Una playa inmensa de arena blanca que desemboca en una punta, cuyo faro emerge como referencia ineludible. En esa punta, además, una mansión roja que tiene más de 50 años. No está abandonada, pero no suele verse en el pueblo a la gente que la habita. A pocos kilómetros, Santa Teresa y el Chui. Un poco más allá, Brasil. Sobre este pequeño pueblo uruguayo de pescadores, Punta del Diablo, devenido epicentro turístico surfer del departamento esteño de Rocha, pesa una leyenda: una mujer argentina, huyendo de la Revolución Libertadora, construye una mansión y se repliega en ella tras la muerte de su marido.
Es vista pocas veces. Algunos aún dicen verla, pese a que ha desaparecido hace décadas y en la casa, cada tanto, aparecen habitantes europeos. En ese escenario ocurre la historia que Romina Tamburello, actriz, directora de cine y escritora, trazó para su primera novela, La viuda del diablo, con la que se hizo de la primera mención en el concurso de novela Ediciones Futuröck, entre 600 obras inscriptas.
La trama, en apariencia sencilla, esconde mucho más de lo que parece. Laura veraneó en una playa paradisíaca con su novio, se enamoraron del paraje, apostaron algunos ahorros a un terreno baldío, luego se pelearon, él se quedó y ella se fue. Ocho años después vuelve al lugar con una premisa que emerge de los labios magnánimos de su mamá: vendé y volvé. Solo eso debería hacer. Solo eso.
Pero una historia empieza a abrirse allí donde todo parecía cierre. Posiblemente, si la autora hubiera resuelto en forma sencilla, nos habríamos perdido de esta historia de Laura, en la que los ejes son la soledad y la reflexión sobre los avatares del amor, pero sobre de todo el por qué nos cobijamos en otros cuerpos y compañías para escapar un poco de tanto ensimismamiento y tanta solitud. Por suerte no lo hizo. Y aunque no se sabe si hay segunda oportunidad, al menos hay un cierre acorde a la historia vivida.
Tamburello también dirigió la serie documental Catalina, la mujer de la bandera, para Canal Encuentro; y ganó el concurso Raymundo Gleyzer 2016 (INCAA) para filmar su primer largo, Vera (en preproducción). Acá nos deja una historia mezcla de autobiografía y el paso del tiempo: ese amor y esa vivencia que recordamos, ¿fue realmente así? ¿Qué pasaría si volvieras al sitio en el que supiste ser feliz, pero para dar un cierre a algo más doloroso?
Preguntas. Preguntas deja en su prosa sencilla. Otra vez: el jurado compuesto por Fabián Casas, Sergio Bizzio y Claudia Piñeiro rescató algo que se hace evidente cuando se avanza en la historia: todo puede parecer menos de lo que es, toda la simpleza con la que se narra y se lee -en una sentada se lee- nos trae un montón de preguntas y de dudas existenciales. Deja pensando y tecleando sobre las segundas oportunidades.
► Otra vuelta al viejo truco del Qué pasaría si...
Y hablando de segundas oportunidades, si en la de Tamburello la historia tiene un punto de vista -el de Laura-, hay otra novela, epistolar en su caso, que se presenta entre las novedades editoriales. Acerca dos puntos de vista, dos modos de narrar una historia en dos o tres actos: los de una ex pareja que se ha separado, que se ha desentendido, que no tiene propiedades en común ni excusas para seguir perteneciendo a ese mundo que formaron entre dos y que ha quedado disuelto.
Correo no deseado (Odelia Editora) es otra cosa: no es revolucionaria en el sentido del formato, porque la novela epistolar existe desde que existe el propio género epistolar, pero lo que nos regalan Jazmín Carballo y Matías Puricelli en esta novela escrita a cuatro manos es la reflexión histórica que muches nos hemos hecho en parejas y desparejas: ¿qué pasaría si…?
¿Volviste alguna noche melancólica a escribirle a tu ex? ¿Te pasó de llamar a alguien o de preguntarle por elle? ¿Quién no pensó que esa historia que quedó trunca podría repararse? ¿Podría repararse?
Esa y otras preguntas y respuestas más trae Correo no deseado, pero ojo: es una respuesta exclusiva de esta historia, de este cuento de amor entre dos, que tiene los condimentos lógicos de las historias de millennials orillando los 40: años en pareja, disolución, desencuentros cronológico-sentimentales (no es nuestro tiempo), distancia física, emocional y geográfica (quien viaja por trabajo), y, finalmente, el tienes un email como campo de reunión semántica para dos solitarios que quieren volver a entenderse.
Consumir con cuidado: es gran literatura, pero desaconsejable para tomar decisiones en el campo personal. O quizás no.