Pocas novelas gráficas debutantes tienen la potencia expresiva de El azul es un color cálido, que lanzó a Jul Maroh al estrellato en la historieta francobelga. Gracias a este libro ganó el Premio del Público en el Festival Internacional de la Bande Dessinnée de Angouleme. Sus páginas devinieron una adaptación cinematográfica –La vida de Adele, que también tuvo excelentes repercusiones, incluyendo la Palma de Oro en Cannes–. La edición local de Editorial Merci es una excelente excusa para acercarse al libro y constatar no sólo una historia emotiva –de esas para terminar con el stock de pañuelitos descartables de la casa-, sino también un dominio notable sobre uno de los aspectos expresivos más importantes –pero rara vez muy bien trabajados- de la historieta contemporánea: el color.

El azul es un color cálido cuenta la vida de Clementine, una adolescente que conoce a Emma y, sencillamente, se enamora. Lo notable del título es que fue el primero en hablar abiertamente de lesbianismo en el mercado francófono (algo increíble pero también revelador de la situación de 2010, si uno considera lo amplio del abanico temático que suele caracterizar a las bateas francesas) y expuso los prejuicios y discriminación a la que se enfrentan quienes rompen con la heteronorma. En el caso de Clementine, es el alejamiento de prácticamente todas sus amigas y la expulsión de su casa paterna.

Maroh tampoco hace de la relación entre Clementine y Emma un paraíso, y ahí radica también gran parte de la potencia de lo que cuenta. La pareja tiene, como todas, sus más, sus menos, y un comienzo con tantas rosas como sinsabores. No es una relación perfecta, pero es una relación y, al cabo, eso puede ser mucho, incluso un mundo.

En lo gráfico Maroh propone un dibujo realista, con la línea ligeramente suelta, que le da cierta calidez al dibujo al mismo tiempo que lo vuelve digerible para cualquier lector, más allá de su experiencia con el universo de las viñetas. De hecho, algo notable en el trabajo de la autora es que la mayoría de la decodificación que pide al lector puede pasar por abajo del radar y hacerse casi “en automático”. Las transiciones de colores, uno de los aspectos más notables, es característico de este abordaje. La vida gris de Clementine empieza a tener destellos de color (azul, claro) cuando los cabellos de Emma aparecen en su vida y el coloreado de las páginas se entreteje de otros colores a medida que la vida y las decisiones de Clementine van ganando en complejidad. Y si, por motivos que el lector tendrá que descubrir en sus páginas, hay alguna retracción en su vida, el coloreado sigue ese ritmo. Un enfoque del color que, además, va de la mano muy bien con su principal recurso narrativo: el flashback, a partir de los diarios personales de la protagonista. La decisión de dar protagonismo al azul también va en consonancia con la idea central de la novela: el amor viene en cualquier forma y color.


Lanzamientos

Cleopatra en el espacio – Libro Uno (Mike Maihack / Editorial Común)

¿La gran gobernante egipcia en versión juvenil y con armas de rayos? Pues sí. Maihack lleva a la adolescente Cleo del Siglo 1 AC al lejano futuro, donde una profecía la señala como la salvadora de la galaxia. Mezcla de ciencia ficción con estudiantina, Cleopatra en el espacio deviene una aventura entretenida, aunque no termina de salir de órbita. Maihack dedica gran parte del libro a presentar su versión del futuro. Lo que queda es espacio fértil para una gran épica juvenil.

Los hermanos Segelín (Roberto Barreiro, Lucas Varela e Ignacio Yunis / Rabdomantes Ediciones)

La reedición de Los hermanos Segelín llega sin contenido adicional, pero con algunas decisiones editoriales que mejoran su lectura: un formato ligeramente más grande y papel menos brilloso captan mejor el universo aventurero amorosamente paródico que exploraban Barreiro y Varela en la primavera fanzinera dentro de las páginas de la seminal Kapop. Es notable como 25 años después Los hermanos Segelín se sostiene y disfruta –tanto en guión como en dibujo­­–. Un trabajo de temprana madurez.

San Martín por Breccia (Alberto Breccia y Toni Torres / LocoRabia)

La mejor recomendación de lectura aquí es no acercarse a una historieta, sino a una biografía ilustrada. Torres reúne ilustraciones del Viejo Breccia y las hilvana a través de textos propios que recorren la vida del Libertador. Pero es difícil considerar el experimento como una historieta per se: hay parrafadas larguísimas (incluso para los estándares de décadas atrás) y las composiciones de página no montan los dibujos –muy buenos, claro, pero perdidos entre el texto- en secuencias.

Animal Urbano - Choques (Guillermo Grillo y Edu Molina / Comic.ar)

Este segundo volumen de la colección profundiza en el universo marginal en que se ambienta la serie. Aquí el protagonista ya es un héroe de las villas porteñas y del conurbano bonaerense. Si acaso es posible, este tomo retrata aún más la creciente marginalidad de fines de los años ’90 y la dota de otras capas: la solidaridad en el barrio o la cultura del aguante. En ese sentido, es inevitable pensar a Animal Urbano como una contracara filosófica del Cazador, tan popular en esa misma época.

Viñetas

Sampayo, premiado

La española Asociación Profesional de Guionistas del Cómic otorgó el Premio Ricardo Barreiro al argentino Carlos Sampayo, conocido, entre otras grandes historietas, por Alack Sinner, o Billie Holiday junto a José Muñoz, o Evarito, junto a Francisco Solano López. El galardón celebra a los grandes guionistas de historietas vivos en español y es la tercera vez que se entrega. Sampayo es una de las figuras más reconocidas en este rubro, aunque también se dedica a la novela, los ensayos y es crítico de jazz.

Carlos Sampayo (Imagen: Alejandro Leyva)

Dura como el metal

La pandemia le jugó una mala pasada al relanzamiento de la Heavy Metal. Con nuevos accionistas en 2019 su regreso con gloria al mercado norteamericano estaba a la vuelta de la esquina. Pero pasaron cosas. Una de ellas, la más importante, la pandemia, un escenario cuasi distópico irónicamente muy propio del contenido de la revista señera de la ciencia ficción de la década del ‘80. Eso le cortó severamente (un 35 por ciento) sus ingresos. Como otros sellos independientes, la Heavy Metal norteamericana también viró a la venta digital y la distribución directa al público, que se disparó desde marzo de 2020 en adelante. Aunque las revistas antológicas no suelen funcionar bien en el mercado del norte, el modelo de negocios de la Heavy Metal aspira a recopilar luego en volúmenes sus series regulares. Su número #314 se acaba de lanzar. La compañía que la edita también lanzó el sello “Virus”, una línea editorial en la que dibujantes y guionistas retendrán los derechos de autor sobre sus obras. Virus lanzará una veintena de títulos este año, informaron desde la compañía. Además, hay planes para reflotar el estudio cinematográfico de la revista y avanzar con propuestas en NFT’s, podcast, músicas y otros proyectos.