Todo comenzó cuando una amiga le propuso al director y actor Alfredo Arias hacer algo con “un personaje de la iconografía queer de New York” llamado Lypsinka, transformista célebre por brillar con su imitación de la actriz Joan Crawford, heroína camp superlativa. Aunque Lypsinka visitó a Arias en París el proyecto no prosperó entre ambos pero igual siguió activado en la cabeza del director. 

“Como Andy Warhol tenía interés por las estrellas de Hollywood, que algunas las magnificaba como Marilyn y Liz Taylor, se me ocurrió que Crawford le podía pedir ser una de sus musas, porque nivel iconográfico tenía. ¿Cómo hacer algo que no sea solamente nostálgico y que mire a un pasado más próximo que nos concierne un poco más como podría ser el pop art? Y a partir de ahí el público podía gozar del diálogo de dos culturas de estética norteamericana, ahí se iba desatando un diálogo cuando Crawford le pide cómo poder acceder a una contemporaneidad, una reactualización de su figura”, dice Arias hoy, a poco del estreno de Hello, Andy?, la película que realizó junto al cineasta Ignacio Masllorens y al artista Juan Gatti, a partir de un monólogo escrito por Arias, interpretado por Alejandra Radano en el rol de una Joan Crawford que llama por teléfono a Warhol y comienza un choque entre el glamour industrial de Hollywood y la estética rupturista del cine underground de New York.

“Lo que me interesó es la construcción de Crawford como mujer y la posibilidad de seducción y de poder femenino con una vida sexual muy libre, desafiante para la moral de su época. Me gustan muchísimo estas mujeres creadoras de artificio, porque hay algo mágico, es como si la sexualidad pudiera crear personajes y no solamente ser un vínculo, sino ser un fenómeno. Y estas mujeres han sabido explorarlo y crear algo que hoy es muy difícil reproducirlo porque había una energía muy particular en ese período con esas estrellas”, sostiene Arias que reproduce en la puesta en escena ese artificio, potenciado con la mirada del registro de la performance de Masllorens y todo el diseño visual y las animaciones de Juan Gatti, una combinación que genera una suerte de cóctel donde encuadres clásicos se transmutan al pop en un ida y vuelta: glamour y diseño, cine y videoarte, western y melodrama, teatralidad y documento.

Peluca telefónica

El monólogo de Radano tiene una tensión particular, encarnando una drama queen que tiembla en el abismo del fin de una era del cine y el comienzo de otra. “Como era monologada está el fantasma de La voz humana de Jean Cocteau ahí detrás, cada vez que uno piensa en un monólogo y hay un teléfono aparece Cocteau, quien de una manera afrancesada se podría considerar un antepasado de Warhol, porque también él tiene una multiplicidad de puntos de vista sobre el arte, el cine, la escritura, etc.”, dice Arias y esa multiplicidad está garantizada en Hello, Andy?, no solo por la creación colectiva donde teatro, cine y diseño se confabulan para narrar la tensión de una época sino también por la representación de la continua mutación de una actriz. En la incorporación de escenas de Joan Crawford como vaquero en Johnny Guitar (1954), una masculinidad épica e icónica de ella como protagonista, a la evocación de su actuación en ¿Qué pasó con Baby Jane? (1962) y su interpretación de muñeca rota, ya se resume ese itinerario de transformaciones interpretativas de una de las máximas dimensiones queer encarnadas por una actriz de Hollywood.

Alejandra Radano, con una peluca como plastificada, es una Crawford camp, muñequita de lujo que le da una apariencia de pintura animada: “La actuación tenía que ser icónica, no podía ser naturalista. Había que constituir una especie de muñeco, una suspensión de un cuerpo en una imagen. Estas mujeres pasaban día y noche en crear esa muñeca, estaban todo el tiempo preocupadas en la creación de ese artificio, la humanidad de ellas fue crear la muñeca”, ahí es donde triunfa Hello, Andy?, buscar otra forma de animar el pasado glam del cine pero también el pop art de Warhol. Un juego intergeneracional que el genio visual conjunto de Gatti y Masllorens se alinea con la dramaturgia de Arias y la interpretación de Radano.

Post glam

Tras la extraña muerte de Marilyn Monroe en 1962, Andy Warhol usa una foto de promoción de la actriz de la película Niagara (1953) y en unas semanas termina un díptico donde reproduce 50 veces su primer plano en dos lienzos. En uno hay 25 imágenes del rostro a colores de Marilyn y el segundo lienzo tiene la misma foto reproducida 25 veces en blanco y negro, siempre distinta, a veces manchada toda de negro y otras casi transparente, imperceptible. Dos cuadros en diálogo que son un réquiem: la exaltación del glam cromático de su belleza y la lúgubre descomposición de su rostro. Al año siguiente, Warhol debutaría como cineasta, creando una forma particular de cine underground donde el estrellato de sus performers serían distintas versiones de aquellos cuadros, donde el glam y su contracara convivirán en cada película. Que la relación imaginaria entre Crawford y Warhol en Hello, Andy? se ubique en el año bisagra 1962 es tal vez una forma de señalar esa nueva etapa, esa transformación del glam.

Esa recuperación del artificio para convertirlo en un nuevo cine hizo que Warhol amplificara, democratizara el concepto de las estrellas de Hollywood para crear las “superstars”, donde todo el mundo tendría sus cinco minutos de fama, cualquiera podía convertirse en estrella de una película underground. “Andy Warhol era como una réplica en derrumbe del glamour de Hollywood, querían imitar a estas actrices y hacían una evocación al borde del precipicio, como Candy Darling. Había una transformación hacia un mundo menos atado a reglas. La cinematografía de Hollywood eran usinas, fábricas, mientras que el mundo de Warhol se reinventan todas las reglas: se sacó el glamour de la vitrina y se puso en la calle”, comenta Arias sobre el estilo de Warhol, que Hello, Andy? vuelve a mirar como si fuese un juego donde también se pueden cambiar las reglas. Y en ese cambio siempre se filtra lo mejor de lo queer.

Hello, Andy? se exhibe los domingos a las 18 horas en Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca.