vulnerable de Bella Vista donde Higui había ido visitar a su hermana por el Día de la Madre. Detenida de inmediato, ella no se enteraría hasta el otro día que el puntazo que le había asestado en el abdomen al hombre que se le tiró encima al grito de "te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana", le había ocasionado la muerte.
Tras ocho meses presa, la Cámara de Apelaciones de San Martín le concedió la excarcelación extraordinaria gracias a una fuerte movilización para exigir su libertad.
Al frente del equipo de abogadas que intentará demostrar su inocencia, Gabriela Conder explicó que "hay un montón de gente que está activando en este caso porque se identifican con la situación" y entienden lo actuado hasta aquí "como una injusticia", en tanto se desestimó de plano la versión de la acusada y no se tuvo en cuenta su situación de vulnerabilidad.
"Higui es una piba del conurbano bonaerense muy pobre, que no tiene ni tanque de agua ni cloacas en la casa, que vive en un lugar donde cuando llueve se inunda a tal punto que es imposible entrar o salir", contó.
Y es la propia Higui la que cuenta que recién ahora está terminando la primaria porque --dijo-- "salí del colegio a los ocho años para cuidar un bebé de seis meses, cama adentro" y desde entonces siempre vivió de changas, ya sea como ayudante de albañil, podando árboles o sacando de escombros; todas actividades esforzadas para su metro y medio de estatura que la dejaron "medio jodida de la columna".
Conder contó que durante su infancia a Higui la violaron "las diferentes parejas de la madre", y su condición de lesbiana con una hermana travesti en situación de prostitución hizo que ya de adultas fueran "maltratadas en el barrio Mariló en el que ocurrieron los hechos".
Como el hostigamiento fue escalando, un tiempo antes Higui había decidido irse del lugar pero volvía de vez en cuando a visitar a otra de sus hermanas.
"Si uno analiza los hechos como suele hacer el sistema penal, aislado del contexto, se llega a soluciones injustas como pensamos que puede suceder en este caso", dijo otra de las abogadas de Higui, Claudia Spatocco, en relación al instituto de la legítima defensa.
Con las consignas "Yo también me defendería como Higui" y Autodefensa no es delito", sectores del movimiento LGBT+ y de los feminismos se movilizarán fuera de los tribunales reclamando su absolución. Habrá talleres, radio abierta, torneo de fútbol y la actuación de artistas varios.