El estadounidense David Edwards es secretario general de la Internacional de la Educación (IE), una federación de organizaciones que representa a más de 32 millones de docentes y trabajadores de apoyo de la enseñanza a nivel mundial. De paso por Buenos Aires, y como parte de su gira por la región, aventuró que se está conformando “un frente amplio en América Latina en favor de la educación superior pública, gratuita y de calidad” que generará un eje entre Argentina, Chile, México y, muy probablemente Brasil.
En una entrevista con el Suplemento Universidad, Edwards reconoció que la educación a distancia funcionó muy bien en pandemia en algunos casos y debería mantenerse, pero advirtió que, en paralelo, hay que poner atención a quienes certifican el conocimiento y a la avanzada del sector privado.
El dirigente de la IE repasó su encuentro con el presidente Alberto Fernández, su visita a Uruguay a días del referéndum que define la posible derogación de la Ley de Urgente Consideración (LUC), que impacta en la educación pública y repercute en las universidades. Y también los compromisos internacionales por achicar la brecha de género en la universidad y desarrollar acciones por la paz frente a la situación en Ucrania.
–-Las universidades reanudan sus clases presenciales después de tiempos difíciles, en los que un porcentaje significativo de alumnos abandonó los estudios y, al mismo tiempo, hubo un aumento notable de inscripciones de personas que no habrían podido cursar en otro contexto. ¿Qué evaluación podría hacer de estos fenómenos que Argentina experimentó durante la pandemia?
–Es un muy buen momento para pensar en esto, porque en dos meses se va a hacer la conferencia mundial de Educación Superior en Barcelona y se va a debatir sobre distintas posturas. Yo participé en una reunión en Buenos Aires en la sede de CONADU con rectores de las universidades y estudiantes para hablar justamente sobre qué conviene mantener y qué deberíamos rechazar de la experiencia de estos años. Observamos que así como en primaria y secundaria, en la universidad había una necesidad muy fuerte de volver a la educación presencial plena, pero también vimos que para algunos alumnos que estaban trabajando o vivían lejos de las sedes la educación virtual funcionó muy bien. Entonces, la opción de que siga habiendo una oferta virtual, como en universidades de España o Inglaterra, da libertad para decidir. Sin embargo, simultáneamente, está entrando en discusión quién pueda dar las credenciales, quién puede certificar el conocimiento. Porque el sector privado está metiéndose mucho ofreciendo su propio titulo universitario. Y hay quienes tienen plataformas y sostienen que otra universidad ahora no sirve. Estamos viendo eso con preocupación.
–¿Qué otros retos se están planteando?
–En algunos lugares del mundo, hay docentes de planta que pasan a contratos de seis meses o deben reclutar alumnos para tener clases. Otro problema se relaciona con el derecho de autor. ¿Quién se queda con el derecho de quien produce las clases, los profesores o las universidades? Si estás en línea y grabas presentaciones, podés tener los links. Las grandes empresas de publicaciones no dan licencias para recibir el papel, pero si tus alumnos hacen más de 10 mil clicks tenés que pagar más por tus publicaciones. Antes te quedabas con eso en tu biblioteca. Ahora si no pagás, no tenés acceso a eso. Además, hay quien dice que si tenés todo eso automatizado, para qué necesitas los profesores. Otro de los ejes que vamos a tratar es la cuestión de género. Todavía hay brechas entre los y las docentes y son muy pocas mujeres las rectoras de universidades. La desigualdad de género no es solo en los salarios. También quién es de planta y quién no. Va a haber una discusión sobre esto en Barcelona. Algo en lo que seguiremos trabajando en junio, cuando tengamos la Cuarta Conferencia Mundial de Mujeres de la Educación Superior.
–Hace unos días mantuvo una reunión con el presidente Alberto Fernández y el ministro de Educación, Jaime Perczyk. ¿Qué definiciones hubo respecto de a la situación de la educación superior?
–El Presidente mencionó que Argentina tiene un historia de respeto por la educación pública y destacó la creación de muchas universidades nacionales de cercanía para quienes querían estudiar. También opinó que tiene que haber un reconocimiento de los saberes de los estudiantes que transitan de una universidad a otra. Vencer las barreras que se les presentan cuando quieren realizar cambios de carreras o instituciones. En Argentina están bregando por eso, pero también en otros países del Grupo Montevideo (Asociación de universidades de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay). El Presidente es un profesor. Fue muy claro para mí que tiene una pedagogía en la forma en que habla. Desde la IE, mientras tanto, valoramos el papel importante de Argentina en educación y explicamos que por eso el país fue elegido como sede del Congreso internacional que se hará en 2024.
"Todavía hay brechas entre los y las docentes y son muy pocas mujeres las rectoras de universidades. La desigualdad de género no es solo en los salarios".
–¿Cómo ve el panorama regional? ¿Considera que la situación en Argentina, la llegada de Gabriel Boric a la presidencia de Chile y las perspectivas de un eventual mandato de Lula da Silva en Brasil posibilitarían una mirada en sintonía?
–Con Boric tienes un líder estudiantil. Lula tiene equipos de educación superior muy capacitados. Creo que va a haber un frente amplio en América Latina. México ya adelantó que va a hacer un eje con Chile, Argentina, y Brasil, si Lula gana. Bolivia tiene sus cosas. Pero (Luis) Arce también es de la educación superior. Considero que hay algo muy fuerte para mostrar una alternativa a lo que está fracasando en otras partes del mundo. Tengo mucha esperanza sobre todo en lo que respecta a la defensa de la educación superior pública y gratuita.
–Su gira incluyó una visita a Uruguay a días del referéndum. ¿Cuál cree que es la mirada allí?
–Uruguay va para otro lado ahora, pero los sindicatos de educación superior están atentos. En la Ley de LUC hay un sección sobre la internacionalización de la educación superior. La Constitución de Uruguay ahora dice que la educación superior debe ser soberana. Con los cambios de la LUC eliminaron la palabra regulación. Entonces, las casas de altos estudios no tienen que ser reguladas ni usar las mismas normas del país. Te puedes imaginar que así alguien de Dubai o de una universidad cualquiera puede abrir en Montevideo una institución, dar clases, dar títulos según sus criterios, aunque vaya en contra de valores nacionales.
–¿Cómo se sigue la situación en Ucrania desde la educación superior?
–Nosotros hicimos un llamado para el 15 de marzo para todos los niveles educativos para enseñar por la paz. Hay profesores de Historia que enseñaron sobre Ucrania o profesores en Japón que contaron la experiencia nuclear que vivieron. Todos hicieron su aporte. Además de las protestas contra la guerra preparamos el terreno para repensar el conflicto y dar la bienvenida a refugiados en cualquier parte del mundo y ofrecerles apoyo y formación.