“Me olvidé de vivir”, es la frase que más se le resalta a Carlos Salvador Bilardo y la que sorprende a legos y fanáticos, por su claridad para definir que su mundo, sus días, su despertar, gira en torno al fútbol. En el último tiempo el exDT campeón del mundo en el ’86 volvió a estar en boca de todos.
Y por suerte no por su situación de salud —padece síndrome de Hakim-Adams, enfermedad que produce un deterioro cognitivo progresivo—, sino por la docuserie “Bilardo: el doctor del fútbol”. A través del trabajo de su director, Ariel Rotter, se volvieron a repasar obsesiones y anécdotas del hombre que educó a generaciones enteras de entrenadores y jugadores.
Bilardo cumple este 16 de marzo 84 años y la fecha es solo una excusa para recapitular su anecdotario, su locura. Gran parte se puede repasar en la docuserie que estrenó HBO Max el pasado 24 de febrero. El rescate de archivo que hacen director, guionistas y productores, transporta hacia la intimidad de una persona que por delante de todo puso una pelota de fútbol y su integridad física.
El bidón de Branco, los alfileres, Kirichocho y las manías del "Doctor"
Se ven filmaciones familiares —una joyita— que emocionan y muestran que el crecimiento de su hija, Daniela, fue en gran parte con él fuera de casa. Viejas historias advierten la búsqueda del camino hacia la victoria a como de lugar y están los hechos que asombran, más allá de haberlos escuchado o leído un centenar de veces: el bidón de Branco en el partido Argentina vs Brasil en el ’90, los alfileres para pinchar a los contrarios, saber qué comían los jugadores, hablar con las esposas de los jugadores y buscar la manera de hacer recomendaciones que no afecten en el rendimiento deportivo de sus dirigidos.
Promotor del famoso “Kiricocho” para torcer la suerte -o en criollo: mufar- en jugadas de gol o penales; protagonista del episodio de 2004 en cancha de River y la botella de champagne con Gatorade, que dejó una declaración para la posteridad: “Tengo 50 años de cancha, usted se equivocó señorita, es Gatorei”. En fin. Docente del esfuerzo y las cábalas. Todo sea por ganar. Alguna ves cuando le preguntaron de qué se trataba jugar bien, su respuesta fue simple: “Ganar. La victoria justifica todo”.
Osvaldo Zubeldía y Diego Armando Maradona: 2 claves en la vida del "Narigón"
La vida de Bilardo cambió gracias a dos personas muy importantes: Osvaldo Zubeldía y Diego Armando Maradona. Con el primero ganó todo en su época de jugador en Estudiantes de La Plata, y después adoptó la filosofía de su juego y la incorporó a tal punto, que después de conseguir el título mundial en México ’86, en una entrevista dijo: “No pensé en mi familia, ni en mis amigos, sino en Osvaldo Zubeldía”.
Y con Diego, el segundo en esa lista de importantes, consiguió lo máximo que se puede aspirar en el universo del fútbol: ganar un Mundial. Maradona fue determinante en esa copa del ’86 y para Bilardo fue un salvavidas, porque pudo justificar muchas de sus decisiones y un estilo de juego al que le endilgaban una estética “antifútbol”.
No olvidar que al principio, cuando recién se hacía cargo de la Selección Argentina, su nombre fue resistido y expuesto a la mayor de las críticas. “La Selección juega muy mal”, decían los diarios de la época. Pero soportó los dichos con tenacidad y con el tiempo reclamó la razón de su pensamiento.
“Durante años en las portadas de los diarios leía que la Selección era un desastre. Compraba docenas de ejemplares y pedía al del quiosco que los pusiera abajo para que la gente no los viera…a mi hija en el colegio le cambiaron el apellido. Pero al final me dieron la razón. Para ello tuve que salir campeón del mundo”, dice en una entrevista que rescatan Néstor López y Cayetano en su libro Bilardo-Menotti. La verdadera historia.
México ´86 y el plan de Alfonsín para echar a Bilardo
Y antes de los laureles en México ’86 y que la historia pasase a jugar a su favor, cabe recordar que el presidente Raúl Alfonsín tenía orquestado un plan para que su ciclo como técnico de la Selección llegara a su fin. Siempre es materia de repaso, y en la docuserie también sucede, el episodio en el que Rodolfo "Michingo” O'Reilly, subsecretario de deporte en la era alfonsinista, intenta hablar con Julio Grondona (presidente de la Asociación del fútbol argentino) para decirle que la Selección no venía bien y que había que hacer algo. Y más recordada aún, es la respuesta del creador del “todo pasa”: “Michingo, dedícate al rugby que de fútbol no entendés un carajo”.
Bilardismo y menottismo
Bilardo supo sobreponerse a las llamas de la prensa y fue participe de una de las grietas más grandes del fútbol argentino: bilardismo vs menottismo. La pelea con el exDT campeón del mundo en el ’78 es uno de los hitos más recordados porque agrupó a periodistas, jugadores, entrenadores e hinchas. Tanto de un lado como del otro, era a matar o morir. Lo que empezó siendo un intercambio de táctica y estrategia, luego se convirtió en una especie de fuego cruzado en el que se interpusieron cuestiones personales.
Menotti: “El fútbol es tan generoso que sacó a Bilardo de la medicina”, “Un tipo al que le gustan los Wawancó y no sabe la última vez que fue al cine no puede hablar de cultura”, Bilardo es un cobarde y un enano mental”. Bilardo: “Menotti es un rabanito, rojo por fuera y blanco por dentro”, “Todos los técnicos son bilardista”, “Si a mí me dicen que hay que acostarse a las seis de la mañana, entrenar a las cuatro de la tarde, no conocer al rival o no preparar jugadas estoy en contra. Esto no es vivir de la inspiración y lo que salga. Eso hace Menotti”.
Tanta disputa, tanta polémica por su forma de jugar y sus obsesiones, lo dejaron del lado de un frente que no le hace justicia a una búsqueda que podría considerarse como un todo. No solo ese ganar como sea. Si uno repasa en perspectiva y se acerca a mirar la historia de Bilardo, encuentra que este hombre dejó de vivir para conseguir que prevalezca su filosofía de fútbol. Hacer entender que el juego venía atrasado desde hacía muchos años y que había que evolucionarlo.
Ahora parece normal, porque ya no es parte de la dialéctica, pero antes cuando se hablaba de posiciones estáticas en el campo de juego, él renegaba y trataba de explicar que los jugadores debían jugar en cualquier parte de la cancha, conocer todos los sistemas. Algo que hoy se conoce como polifuncional. Bilardo se adelantó y buscó por todos los medios -charlas, pizarras, flechas, videos con partidos- hacerse entender. Y mejor tarde que nunca, quizás su reconocimiento haya llegado ahora que se habla de fútbol moderno.